miércoles, 9 de diciembre de 2009

Cuatro frases que hacen crecer la nariz de Pinocho

Cuatro frases que hacen crecer la nariz de Pinocho.

Por Eduardo Galeano.
Uruguay.

1. Somos todos culpables de la ruina del planeta.
La salud del mundo está hecha un asco. 'Somos todos responsables', claman las voces de la alarma universal, y la generalización absuelve: si somos todos responsables, nadie lo es.
Como conejos se reproducen los nuevos tecnócratas del medio ambiente. Es la tasa de natalidad más alta del mundo: los expertos generan expertos y más expertos que se ocupan de envolver el tema en el papel celofán de la ambigüedad. 

Ellos fabrican el brumoso lenguaje de las exhortaciones al "sacrificio de todos" en las declaraciones de los gobiernos y en los solemnes acuerdos internacionales que nadie cumple.

Estas cataratas de palabras -inundación que amenaza convertirse en una catástrofe ecológica comparable al agujero del ozono- no se desencadenan gratuitamente. El lenguaje oficial ahoga la realidad para otorgar impunidad a la sociedad de consumo, a quienes la imponen por modelo en nombre del desarrollo y a las grandes empresas que le sacan el jugo. Pero las estadísticas confiesan.

Los datos ocultos bajo el palabrerío revelan que el 20 por ciento de la humanidad comete el 80 por ciento de las agresiones contra la naturaleza, crimen que los asesinos llaman suicidio y es la humanidad entera quien paga las consecuencias de la degradación de la tierra, la intoxicación del aire, el envenenamiento del agua, el enloquecimiento del clima y la dilapidación de los recursos naturales no renovables.

La señora Harlem Bruntland, quien encabeza el gobierno de Noruega, comprobó recientemente que si los 7 mil millones de pobladores del planeta consumieran lo mismo que los países desarrollados de Occidente, "harían falta 10 planetas como el nuestro para satisfacer todas sus necesidades". Una experiencia imposible.
Pero los gobernantes de los países del Sur que prometen el ingreso al Primer Mundo, mágico pasaporte que nos hará a todos ricos y felices, no sólo deberían ser procesados por estafa. No sólo nos están tomando el pelo, no: además, esos gobernantes están cometiendo el delito de apología del crimen. Porque este sistema de vida que se ofrece como paraíso, fundado en la explotación del prójimo y en la aniquilación de la naturaleza, es el que nos está enfermando el cuerpo, nos está envenenando el alma y nos está dejando sin mundo.

2. Es verde lo que se pinta de verde.
Ahora, los gigantes de la industria química hacen su publicidad en color verde, y el Banco Mundial lava su imagen repitiendo la palabra ecología en cada página de sus informes y tiñendo de verde sus préstamos.

"En las condiciones de nuestros préstamos hay normas ambientales estrictas", aclara el presidente de la suprema banquería del mundo. Somos todos ecologistas, hasta que alguna medida concreta limita la libertad de contaminación.

Cuando se aprobó en el Parlamento del Uruguay una tímida ley de defensa del medio ambiente, las empresas que echan veneno al aire y pudren las aguas se sacaron súbitamente la recién comprada careta verde y gritaron su verdad en términos que podrían ser resumidos así: "los defensores de la naturaleza son abogados de la pobreza, dedicados a sabotear el desarrollo económico y a espantar la inversión extranjera". El Banco Mundial, en cambio, es el principal promotor de la riqueza, el desarrollo y la inversión extranjera.

Quizás por reunir tantas virtudes, el Banco manejará, junto a la ONU, el recién creado Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Este impuesto a la mala conciencia dispondrá de poco dinero, 100 veces menos de lo que habían pedido los ecologistas, para financiar proyectos que no destruyan la naturaleza. Intención irreprochable, conclusión inevitable: si esos proyectos requieren un fondo especial, el Banco Mundial está admitiendo, de hecho, que todos sus demás proyectos hacen un flaco favor al medio ambiente.

El Banco se llama Mundial, como el Fondo Monetario se llama Internacional, pero estos hermanos gemelos viven, cobran y deciden en Washington. Quien paga, manda, y la numerosa tecnocracia jamás escupe el plato donde come. Siendo, como es, el principal acreedor del llamado Tercer Mundo, el Banco Mundial gobierna a nuestros países cautivos que por servicio de deuda pagan a sus acreedores externos 250 mil dólares por minuto, y les impone su política económica en función del dinero que concede o promete.
La divinización del mercado, que compra cada vez menos y paga cada vez peor, permite atiborrar de mágicas chucherías a las grandes ciudades del sur del mundo, drogadas por la religión del consumo, mientras los campos se agotan, se pudren las aguas que los alimentan y una costra seca cubre los desiertos que antes fueron bosques.

3. Entre el capital y el trabajo, la ecología es neutral.
Se podrá decir cualquier cosa de Al Capone, pero él era un caballero: el bueno de Al siempre enviaba flores a los velorios de sus víctimas…
Las empresas gigantes de la industria química, petrolera y automovilística pagaron buena parte de los gastos de la Eco 92. La conferencia internacional que en Río de Janeiro se ocupó de la agonía del planeta. Y esa conferencia, llamada Cumbre de la Tierra, no condenó a las transnacionales que producen contaminación y viven de ella, y ni siquiera pronunció una palabra contra la ilimitada libertad de comercio que hace posible la venta de veneno.

En el gran baile de máscaras del fin de milenio, hasta la industria química se viste de verde. La angustia ecológica perturba el sueño de los mayores laboratorios del mundo, que para ayudar a la naturaleza están inventando nuevos cultivos biotecnológicos. Pero estos desvelos científicos no se proponen encontrar plantas más resistentes a las plagas sin ayuda química, sino que buscan nuevas plantas capaces de resistir los plaguicidas y herbicidas que esos mismos laboratorios producen.
De las 10 empresas productoras de semillas más grandes del mundo, seis fabrican pesticidas (Sandoz, Ciba- Geigy, Dekalb, Pfiezer, Upjohn, Shell, ICI). La industria química no tiene tendencias masoquistas. La recuperación del planeta o lo que nos quede de él implica la denuncia de la impunidad del dinero y la libertad humana.

La ecología neutral, que más bien se parece a la jardinería, se hace cómplice de la injusticia de un mundo donde la comida sana, el agua limpia, el aire puro y el silencio no son derechos de todos sino privilegios de los pocos que pueden pagarlos.
Chico Mendes, obrero del caucho, cayó asesinado a fines del 1988, en la Amazonía brasileña, por creer lo que creía: que la militancia ecológica no puede divorciarse de la lucha social. Chico creía que la floresta amazónica no será salvada mientras no se haga la reforma agraria en Brasil.
Cinco años después del crimen, los obispos brasileños denunciaron que más de 100 trabajadores rurales mueren asesinados cada año en la lucha por la tierra, y calcularon que cuatro millones de campesinos sin trabajo van a las ciudades desde las plantaciones del interior. Adaptando las cifras de cada país, la declaración de los obispos retrata a toda América Latina. Las grandes ciudades latinoamericanas, hinchadas a reventar por la incesante invasión de exiliados del campo, son una catástrofe ecológica: una catástrofe que no se puede entender ni cambiar dentro de los límites de la ecología, sorda ante el clamor social y ciega ante el compromiso político.

4. La naturaleza está fuera de nosotros.
En sus 10 mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que nos envió desde el monte Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por caso: "Honrarás a la naturaleza de la que formas parte". Pero no se le ocurrió.

Hace cinco siglos, cuando América fue apresada por el mercado mundial, la civilización invasora confundió a la ecología con la idolatría. La comunión con la naturaleza era pecado. Y merecía castigo. Según las crónicas de la Conquista., los indios nómadas que usaban cortezas para vestirse jamás desollaban el tronco entero, para no aniquilar el árbol, y los indios sedentarios plantaban cultivos diversos y con períodos de descanso, para no cansar a la tierra.
La civilización que venía a imponer los devastadores monocultivos de exportación no podía entender a las culturas integradas a la naturaleza, y las confundió con la vocación demoníaca o la ignorancia. Para la civilización que dice ser occidental y cristiana, la naturaleza era una bestia feroz que había que domar y castigar para que funcionara como una máquina, puesta a nuestro servicio desde siempre y para siempre. La naturaleza, que era eterna, nos debía esclavitud.

Muy recientemente nos hemos enterado de que la naturaleza se cansa, como nosotros, sus hijos, y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. Ya no se habla de someter a la naturaleza, ahora hasta sus verdugos dicen que hay que protegerla. Pero en uno u otro caso, naturaleza sometida y naturaleza protegida, ella está fuera de nosotros. La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo.+ (PE/El Grano de Arena)

Nota. El Grano de Arena, informativo electrónico de Attac, es editado por Susana Merino.

Ahora privatizan hasta el agua

México SA

Otra abominación: ahora privatizan hasta el agua

En manos de una empresa privada, los datos de todos los mexicanos

Carlos Fernández-Vega
E

n el horno de la ignominia se cocina el platillo que daría la puntilla a la propiedad estatal en materia energética –petróleo y electricidad, especialmente– y transformaría un derecho fundamental de los mexicanos –el acceso al agua– en negocio adicional para el gran capital. El chef no es otro que el malogrado Felipe Calderón y sus pinches –ayudantes de cocina–, los siempre dispuestos prianistas, a quienes, como en tantas otras ocasiones, se les queman las habas por servir el guiso en la mesa del patrón y así redondear tres desastrosas décadas privatizadoras sin beneficio alguno para los que pagan el festín, quiéranlo o no.

Ante su ostentosa incapacidad creativa, el grupo en el poder, el cual ya ni siquiera se toma la molestia de intentar alternativas medianamente convincentes, cómodamente decidió trasladar su obligación y responsabilidad legales al gran capital y ceder el manejo y usufructo de lo que queda de bienes nacionales (contratos a 50 años), pero reteniendo para los mexicanos el costo de los previsibles fracasos económico-financieros por venir. La experiencia Fobaproa no les dejó nada. De hecho, 30 años de sonados fracasos y nulos resultados de privatización a ultranza han sido insuficientes para intentar caminos alternativos.

Como denunció La Jornada en su edición dominical (Andrea Becerril, nota principal), "todo está listo para que senadores de PRI y PAN aprueben este lunes (hoy) en comisiones el dictamen de la nueva ley de asociaciones público-privadas, propuesta por Calderón, reforma que abre la puerta a la privatización total de los servicios que presta el Estado, entre ellos el de la electricidad… Hay gran prisa por sacar de inmediato esa iniciativa presidencial, que se presentó en el Senado el pasado 10 de noviembre, e incluso hay ya un dictamen, elaborado por el presidente de la Comisión de Comercio, el priísta Eloy Cantú, (quien) había citado a reunión de comisiones unidas el jueves pasado, pero la denuncia (…) hizo que la decisión se pospusiera unos días… De nuevo priístas y panistas pretendan dar fast-track a una reforma lesiva para los mexicanos, ya que por la puerta de atrás se quiere avanzar en la privatización de los servicios de energía eléctrica, agua y seguramente también el petróleo… El dictamen es copia casi íntegra la iniciativa de Calderón, que prácticamente se aprueba en sus términos, porque los cambios son mínimos… Es un riesgo permitir a empresas extranjeras firmar contratos con el gobierno federal para realizar todo tipo de obras y servicios, pasando incluso por encima de lo que señalan otras leyes nacionales y la propia Constitución…".

Pues bien, ése es el camino seguido a lo largo de tres décadas (con los resultados conocidos y padecidos por los mexicanos), pero les faltaba el moño. Por esa ruta transitaron puertos, aeropuertos, telecomunicaciones, ingenios azucareros, bancos, satélites, ferrocarriles, aerolíneas, fertilizantes, guarderías, cementeras, cigarreras, minas, empresas refresqueras, inmobiliarias, químicas, textiles, armadoras, madereras, papeleras, pesqueras, del acero, de la construcción, hoteles, etcétera, etcétera, y, poco después, muchas de ellas fueron rescatadas con recursos de la nación, para, una vez saneadas, retornar al sagrado rebaño de la iniciativa privada.

A cada privatización la misma cantaleta: es intolerable un Estado obeso; mejor lagran capacidad administradora del capital privado; con la venta ya no desviaremos recursos públicos; por el contrario, utilizaremos el ingreso de la enajenación para atender las necesidades sociales de los mexicanos: los dotaremos de infraestructura, mejoraremos sus niveles de bienestar; crecerá la economía, habrá empleo, aumentará el salario, mejorará el poder adquisitivo, se repartirá la riqueza. Habrá desarrollo.

A la vuelta de 30 años, la economía se mantiene igual de estancada que de privatizada; no hay empleo, los salarios son de hambre, medio millón de mexicanos cruzan la frontera anualmente en busca de mejores condiciones de vida, la informalidad avanza a paso galopante, 55 millones de pobres sobreviven en el país, el gobierno es más obeso, oneroso e inútil que nunca y la concentración del ingreso y la riqueza es abominable. En 30 años se privatizó todo, reduciendo al gobierno a una mera oficialía de partes al servicio de los intereses privados, y al inquilino de Los Pinos a un mero velador, mientras los mexicanos incrustan la nariz en el vidrio del aparador para ver comer a los barones. Y por si fuera poco, las finanzas públicas quebradas, en su peor crisis de las últimas tres décadas (Carstens dixit).

¿Es ése el prometido paraíso privatizador?

Las rebanadas del pastel

También las pensiones; "hace poco más de tres meses acudí a solicitar mis aportaciones al Sistema de Ahorro para el Retiro, que administra Pensionissste. Pues bien, transcurrido ese plazo los recursos aún no me han sido depositados. Lo paradójico no es la ineficiencia de este organismo, sino que los fondos de mi cuenta, de mi dinero, no me han sido depositados en razón de que no han tenido la autorización de Procesar SA de CV, una empresa externa al ISSSTE y al Fovissste, e incluso al mismo gobierno federal, que es la que administra y opera ¡la base de datos nacional del SAR!, la cual incluye a los que están también en el IMSS. Es decir, los datos confidenciales, privados, de todos los empleados y trabajadores del país ¡los tiene una empresa privada! Una compañía que, además, tiene facultades de decisión. Y yo que pensé que el IFE y el gobierno federal, a través de la Secretaría de Gobernación, eran los garantes de cuidar la confidencialidad de nuestros datos y de decidir sobre su uso de acuerdo con la ley. Pues parece que no. ¡Ah!, por cierto, en el consejo de administración de Procesar se encuentran, entre otros, Gerardo de Prevoisin R. de T., así como otra persona muy conocida, Óscar Medina Mora Escalante, quien al parecer aún está en la Afore Banamex junto con su hermano Manuel. Sólo como un dato estadístico: Pensionissste, que es un tipo de Afore sui generis –dado que es un órgano desconcentrado del ISSSTE– maneja alrededor de 60 mil millones de pesos de millones de trabajadores al servicio del Estado. Me pregunto, cándidamente, si en este gran negocito privado de manejo de información confidencial las secretarías de Hacienda y de la Función Pública, el IFAI, no tendrían que intervenir para resguardar nuestra información y recursos" (Ricardo García Ortega, chispolito@prodigy.net.mx).