domingo, 27 de octubre de 2013

Maestros desobedientes #Pedagogía #Maestros #niños

Infancia y Sociedad

Maestros desobedientes

Andrea Bárcena

Quienes hemos estudiado los procesos pedagógicos en las escuelas
públicas, sumamos solidaridad y alegría al ver a los maestros
instalados en la disidencia y la rebeldía, porque están dando las
lecciones prohibidas –no sólo en la escuela– y necesarias para esa
asignatura pendiente en la educación política de los mexicanos: la
conquista del No.

Se nos acusa de ser un pueblo sumiso y, en consecuencia,
corresponsable de la corrupción y la impunidad que reinan en el
sistema político. Además, somos, hasta cierto punto, responsables del
totalitarismo naciente que asoma ya la cabecita en las reformas
erráticas y abusivas que se quieren imponer a toda costa.

La infancia es un momento político privilegiado, porque todo niño es
un virtual disidente político. Por ello, las sociedades capitalistas
necesitan escuelas que transformen al niño –que es un ser naturalmente
curioso e inquieto– en un individuo cebado en el vicio de la
indiferencia, sin espíritu crítico, obediente, apático y sumiso.

Así, la pedagogía oficial sigue una lógica de poder montada sobre
cuatro amarres que impiden libertad y creatividad en los procesos
educativos: el programa de contenidos, los exámenes, las
calificaciones y las tareas. Con estas cuatro herramientas se satura
de información a los niños y se les induce a utilizar sobre todo su
memoria para salir adelante y, después de los exámenes, olvidar la
mayoría de lo aprendido; lo que no olvidan, eso sí, son dos grandes
lecciones: la de la obediencia y la de que la realidad es
inmodificable en lo esencial.

Muchos pensadores y estudiosos, como Michael Foucault y Louis
Althusser, han analizado los procesos de opresión del individuo en las
escuelas y han encontrado semejanzas entre su dinámica y la de las
cárceles y las fábricas.

En algún crudo ensayo sobre la acción ideológica de la escuela,
Althusser escribió: "…pido perdón por todo esto a los maestros, que en
condiciones espantosas intentan volver contra la ideología, contra el
sistema y contra las prácticas de las que son misioneros, las pocas
armas que pueden hallar en la historia. Son ellos una especie de
héroes y muchos de ellos ni siquiera sospechan del trabajo que el
sistema (que los supera y aplasta) los obliga a realizar".

A pesar de todo, es mejor la escuela que crecer sin ella.

Porque hay episodios luminosos en el aula, en los que espontáneamente
los maestros escapan de sus condicionamientos institucionales:
fraternizan, juegan y aprenden con sus alumnos; son los momentos
revolucionarios de la escuela pública, que hoy se multiplican y se
engrandecen en las calles, llenándonos de nobles esperanzas.


derechosinfancia89@gmail.com

Luis Eduardo Aute - "SIN TU LATIDO"
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