miércoles, 9 de enero de 2013

#EZLN El desafío zapatista

El desafío zapatista
Magdalena Gómez

Hacía falta la presencia política pública y pacífica del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y ésta ocurre con toda la
carga simbólica que la ha caracterizado: si en 1994 se cubrieron el
rostro para ser vistos, el pasado 21 de diciembre reaparecieron masiva
y silenciosamente para ser escuchados. Y, en efecto, sus comunicados
del penúltimo día de 2012 han sido leídos dentro y fuera del país y
las reacciones polarizadas ante su contenido aún no logran sintonía.
Desde el más amplio espectro de la izquierda ya se apuntan respuestas
airadas de sectores del PRD y también conciliadoras mediante la
promoción de un punto de acuerdo genérico en favor del diálogo en el
Senado, mientras algunas voces del PRIAN ya expresan que los acuerdos
de San Andrés se cumplieron en 2001, y desde el panismo, desde sus
restos, nos encontramos con los gritos flamígeros y solitarios en
defensa de Luis H. Alvárez con la amenaza de que la Ley para el
Diálogo, la Negociación y la Paz Digna en Chiapas debe abrogarse, una
suerte de condena a la hoguera en leña verde para el zapatismo, pues
bien sabemos que jurídicamente dicha ley y la existencia de un diálogo
en suspensión añeja, pero no roto formalmente, es el mecanismo de
contención para los afanes criminalizadores. En este brevísimo
recuento destaca la evidencia de que para el Congreso de la Unión no
es prioritaria la que fuera histórica Comisión de Concordia y
Pacificación, por lo que a la fecha no ha sido integrada. Habrá que
ver quiénes le entran ahora que se planteó el desafío zapatista para
que se cumplan los acuerdos de San Andrés si en el plano federal se
quiere mostrar la llamada voluntad política; sólo el joven gobernador
chiapaneco repite en coro, sí, que se cumplan, que se cumplan. ¿Los
conocerá a fondo? ¿Sabe que tienen un capítulo chiapaneco también
incumplido? ¿Es sólo políticamente correcto su afable discurso?

Desde las voces de análisis en diversos medios, algunos
antizapatistas, llama la atención que ninguna se ha atrevido a decir
que ya se cumplieron los acuerdos de San Andrés, y más aún sorprende
que Alan Arias, activo asesor en la redacción de la contrarreforma
indígena de 2001, reconozca y enliste temas que, según su opinión
actual, no la de entonces, son tres de los nudos político-conceptuales
del debate contemporáneo relativo a los derechos indígenas: primero,
el derecho de los pueblos y comunidades indígenas a territorios
propios, como constitutivos de su identidad, y no sólo a modalidades
colectivas de tenencia de la tierra; segundo, la conformación
constitucional de las comunidades indígenas como entidades de derecho
público (un cuarto orden de gobierno amén del federal, estatal y
municipal) y no sólo como de interés público, y tercero,
reconocimiento constitucional de la libre determinación de los pueblos
indígenas (como si sujetos del derecho internacional) y no solamente
de la autonomía de pueblos y comunidades, tamizadas por
reconocimientos de orden subnacional de los estados de la Federación
(Milenio, 6/1/2013). Habría que ver, de nueva cuenta, si esos nudos
son los que dice que son y si son desatables sin una transformación
verdadera, ¿Quién recuerda a estas alturas la insistencia plasmada en
los acuerdos en el sentido de que éstos se cumplirían en el marco de
una profunda reforma del Estado?

Será por los días festivos, pero un vacío muy evidente en las
reacciones al EZLN, aparte de Morena, es el de las voces del
movimiento social y el movimiento indígena. Habrá que esperar las
iniciativas del EZLN respecto del planteamiento de que reafirmaremos y
consolidaremos nuestra pertenencia al Congreso Nacional Indígena,
espacio de encuentro con los pueblos originarios de nuestro país. El
movimiento indígena continúa en resistencia activa y está muy
diversificado. Sería prudente aplicar también el criterio que se anotó
para los movimientos sociales de construir los puentes necesarios no
para dirigir o suplantar, sino para aprender de ellos de su historia,
de sus caminos y destinos. Hay sin duda coincidencia plena con el
zapatismo, pero habrá que ubicar en su contexto los nuevos liderazgos
y las estrategias regionales de resistencia y defensa de territorios
frente a los megaproyectos, concesiones mineras y embate de la llamada
guerra contra el narcotráfico, entre otras situaciones, sin hablar del
vaciamiento de los pueblos que se ha provocado en algunas regiones.

Como vemos, el desafío tiene múltiples destinatarios, sin excluir al
propio EZLN; los de abajo ya lo escucharon, pero falta que el círculo
se cierre con la escucha mutua y el diálogo. De parte del Ejecutivo
federal la frase trivial del secretario de Gobernación de que todavía
no nos conocen le resultó como a aquel que fue por lana y salió
trasquilado con la contundente respuesta zapatista. Anticipo que
explica el silencio de Enrique Peña Nieto y, sin embargo, no hay que
confiarse.
http://www.jornada.unam.mx/2013/01/08/opinion/015a2pol