sábado, 16 de junio de 2012

Adolfo Gilly: Por qué Atenco no se olvida

Por qué Atenco no se olvida
Adolfo Gilly

Estudiantes increpan al candidato presidencial del PRI, Enrique Peña
Nieto, durante su visita a la Universidad Iberoamericana para
participar en un foro donde expuso sus propuestas de campaña, el
pasado 11 de mayoFoto Guillermo Sologuren

Enrique Peña Nieto fue a la Ibero el viernes 11 de mayo a un encuentro
bien preparado y sin problemas previsibles. Los estudiantes, ellas y
ellos, le plantearon sus preguntas; entre otras, qué había pasado en
Atenco seis años antes. El candidato dio una respuesta administrativa.
No satisfizo a nadie, pero tal vez la habría librado si, antes de
irse, no se le ocurre tomar otra vez el micrófono y, a modo de Santo
Papa, declarar a voz en cuello:

Asumo plena responsabilidad por lo sucedido en Atenco. Los
responsables fueron consignados ante el Poder Judicial, pero, reitero:
fue una acción determinada en el legítimo derecho que tiene el Estado
mexicano de usar la fuerza pública para restablecer el orden y la paz.

Mala hora, viernes negro: se armó la de Dios es Cristo. Los
estudiantes gritaron y clamaron: ¡Atenco no se olvida!, ¡Atenco no se
olvida!, el candidato perdió el aplomo y, perseguido por las voces de
los jóvenes, se refugió en los baños, para su esquiva suerte, los
baños de mujeres. Las cámaras registraron su expresión de desconcierto
y la de quienes lo acompañaban; finalmente atinó a salir por las
escaleras entre gritos de: ¡fuera! ¡fuera! ¡fuera!.

De ahí nació y se extendió por las universidades y sus alrededores el
imprevisto, desparpajado, inencuadrable y desordenante movimiento de
los estudiantes: primero de los 131 de la Ibero que dieron la cara,
mostraron su credencial y desafiaron a quienes pensaban, tal vez como
en Atenco, encontrar culpables para aplicarles el uso legítimo de la
fuerza pública; y después de todos los que, atraídos por ese gesto de
desafío, se fueron sumando como torrentera para declarar, cada uno y
todos juntos, #YoSoy132.

* * *

El 28 de mayo, como es sabido, tuvo lugar el encuentro con los cuatros
candidatos presidenciales en el castillo de Chapultepec, organizado
por el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Las crónicas se
ocuparon sobre todo de cuanto dijeron los abanderados y mucho menos de
los testimonios de las víctimas, sobre lo cual pude escribir en estas
páginas.

Quiero retomar ahora otro registro de la reunión del castillo: el
alegato desafiante y acusador de la señora Trinidad Ramírez, en nombre
del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco,
dirigido al candidato Enrique Peña Nieto allí presente. Esas palabras,
y la actividad tenaz de doña Trini y sus compañeros durante años,
hasta lograr la absolución por la Suprema Corte de Justicia de la
Nación y la liberación de los 12 presos de Atenco, en julio de 2010,
declarados inocentes de toda culpa más de cuatro años después de haber
sido encarcelados, explican bien por qué hoy, en mayo de 2012, Atenco
no se olvida.

* * *

Dijo Trinidad Ramírez a Enrique Peña Nieto en el castillo de Chapultepec:

En México, los pueblos han aprendido a defender a la madre tierra
frente al despojo de los gobiernos que pierden los principios y la
moral y se convierten en meros ejecutantes de intereses mezquinos de
empresas trasnacionales. Violan la Constitución, humillan la voluntad
de los pueblos y cometen toda clase de agravios contra la población
que se defiende y se organiza para evitar que su patrimonio y raíces
sean exterminados. Cherán, Ostula, Wirikuta, Temacapulín, La Parota y
muchas más resistencias se viven hoy en nuestrro país. Todas han
recibido como respuesta represión, desprecio, asesinatos, engaños y la
descalificación sistemática. Todos los agravios en su contra han
permanecido impunes.

Atenco es un botón de muestra. Y tú, Enrique Peña Nieto, lo sabes
perfectamente. Sabes que en 2001 intentaron arrebatar nuestras tierras
para la construcción de un aeropuerto. Como resultado de la defensa
legal y legítima del pueblo tuvieron que derogar el decreto que nos
despojaba.

Siendo gobernador del estado de México, el 3 y 4 de mayo de 2006 tú
ordenaste el operativo contra nuestros pueblos. La violencia la
provocó tu gobierno. A pesar de haber alcanzado un acuerdo el día 2 de
mayo, tú traicionaste y ordenaste golpear a nuestros compañeros en
Texcoco. No fue una situación fortuita, fue una venganza planeada de
tu parte. Venganza en contra del pueblo que se resistió al despojo de
sus tierras. Pretendían desaparecer al Frente de Pueblos en Defensa de
la Tierra para apoderarse de lo que es nuestro, y hoy mantienen
vigente esa amenaza.

Has repetido que fue tu decisión la que se llevó a cabo en ese
operativo, en el que fueron asesinados dos jóvenes: Javier Cortés
Santiago y Alexis Benhumea Hernández, (este último) estudiante de la
UNAM, a manos de las fuerzas que tú llamas del orden. Tú has reiterado
que eres responsable de lo sucedido en Atenco, donde fueron torturadas
sexualmente 46 mujeres, entre ellas cuatro extranjeras. Entonces,
Peña, eres responsable de dos asesinatos impunes, eres responsable de
que una banda de violadores siga actuando al amparo de la policía que
tú creaste. Esas son tus credenciales para intentar llegar a la
Presidencia.

Además de ser ilegalmente detenidos y bestialmente torturados,
nuestros compañeros fueron encarcelados. Moviste todos los
instrumentos de tu gobierno para condenar a 112 años de prisión a
quienes defendieron la tierra. Se tuvo que llegar hasta la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, que cabe aclarar que no avaló el
operativo, sino que reconoció que hubo tortura sexual y violaciones
graves a los derechos humanos. La misma Suprema Corte dictaminó la
liberación de nuestros compañeros después de cuatro años de procesos.

No fue para ti importante cuántos hijos y esposos sufrieron la
impotencia frente al agravio a sus mujeres. Cuántas familias quedaron
sin hijos, sin sus esposos y sin ingresos por los años de persecución
y cárcel que sufrieron siendo inocentes. No te importó porque el dolor
y el sufrimiento de nuestros pueblos es para ti un trofeo. Por eso
también nadie ha sido castigado por todos estos delitos, nadie de los
tuyos pisó nunca una cárcel. Los muertos, las agraviadas y los presos
los puso el pueblo.

Intentas tapar el sol con un dedo. Ahora quieres volver a justificar
tu imperdonable represión recurriendo a la imagen del policía que fue
golpeado. Te recordamos que esa reacción del pueblo fue a consecuencia
del cruel asesinato de Javier Cortés Santiago, de 14 años de edad. Las
televisoras pasaron una y otra vez la escena de un hecho que no debió
ocurrir, indudablemente no debió ocurrir. Pero nunca salió en la
televisión cómo golpearon y detuvieron a nuestros compañeros, ni los
allanamientos ilegales, ni a nuestros niños rociados con gas
lacrimógeno, etcétera. Desde entonces era evidente la nefasta alianza
con la manipulación de las televisoras.

La brutalidad de tu policía no se debió a excesos individuales. Lo
ratifican decenas de organismos e instituciones de derechos humanos
nacionales e internacionales. La Comisión Nacional de los Derechos
Humanos, el Centro Miguel Agustín Pro, Amnistía Internacional, la ONU,
la Comisión Internacional, once premios Nobel de la Paz y la Comisión
Civil Internacional de Observación de Derechos Humanos, por mencionar
algunos, coinciden en señalar el operativo Atenco, en su conjunto,
como violaciones graves a los derechos humanos.

Esto es lo que el PRI representa. Ustedes tratan al pueblo y sus
líderes como delincuentes. Lo hicieron en 1968 y en 1971, en las
masacres de Aguas Blancas y Acteal. No importa cuánto quieras
deslindar, ese es tu partido.

Lo que tú representas es un gobierno prepotente y violento, incapaz de
aceptar la crítica y acostumbrado a imponerse por la fuerza y la
manipulación. Tu campaña es un peligro para esta nación, sobre todo
para los pueblos y para cualquier espíritu crítico y honesto.

No venimos a pactar, sino a señalarte y decirte que sabemos que la
justicia no vendrá de ustedes, los represores, sino del pueblo.

* * *

Así concluyó el alegato de San Salvador Atenco en la voz de la señora
Trinidad Ramírez, del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, en el
castillo de Chapultepec. Poco o nada musitó al respecto Enrique Peña
Nieto. ¿Qué podía decir? No hay que olvidar que en la represión de
Atenco participó también la Policía Federal por órdenes del entonces
presidente Vicente Fox, hoy aliado de Enrique Peña Nieto. El abogado
Leonel Rivera, defensor de Atenco, declaró entonces a Emir Olivares y
Blanche Petrich (La Jornada, 5 de mayo de 2006):

Desde que la movilización popular frustró el proyecto del aeropuerto
internacional para defender sus tierras, hace tres años, estaba
pendiente un ajuste de cuentas por parte de quienes, dentro de los
círculos del presidente Vicente Fox y el ex gobernador Arturo Montiel,
perdieron negocios por muchos miles de millones de dólares. Estos
intereses no iban a perdonar a los campesinos. Y el miércoles se la
cobraron.

Está claro, entonces, por qué hoy Atenco no se olvida. #

http://www.jornada.unam.mx/2012/06/07/opinion/014a1pol