jueves, 22 de marzo de 2012

Crónica de un viaje al epicentro de la tierra zapatista

Crónica de un viaje al epicentro de la tierra zapatista

18 de marzo del 2012

La red en lucha

(Un estudio directo del inconmensurable fenómeno zapatista)

Por Vinicio Chaparro

Capítulo Uno

En su loco, loco afán

Un 33,3 por ciento de las fuerzas leales del colectivo Proyecto Nedni
(o sea, yo) fue comisionado para investigar, averiguar, buscar
explicación, corroborar, reinvestigar o "para ver que chingaos pasaba"
(sic, de que así fue la instrucción literal) con la rebelión zapatista
y con los compas zapatistas allá en Chiapas, el epicentro del sismo
revolucionario de 1994, que hizo temblar todas los cimientos, lámparas
y conciencias, buenas y malas, de este malogrado mundo.

Hacía años que el silencio zapatista había permitido todo tipo de
conjeturas y opiniones en torno a su evolución revolucionaria y esas
conjeturas eran tan diversas que pasaban desde un desencanto total,
hasta la fe ciega en sus acciones furtivas y clandestinas de su loco,
loco afán por transformar al mundo en un lugar vivíble, armónico,
chido, donde cupieran otros muchos mundos chidos. Cero gandallas.

Se leía, en los pocos comunicados del CCRI y del "Sup" Marcos, que los
zapatistas estaban dedicados a consolidar el desarrollo de los
caracoles, a resistir el hostigamiento de baja intensidad de los
grupos paramilitares que atacan sin cesar a las comunidades y bases de
apoyo zapatistas, denunciando cada evento ante la prensa nacional e
internacional y a desarrollar una alternativa de rebelión pacífica
llamada La Otra Campaña.

Foto: La División del Norte

¡Los caracoles! Los famosos caracoles, cabezas de playa de una
invasión ética-transformativa indígena e indigente hacia el resto de
México (y del mundo), ahora se habían transformado en el objeto de
estudio de Proyecto Nedni. No podíamos echarnos a llorar porque el
periódico La Jornada ya no atendía con prontitud y amplitud las
expresiones mediáticas del movimiento zapatista ni prestaba mucha
atención a las hostilidades que el mal, malísimo y narquísimo
gobierno, incrementaba día a día contra las comunidades rebeldes. Sí,
los caracoles debían ser el lugar de este estudio, de este viaje al
epicentro de la tierra y por eso el 33 por ciento del Proyecto Nedni,
hecho la cucaracha, se dirigió sin cortapisas al lugar donde aún
palpita el corazón de Zapata.

Para eso, ese mismísimo 33 por ciento, decidió elaborar una estrategia
logística para llegar al lugar donde surgen las ondas sísmicas de este
movimiento global, así que, como alma que lleva el diablo, se dispuso
a cumplir con su misión y furtivamente se inscribió en la caravana de
La Karakola que invitaba a través de Enlace Zapatista, un sitio de
internet donde se comunican los zapatistas del mundo, a una visita al
Caracol de La Garrucha para incorporarse a los festejos del 17
aniversario de la aparición pública del EZLN.

Ahí, en el camión de La Karakola, sumido en la clandestinidad, como
moderno Sherlock Holmes, aunque sin Watson, su imprescindible
asistente, el 33 por ciento se dispuso a realizar la labor
investigativa y chismológica (es decir, periodística) que lo llevaría
a cumplir su cometido con la premura y velocidad de un caracol
supersónico.

Y pues bueno, para empezar la misión había que romper el cerco norteño
de la delincuencia organizada y no organizada y corriendo en zig-zag a
toda velocidad, entre un mar de balas de Cuerno de Chivo y matazones,
ya de Los Zetas, ya de La Línea, ya de las fuerzas cuernícolas del
Chapo Guzmán, hubo que atravesar el Norte Bárbaro para llegar a el
País de los Chilangos, donde la gente de La Karakola me recibió con la
alegría de un empresario de pompas fúnebres, ignorando que era el
representante máximo de las fuerzas vivas de Mi General Francisco
Villa y de la tierra de los narcotraficountrys, de Chihuahuita La
Bella.

Y ahí empezó todo. Al subir al camión de La Karakola se rompió la
desazón que me aquejaba cuando partí con los bigotes llenos de
escarcha, al más puro estilo del Doctor Shivago, de las gélidas
tierras del Desierto Chihuahuense, porque al guardar asiento, hasta
mero, mero atrás, me encontré de pronto a otros simpáticos y
sonrientes miembros potosinos (sin albur) de lo que después sería
llamada La División del Norte y, juntos, emprendimos este mágico y
misterioso viaje al lugar donde chocaban las placas tectónicas de la
revolución ético- zapatista. Solo nos acompañaba la colección completa
de los Rollings Stones. Cero toques eléctricos, cero chelas; estaba
estrictamente prohibido por las Juntas de Buen Gobierno.

Fue un placer. El encuentro instantáneo con estos otros miembros
divisionnortistas de San Luis Potosí llenó el hueco que Watson había
dejado en mi vida investigativa y permitió conformar rápidamente a la
División del Norte, que visitaba a los representantes modernos del
Ejército del Sur. Después se incorporarían a esta división
valiosísimos miembros de Querétaro e hijos de La Corregidora, para
echar relajo entre las taciturnas y formales filas chilangas,
poblanas, alemanas, etcétera, que se empeñaban en hacer de éste un
viaje serio y aburrido y sin las emociones de los picantes chistes de
Pepito y uno que otro de gallegos. La seriedad embargaba nuestro
autobús.

A pesar de todo…prueba superada. En el asiento trasero del camión,
subrepticiamente, la División del Norte se conformó y se encargó de
aportar la cara chusca y bromista del viaje al lugar de la Revolución
de los Pasamontañas y, después de eso, todo fue miel sobre hojuelas.

El viaje fue largo, muy largo, larguísimo, como la historia de los zapatistas.

Con las piernas engarruñadas, el camión parecía diseñado para
transportar gente sin miembros inferiores, (piernas, para que no os
confundais), llegamos a la maravillosa y cosmopolita ciudad de San
Cristopher of the Chantes, capital del Reyno Coleto y después de un
breve descanso y un vigoroso y callejero almuerzo de caldo de camarón
que más bien parecía agua de caño con remojo de calcetín erecto, nos
enfilamos hacía Ocosingo. Pero, ¡oh sorpresa!, al llegar a Ocosingo
nos empaquetaron como viles sardinas. Unos parados, otros sentados en
una diminutas banquitas y otros sentados arriba, como changos, en las
redilas de dos pequeñas camionetas donde sufrimos toda clase de
incomodidades debido al bamboleo insensante que dejó nuestros
anteriormente suculentos y apetitosos traseros, convertidos en polvo.

–Esto no estaba en el guión, decían sin cesar los miembros de la
recién formada División del Norte. Sólo las fuerzas chilangas,
mexiquenses, argentinas, italianas, alemanas, colimenses y poblanas no
emitieron ningún quejido, lo que nos conminó a no llorar más por el
machacamiento de coxis y por los saltos que parecían querernos
impulsar hasta a las ramas más altas de las enormes ceibas que
observaban a nuestra caravana.

¡Hummm! El paisaje era sensacional, la selva acogía nuestra entrada
con gran alegría de las aves que nos veían pasar y provocaba los más
encontrados sentimientos entre los karakoles y las karakolas que ya no
podíamos mover ni siquiera una pierna sin sentir terribles dolores en
la tibia, el peroné y hasta en los tarsos y los metatarsos.

Y, ¡llegamos! Nuestra entrada al caracol fue apoteósica (no sé que
quiere decir apoteósica, pero se oye genial para definir nuestra
llegada), sólo los grillos se esforzaban por emitir sus mejores
chirridos para alegrar un poco nuestro arribo y… el encuentro con los
hacedores de la esperanza fue lenta y difícil. Un, "buenas noches",
fue todo lo que les pudimos sacar.

Otra caravana estaba ahí desde endenantes y nos miraban como venidos
de otro planeta. No nos amilanamos ni un ápice y bajamos nuestras
maletas para disponernos a acomodarnos y dormir, para así poder
reconstruir los tejidos musculares y óseos que habían sido macerados
por "las redilas" en que llegamos.

Fue en ese momento cuando el señor Holmes (o sea, yo, otra vez),
prendió su laptop cerebral para capturar cada uno de los movimientos
que se realizaban en el caracol de la Garrucha, destino final de
nuestro viaje.

Fue al otro día cuando nos estrellamos de narices contra el parabrisas
de… Otro México.

Caracol de La Garrucha Foto: La División del Norte

Capítulo Dos

El Otro México

¡Era como una marabunta! Acabábamos de levantarnos; semidescansados,
alegres y platicadores. Habíase levantado La División del Norte al
grito de: ¡Hiiiijos de sú… Si, no se levantan temprano, menos se van a
levantar en armas!, y bajo la severa y rígida batuta (sin albur) del
General Ányol, alias El Guardabosques, jefe máximo de la famosa y
valiente División; apenas tallábamos nuestros ojos y establecíamos
pláticas con otros kompas karakolos cuando se presentó una increíble
invasión a nuestro campamento. El cemento de la cancha de basketbol
del Caracol de La Garrucha no había impedido que durmiéramos como
troncos, pero el cansancio era el cansancio y…ante nuestros agotados,
nebulosos y sorprendidos ojos, se presentó un espectáculo increíble.
Una marabunta.

Era, literalmente, una marabunta. Como en un reportaje de National
Geographic. Hormigas morenas diminutas. De vestidos de flores y
pantalones raídos. Salían de todos lados. No nos habíamos percatado
que estábamos a un lado de la escuela primaria del Caracol de La
Garrucha. Eran hermosamente naturales. Pies descalzos. A veces
huaraches. Muchas botas de hule. Morenas, casi igual de oscuras que el
barro del lugar. A medida que se acercaban, se hacían más grandes.
Enormes.

Rápido pasaron por enfrente de nosotros e invadieron la alta banqueta
de la escuela y se acomodaron de manera libre y ordenada. Nos veían
con interés, nosotros con sorpresa. Tranquilas y serenas, con sus ojos
y sus antenas llenas de ilusión estuvieron ahí, observándonos. Era
como una especie de antropología inversa, ellas nos estudiaban a
nosotros. Eran como Levis Straus indígenas. Y nosotros éramos los
sujetos de sus estudios infantiles de antropología. Nos sentimos
desnudos. Usualmente los blancos estudiaban a los indios. Hoy, era al
revés.

Casi media hora de estudio mutuo. Miles de conclusiones.

Luego llegó el promotor. Así llamaban los zapatistas a los maestros de
sus escuela autónomas. De manera ordenada, entraron en sus salones.
Justo al cruzar el umbral de la puerta, todavía, nos lanzaban la
última mirada clandestina. Habían llegado media hora antes y guardado
riguroso orden. Era 28 de diciembre. En el resto del país los niños
estaban de vacaciones.

Caminé por la banqueta de la escuela empuñando un rico café orgánico
zapatista, para ver si lo chingón se pegaba por ósmosis, (perdón por
el exabrupto de lo chingón, pero así lo pensé y no me voy a
autocensurar, mal haría) y, como no queriendo la cosa, pasé por las
ventanas de los salones. Fingía observar con atención a los viejos
murales de sus paredes: sus emilianos zapatas, sus flores, sus seres
humanos con pasamontañas, su ejemplo. Su lucha.

Que diferencia a la guardería donde llevaba día a día a mi hija Nedni,
cuando era pequeña, entre Mickey Mouse y Winnie Puh saturaban todas
las paredes que los niños veían cada segundo. Ya en el kínder,
Blancanieves era la machín de sus muros coloridos.

Me dije a mí mismo: Si Anton Makarenko (aquel gran pedagogo ruso) se
paseara por aquí, se pondría de rodillas ante este proyecto
alternativo de pedagogía zapatista, ante este nuevo proyecto de las
ciencias pedagógicas y Piaget se habría quedado chiquitito, como una
pulguita.

Pero… ¡Oh!, extrañaba a Watson, (recuerden que sigo siendo Cherloque
Jolms, en su versión mexicana), para decirle: "Elemental, mi querido
Watson, ahora sabemos con exactitud qué es lo que hacen los zapatistas
mientras están en paz. Están construyendo otra educación. La educación
de la igualdad. Porque ahí, en La Garrucha, todos los niños eran
iguales. Como una marabunta colectivizada. Como antes."

Lección número uno.

Apunté todo esto mentalmente en mi laptop neuronal.

Seguí dando vueltas a los salones. Veía y veía. Los antropologuitos
estaban en clase, ahora no me podrían estudiar, me dije, y aproveché
al máximo a mis treinta y tres neuronas sanas.

¡Hummm!, me dije. ¡Hummm!, me volví a decir: éste es otro México.

No cabía duda. Décadas de educación pública dirigida por Jongitud,
Elba Esther y Televisa, por la línea antiética y gangsteril más brutal
de la historia, habían hecho añicos nuestra educación pública.
Cualquier pedagogo medianamente inteligente podría ahora comprender
cómo será nuestro futuro México en términos de educación. Lo
discutimos profundamente en La División del Norte. Todos coincidíamos.
Ányol se acariciaba la barba mientras nos daba una cátedra de la
educación zapatista. Javier, pensativo, advertía que esperaba emitir
su análisis en San Cristóbal de las Casas, decía, frente a un espumoso
y amargoso vaso de cerveza. Chucky, un primo lejano de Charlie Brown,
filmaba cada segundo del viaje, ya con su cámara, ya con sus ojos.
Ányol (Angel, en inglés) seguía acariciando su barba nostradámica y de
pronto, como surgida de la nada, Gema, nuestra más reciente adquisión,
nuestra antropóloga particular y divisionista de corazón, se encargó
de explicarnos lo que eso significaba para un nuevo país. Nos hablaba
de las teorías de un tal Boenaventura De Souza, de un Pablo González
Casanova y de un tal Luis Villoro, que nos hablaban de otros mundos
venideros, y así, como niños, nos fue llevando por la mano de la
comprensión.

La División patinó en la arena con las explicaciones de Gema. La
marabunta y Gema habían roído nuestras bases teóricas y científicas.
Había que elaborar una nueva teoría metafísica, al más puro estilo de
Kant. Nos enfrentábamos a un nuevo problema
analítico-dialéctico-universal. La División era medio tonta en este
aspecto, por no decir que pendejona, y tuvimos que ir con el resto de
la caravana a continuar nuestras consultas con nuestras computadoras
humanas: Nicasia, María Luisa, Miranda (un apetitoso bombonsote
argentino que nos envió nuestra amiga Cristina Fernández, amor
platónico de nuestro querido jefe Ányol, Miranda, no Cristina), los
chilangos del alma adorados, nos ayudaron más: Laurita (ay, Laurita),
Axayáclatl y un nuevo ser extraño, activo e italiano, Lidia, dieron
luz a nuestras teorías. Nuestros queridos chilangos y la hermosa
Lidia, que ya habían estado ahí varias veces, nos explicaron los
pormenores de la nueva educación zapatista.

Ya bien instruido por todos estos análisis, me atreví a visitar la
escuela otra vez. Anduve fooling around por la banqueta y de reojo
observaba a las hormigas quienes estaban enfrascadas en su clase,
sacando y mordiendo su lengua como Manolito, el de Mafalda cuando
contaba el dinero. Me hice güey (o sea, fooling around, para los que
no saben inglés) por diez minutos. Todavía me atreví a interrumpirlos
para pedirles una pelota de basketbol. Causé revuelo, hablaban
rápidamente entre sí, en zotzil, o tzeltal, no sé. Ellos la llamaban
balón. El maestro detuvo la confusión. Luego me prestaron el balón,
los lenguajes se comunicaron y penetré, por unos segundos, hasta el
epicentro de la pedagogía zapatista.

Y sí, era otro México.

¡Ay, si Makarenko viviera!, escribiría otro poema pedagógico. Seguro.


Foto: La División del Norte

Capítulo Tres

¡Hay charlies por todos lados!

Ésa fue la expresión más famosa e impactante en el Pentágono cuando
los pilotos de los helicópteros estadunidenses, en 1973, creo, cuando
al intentar establecer una cabeza de playa en la selva, en la frontera
de Vietnam del Sur y Vietnam del Norte, en la Colina 429, cuando ya
andaban, literalmente, "valiendo queso" ante un pueblo pobre, feo,
flaco, invadido y rociado con Napalm, vieron a tres de las primeras
naves llenas de soldados ser derribadas por los sudvietnamitas. Una
tras otra. Los atacaban de todas partes. Contra las órdenes de sus
superiores, los pilotos se negaban a aterrizar y regresaban a la base,
so pena de sufrir una acusación muy grave. Pero es que, había charlies
por todos lados.

La debacle militar y las manifestaciones hippies contra la guerra,
(apoyadas fuertemente por John Lennon, pero no por Paul McCartney)
obligaron a la Casa Blanca a retirar a su invasor ejército totalmente
derrotado por los charlies. Gente pobre y menospreciada por los
imperialistas, ¿cómo podrían unos arroceros desarrapados y amarillos
vencer al ejército más poderoso del mundo con quinientos mil Rambos y
con miles de toneladas de bombas de Napalm? El gobierno de los Estados
Unidos aún no entendía que era todo el pueblo sudvietnamita quién se
había rebelado y había decidido correrlos de su tierra. Trataban de
justificar su vergonzosa derrota diciendo que el comunismo, Rusia y
China los apoyaban.

¡Hay charlies por todos lados!, repetía sin cesar el canal History
Channel cuando describía este hecho; las manifestaciones de los
hippies por el retiro del ejército norteamericano, remarcaban la
imagen.

Ésa fue la primera cosa que recordé al hacer mi primera incursión a la
selva que rodeaba al Caracol de La Garrucha. Les contaré…

Apestábamos a león africano junto con león de la montaña y camello sin
baño trimensual y la fila para entrar al único baño común era enorme.
Horas nos tomaría. Así que la valerosa División del Norte, conformada
por el popular General Ányol, por Javier, por el Jimmy, un
extraordinario chilango de cepa, por Chuky, un primo lejano de Charlie
Brown (más adelante les publicaremos algunas fotos para que vean que
sí se parece a un primo lejano de Charlie Brown) y un servidor,
iniciamos otra peligrosa misión; solicitamos permiso en la puerta del
caracol para ir a un arroyo cercano a la población a proporcionarnos
una merecida aseada corporal, el cual conseguimos no sin aprietos. No
todos los habitantes de La Garrucha eran zapatistas y eso podría
implicar problemas, por nuestra presencia. No obstante, con todas las
precauciones conseguimos el permiso. Nos explicaron que había un
acuerdo entre zapatistas y no zapatistas para no molestarse. Eran días
de celebración. ¡Podéis ir en paz!, nos dijeron.

El camino era barroso y resbaloso en extremo, varias veces pudimos
haber besado el piso pero nuestro extraordinario equilibrio y nuestra
condición atlética lo impedía. Llegamos al arroyo y exploramos el
lugar para buscar un espacio adecuado para nuestras necesidades
bañeriles. Al caminar por el barranco del arroyo, Jimmy resbaló y cayó
con toda su humanidad hasta el fondo, bajo gran estrépito. ¡Sopas!,
nomás se oyó. Y saltó agua para todos lados. Eso fue causa de muchas
anécdotas en el campamento. El agua estaba fresca para meterse de
cuerpo entero así que procedimos a lavar fragorosamente solo cabeza,
pies, axilas y genitales de manera rápida. Temíamos que de repente
llegaran las guapas y apetitosas argentinas y se enamoraran de
nosotros al vernos desnudos. Nuestros calcetines ya se paraban solos.
Terminamos, y fue entonces que caminamos un poco más adentro de la
barrosa vereda y miré la selva en todo su esplendor. Varias imágenes
vinieron a mi mente.

Y ahí fue donde comprendí porqué Salinas de Gortari había decidido
detener el fuego y buscar una negociación con los zapatistas, a doce
días de la inesperada irrupción del zapatismo en México, el primero de
enero del año de 1994, hacía justamente 18 años. Cuando la tierra
empezó a temblar.

¿Cómo poder correr por ahí con un montonón de bravos y enojados
zapatistas pisándoles los talones y bajo una nube de balas calibre 22,
las nuevas flechas indias, y cientos de rayadas de madre en perfecto
español, zumbando junto a sus oídos, entre aquella inexpugnable
vegetación y con las botas militares con una enorme plasta de 5 kilos
de barro adherido a cada una de sus suelas? Imposible. Hubo infinidad
de deserciones en el ejército, entonces.

Recordé, por añadidura, aquella vieja entrevista donde el Sup Marcos
insistía en que se le preguntara por detalles militares del
levantamiento. Recordemos que aquella vez, Marcos dijo al
entrevistador que "apenas ellos iban a entrar hacia donde queríamos
que entraran, cuando se acordó un cese al fuego y para cumplir la
enorme petición pública de paz de la Sociedad Civil, bajamos las armas
para dialogar con el mal gobierno". Palabras más, palabras menos.

Así que al plantearlo ante de La División del Norte, pensamos que esa
densidad impenetrable y sin fin de la Selva Lacandona, hacía difícil a
los soldaditos de Salinas moverse entre la vegetación para enfrentar a
los charlies zapatistas y eso lo obligó a detener el ataque. Los
"Kool-aids de paquetito" no van a la guerra, dicen en mi rancho.

La caída de Jimmy, un chilango de cepa, nos advertía por qué los
rebeldes zapatistas usaban botas de hule para poder caminar entre el
lodo arcilloso del lugar. Los militares no iban a cambiar sus botas de
piel por unas de hule. ¡Uff!, ¿cómo se vería el glorioso ejército con
aquellas botitas de hule? Me duele la panza de la risa, sólo al
imaginarlo. Pero, fuera de bromas, en ese tiempo, este hecho, el usar
botas de hule y llevar rifles de palo, fue objeto de acusaciones
absurdas contra los zapatosos. Quesque eran financiados, uniformados y
manipulados por fuerzas extrañas, quesque por Salinas, quesque por
Fidel Castro. Solo les faltó decir que por el mismísimo diablo.

Pero fue eso, la espesura de la selva que impedía el movimiento de las
tropas en aquel entonces, el barro resbaloso de Jimmy y que había
charlies por todas partes, eso fue lo que me hizo recordar la guerra
de Vietnam, cuando caminaba entre la vegetación y la vereda se acabó.

Tal vez por eso se diga que los Estados Unidos ordenaron a Salinas el
cese al fuego. Después de Vietnam, los estadunidenses le soplaban
hasta al jocoqui. Así que podría ser... podría ser que la orden
viniera de allá. El miedo no anda en burro. Y Salinitas, el orejón,
era dócil y genuflexo (por no decir que columpinado) ante los
poderosos gabachos.

Y sí, señores y señoritas, por eso el gobierno ha evitado la
confrontación frontal con el EZLN y se dedica a atacar de manera
soterrada y tangencial a las bases de apoyo zapatistas, porque la
selva es inexpugnable, y es su territorio.

Y hay charlies por todos lados. Neta, los vi hasta en San Cristóbal,
capital del Reyno Coleto. Los vi en choferes de taxis, en extranjeros
hasta para tirar para arriba que no dejan solos a los zapatistas, en
empleados de los cybercafés, en mercaderes, en amas de casa, en guapas
chilenas y españolas y, muy especialmente, los vi en el Centro de
Rehabilitación Número 5. Después os lo contaré (preparen sus peores
lágrimas y sus más profundos sentimientos de indignación). En Chiapas,
el levantamiento fue una bofetada a la conciencia. Sacudió muchas.
Muchos comprenden ahora quien tiene la razón. En el resto de México
todavía se cree lo que dice Televisa.

Pero información mata mentira. Para eso somos los reporteros de guerra
(en tiempos de paz).

La paz pedida por la sociedad civil había sido rigurosamente cumplida
por los zapatistas a pesar de Acteal y a pesar de la guerra de baja
intensidad denunciada a nivel mundial por los charlies periodistas de
todo el mundo, que informan sin ambages los paleolíticos actos de los
tres gobiernos, y los zapatistas aprovechan esa paz para experimentar
la creación de un mundo donde, dicen, quepan muchos mundos. Eso es lo
que hacen los zapatistas, plantear un nuevo modelo de nación. Donde la
educación y la ética sean fundamentales para la construcción del
futuro. ¿De qué otro modo podremos deshacernos de los mentirosos y
ladrones funcionarios actuales? Ni con agua hirviendo.

La Revolución de la dignidad, han llamado a la resistencia zapatosa.

Lección número dos.

Favor de tomar nota. Yo creo que lo que los indígenas zapatistas
plantean es una revolución de la ética. Hay que buscar esta palabra en
el diccionario para entenderles (sirve que aprendemos algo para
enseñarles a nuestros hijos). Hay que leer aquel terrible texto leído
por el Comandante Zebedeo, en el "Honorable" Congreso de la Unión y
las cartas de Marcos a Luis Villoro. La cultura indígena no concibe la
mentira.

Y sí, de eso comentábamos en La División cuando ya, limpios,
regresábamos del arroyo y ya con Jimmy repuesto del santo madrazo que
se había dado. Me acordaba y hasta a mí me dolía. Pero Jimmy era
fuerte y hacía como que no. Su respiración delataba que podría traer
dos costillas fracturadas, pero no paraba de hablarnos de la belleza
de las ruinas de Palenque.

Antes de entrar al caracol, concluimos que la paz servía para que los
zapatistas intentaran reconstruir las bases éticas, políticas,
sociales, económicas y jurídicas de un nuevo país. Y, tal vez, de otro
mundo.

Sí. Porque hay charlies en Italia, en España, en Grecia, en Argentina,
en Japón, en Alemania, en Noruega, en el DF, en San Luis Potosí, en
California, en Chihuahua, en Siria, en Palestina, en Juárez, en Cuba,
en Nueva York, en Wall Street, en la plaza Tahrir… y no dejan
aterrizar cómodamente a los helicópteros del capitalismo.

Tan, tán.

Foto: La División del Norte


Capítulo Cuatro

Que tiemble Lenin, otra vez

Pobre Lenin, apenas se reponía de la terrible tembladera que le dio
cuando su tocayo Vladimir Putín, (con acento), trató de sacarlo del
Kremlin. Con todo y sarcófago. Apenas lograba soportar los himnos del
nuevo zar, (pero de la mafia rusa) y volvía descansar un poco cuando,
¡oh, desgracia!, volvían otra vez los gatos a la azotea, a despertarlo
de su sueño celestial.

Cuantos textos, cuantas teorías, cuanta revolución. Y aún no lo
dejaban dormir en paz. Pero ahora era diferente. Él había dicho que
algunas de sus teorías serían mejoradas. Total que, dos de sus
postulados más importantes de la formación del nuevo estado, para
evitar que los funcionarios gozaran de privilegios y que el poder se
convirtiera en botín, eran puestos en duda.

Pobre Lenin.

Volver a despertarlo para discutirlo, no debe ser nada cómodo. Pero el
zapatismo lo ha logrado. El funcionamiento de la Junta de Buen
Gobierno de La Garrucha logra cuestionar apartados fundamentales del
comunismo viejo. Despierten, ¡oh, intelectuales de izquierda!,
éntrenle al toro, los intelectuales de derecha están de vacaciones,
(claro, tienen empleo), no se darán cuenta, (ni entenderán). Otros
están dando clases a Peña Nieto. La revista Nexos se publica hasta
febrero.

Lenin decía que para evitar esos males propios del capitalismo en un
nuevo estado (hasta el idiota de Stalin va a despertar con esta
discusión) había que pagar el sueldo de un obrero a los funcionarios y
hacerlos removibles a la menor queja.

Habría que recurrir a los viejos y polvosos textos para recordar esto.
Pero el hecho de que los funcionarios del gobierno caracoliano no
devengaran ningún sueldo y comieran exactamente lo mismo que todos,
frijoles y tortilla dura con café, y que además fueran removidos cada
diez días superaba, incluso, lo que Lenin planteaba.

Creo que sí. ¿Cómo acumular poder?, ¿cómo enamorarse de un hueso? Y
los letreros en todos lados de: "Aquí manda el pueblo y el gobierno
obedece", ponían en jaque hasta el mismo centralismo democrático de
Lenin. Había que hacer una visita a la Junta de Buen Gobierno para
averiguar esto. Para eso era Sherlock Holmes. Y la telaraña se fue
tejiendo, fina. Cartas marcadas.

Con el pretexto de cargar mi teléfono celular para tomar algunas
fotos, conocí a algunos zapatistas, funcionarios del caracol. Me
percaté de que su frialdad, el día en que llegamos, su lacónico buenas
noches, obedecía a que ellos también eran extraños en el lugar.

Parece extraño pero sí, eran tan extraños como nosotros, sólo que
ellos hablaban tzotzil (o tzeltal) y tenían ocho días ahí. Venían de
otras comunidades, a cumplir con un cargo que sus asambleas habían
determinado que cumplieran. Así que, no había sido desdén, el día de
nuestra llegada, sólo nos observaban. Tampoco encontraban la forma de
sacar conversación. Eran caracoles y no tenían ninguna prisa,
esperaban que nos acomodáramos y nos conociéramos entre nosotros, para
después conocernos ellos, para ver que había de bueno.

Claro que les dio gusto cuando nos vieron llegar, claro. Pero, ¿cómo
expresarlo? Y nosotros, cierto, también intentábamos conocernos a
nosotros mismos. Los caracoles son espirales, había que recorrer el
esquema hacia el centro. No había prisa. Eran caracoles, repito, y
podían derrapar peligrosamente en el cemento si se aceleraban
demasiado. Las cosas eran muy importantes para tomarlas con prisa.

Pero al fin los conocí, ahora volví con el pretexto de recoger mi
teléfono para oír a los Rolling Stones. Ellos ni siquiera sabían quién
era Mick Jagger ni habían oído Satisfaction, pero vieron una excelente
oportunidad para establecer plática con uno de los recién llegados.
"¿Veamos qué trae este ser extraño y provocador?", se decían en
tzotzil (o tzeltal), y me hablaron del capitalismo y de los malos
gobiernos; yo, como Leonardo Fabio, les hablaba de que había cortado
una flor, de aves e insectos. De tucanes y trogones. De escarabajos
enojones. Buen estudio. Pasé el examen y platicamos de manera libre.

Hablamos de la ecología, de la necesidad de defender el ambiente, pero
con conocimiento de causa, de la importancia de la educación ecológica
para la marabunta. Les hablé de las posibilidades del barro y del
necesario inglés. "Sí", me decían, con la voz gruesa. "Vienen gringos
y nomás nos vemos. ¿Y luego?", les dije. Les invito a que me inviten a
que venga a ayudarles en esos temas, tengo mucho qué dar. Les gustó la
idea, se hablaban entre sí, para explicarse las cosas que yo decía.
Aprobaban con la cabeza.

Después de todo, mi función en Proyecto Nedni era la de desarrollista,
de naturalista, no la de reportero. Me obligaron a serlo, pero había
que aprovechar el momento revolucionario para impulsar proyectos
personales de orientación pedagógica-ecologista-revolucionaria.

Le platiqué rápidamente a mi amiga Fabis. Ésta me animó a ver a la Junta.

Noooombre, le dije. Ni loco. Me daba pavor.

Bastaron dos cafetazos madrugadores en la cocina del caracol y más y
posteriores pláticas con los cafeteros presentes a las cinco de la
mañana, donde hablamos de la posibilidad del barro. De la necesidad de
estudios de aves, plantas e insectos y hasta del idioma inglés. Me
animé. Mi terapeuta Fabis había hecho su trabajo. En un ataque de
valentía (y había que aprovechar estos cada vez más escasos ataques),
solicité entrar con la Junta. Y los vi. Eran jóvenes. Sonrientes.
Segunda generación. Con sus ojos astutos y amigables (eeeestos si eran
antropólogos inversos), el estereotipo de La India María se quebró
como una burbuja, ¿quién dijo que los indios son tontos? Los convencí
de las bondades científicas y pedagógicas de la propuesta.

Quedamos buticompas, (es un decir). Y al otro día acudí por la
respuesta y… para mi sorpresa ¡¡¡la junta había cambiado!!!, cambiaban
cada diez días. Ni Lenin.

Ese desaguisado me indicaba que había, en ello, una nueva propuesta
para impedir el abuso del poder. ¿Cuál sueldo de obrero? ¿Cuál
remoción ante la primera queja? La radicalidad de los indios
(americanos, deberíamos de decir) iba más allá de lo comprensible,
incluso para quiénes habíamos leído algunos textos leninistas en
nuestra época universitaria y sabíamos un poquitín de las leyes de la
dialéctica.

Lenin dijo que sus teorías podían ser superadas, pero no conoció a los
indios. Y debe estar inquieto por saber que pasa con esas teorías, y…
por qué Putín, (con acento), se ha postulado para presidente de Rusia,
otra vez.

Vinicio Chaparro, el autor Foto: La División del Norte

Capítulo Cinco

Chomsky

Cuando se publicó por primera vez el artículo "¡¡¡Hay charlies por
todos lados!!!", un amigo me puso una defecada terrible. Cruel. No me
bajó de ignorante. Y, como decimos en el rancho en estos tristes
casos, me dejó como "palo de gallinero". Bueno, me dijo hasta
"pendejo".

Tuve que consultar a un sicoanalista.

–"Y sí, por supuesto que tiene razón", me dijo el sicoanalista, "en
haberte dicho así", (el sicoanalista no decía malas palabras, pero
sonrió al final, dando vuelta a la cara, tratando de que yo no lo
notara). "Tenías que haberte documentado mejor antes de escribir".

–Necesito una segunda opinión-, le dije y salí peor que cuando entré.
Pensaba seriamente en suicidarme (pero aguantando la respiración, por
si me arrepentía).

Y todo sucedió, porque en ese artículo que menciono que los charlies
eran los norvietnamitas. Eso significa que soy un verdadero… ignorante
de la historia de esa guerra. Mis más sinceras disculpas a los
lectores de ese primer texto. Pero para poder corregir mi error hubo
que documentarme mejor, así que para satisfacer la curiosidad que
despertó la sola mención de la guerra de Vietnam en otros amigos menos
agresivos, a los que les interesó el tema y me pidieron más, más y
más, como artistas porno; aquí les receto un texto de Noam Chomsky,
otro de mis papás anticapitalistas y muy sabio, díganme si no, (de
alguna manera debo corregir mi idiotez), se los receto para que juntos
nos documentemos un poco más, para entender mejor los motivos, los
detalles y los incalculables daños humanos y naturales de esa guerra.

Y, sin llorar, sigue la crónica.

Dice Chomsky en un artículo llamado "Aniversarios de la nohistoria":
publicado el 11 de febrero de 2012, en el periódico La Jornada:

"En estos días estamos dejando de conmemorar un suceso que tiene un
gran significado: el 50 aniversario de la decisión tomada por el
presidente Kennedy de lanzar una invasión directa contra Vietnam del
Sur., lo que pronto se convertiría en el crimen más extremo de
agresión desde la Segunda Guerra Mundial.

Kennedy ordenó a la fuerza aérea de Estados Unidos que bombardeara
Vietnam del Sur (para febrero de 1962, se habían realizado cientos de
misiones aéreas); la guerra química autorizada para destruir los
cultivos de alimento y así someter a la población rebelde; y poner en
vigor programas que, en última instancia, obligaron a millones de
aldeanos a refugiarse en viviendas improvisadas en la periferia urbana
y en campos de concentración virtuales, llamados "aldeas estratégicas.
Ahí los aldeanos serían "protegidos" de las guerrillas nativas a las
que como bien sabía la administración estadunidense, apoyaban
voluntariamente.

Los esfuerzos oficiales para justificar los ataques fueron mínimos, y
en su mayor parte, mera fantasía.

Fue típico el apasionado discurso del presidente de la Asociación
Americana de Editores de Periódicos, el 27 de abril de 1961, cuando
advirtió que "estamos enfrentando en todo el mundo una conspiración
monolítica e implacable que depende principalmente de medios
encubiertos para expandir su esfera de influencia". En Naciones
Unidas, el 25 de septiembre de 1961, Kennedy afirmó que si esa
conspiración lograba alcanzar sus fines en Laos y Vietnam, "las
puertas quedarían abiertas de par en par". Los efectos a corto plazo
de esto fueron reportados por Bernard Fall, respetado especialista e
historiador de Indochina –no un pacifista, pero sí, uno de quienes se
preocupaban por la suerte de los pueblos de esos atormentados países.

A principios de 1965 calculó que aproximadamente 66 mil sudvietnamitas
habían sido abatidos entre 1957 y 1961; y otros 89 mil entre 1961 y
abril de 1965, en su mayoría víctimas del régimen cliente de Estados
Unidos o "del aplastante peso de las fuerzas armadas estadunidenses,
el napalm, los bombardeos a reacción y, finalmente, gases que causan
vómitos".

Para 1967, la oposición a los crímenes en Vietnam del Sur había
adquirido una escala sustancial. Cientos de miles de tropas
estadunidenses asolaban Vietnam del Sur, y las áreas con mayor
población eran sometidas a intensos bombardeos. La invasión se había
extendido al resto de Indochina".

Y le faltó decir como los soldados norteamericanos robaban el arroz de
las aldeas rebeldes para matar de hambre a los increíbles rebeldes
sudvietnamitas, técnica que han usado los paramilitares para acabar
con los zapatistas, nuestros modernos charlies, cuando intentan
despojarlos de sus parcelas.

Pero bueno, también Sherlock Holmes se equivocaba.

Afortunadamente el buen Chomsky nos ha sacado de la confusión. Gracias maestro.

Foto: Red

Pero sigue la depresión post-parto (literariamente hablando). Los
regaños de la jefa, allá en Stockton, California, fueron de antología.
Sus gritos se escuchaban hasta en Oklahoma. Casi se canceló la misión.
El salario, seguro, sufrirá temperaturas bajo cero (de por sí era
cero). Sorry. Fue un grave error. Lo acepto. ¿Ya ven por qué a
Sherlock Holmes le era indispensable Watson? Estoy seguro que si
Watson me hubiera acompañado, éste si que se sabría la historia de la
Guerra de Vietnam, (o la hubiera buscado en Wikipedia).

Pero bien, ya quedó suficientemente claro que fue Vietnam del Sur el
que derrotó vergonzantemente a los gringos todopoderosos. Por mucho
que estos lo intenten esconder en sus libros de texto de historia
porque, como dijo Chomsky en el mismo artículo: "Las decisiones se
mantuvieron en la oscuridad, como lo fueron las consecuencias que
todavía persisten… El núcleo de la nohistoria es "desaparecer" lo que
ocurrió". O sea que los gloriosos sudvietnamitas no aparecen en la
historia por que los Estados Unidos sienten vergüenza que su mismo
pueblo lo sepa, lo entienda. Que perdió una guerra ante un puñado de
pobretones.

Nadie debe enterarse que los charlies amarillos fueron más
inteligentes que los hijos del tío Sam Ni lo mande dios. Qué vergüenza
para el imperio. Hay que mantener su imagen de Supermán cruzado con La
Mujer Maravilla. Si no, ¿cómo irían sus soldaditos a la guerra a
defender al capitalismo? Por eso tienen que cantar apasionadamente,
con la mano en el corazón, "¡God bless América!", en la séptima
entrada de sus juegos diarios de beisbol, para convencerse a sí mismos
de que ellos son los americanos, dejando para los americanos reales
sólo el nombre de sus equipos de futbol americano y sus helicópteros
de ataque. Dicen que un pueblo sin identidad necesita muchos sicólogos
y mucho tinte para el cabello, (por eso muchas quieren ser Marilyn
Monroe).

Y sí, también hay que aclarar que ésta crónica se trata de un
reportaje sobre el zapatismo, eso está claro, sólo que a veces Chomsky
es muy metiche. Y como somos compas, pues, había que darle trámite a
su jale. De todos modos, mis sentimientos y mis errores son parte de
la crónica, ¿qué seríamos los reporteros sin emociones? Una fuente de
datos. Gélida, a más no poder.

Además, Chomsky es un charlie, también. Me lo dijo un pajarito. Y si
no lo creen, pregúntele a los gringos.

…y mi querido Chomsky tampoco deja aterrizar cómodamente a los
helicópteros del capitalismo.

http://www.losangelespress.org/cronica-de-un-viaje-al-epicentro-de-la-tierra-zapatista/

Las enseñanzas del silencio del EZLN

Las enseñanzas del silencio del EZLN
Para escuchar su palabra,, para deshebrar los significados de lo
esculpido en la roca,,
hace falta entender la connotación y trascendencia de la palabra misma
y lo que significa para nuestras culturas precedentes,, las más
anteriores,, las que aun hoy nos continúan envolviendo con su halo de
misterio,, silencio y grandeza nuestro presente,,
Sin duda que el movimiento Zapatista de liberación Nacional continua
construyendo su mundo ese "donde quepan otros mundos" dicen ellos y
así lo repite un extraño rumor que despeina los maizales,, a pesar
del supuesto desdén con el que el Estado mexicano trata este fenómeno
político social y su evidente influencia en una serie de
movilizaciones en contra del sistema financiero unipolar actual,,
Con todo en contra y el albur al lado de la muerte,, se decidió un
día,, primero de Enero de 1994,, darle vida a su lema: "!Ya Basta!" ,,
Se levantaron en armas,, decidieron darle sentido a la dignidad
escondida en las raíces de la Ceiba,, decidieron que era preferible
perderse para siempre en los vericuetos de la eterna noche,, que
continuar en las zarpas del olvido,, decidieron hermanarse con el
veredicto de la sangre de los ancestros antes que sufrir el exterminio
inexorable de la marginación de una nueva era,, cargada de glamures y
exóticas e inimaginables delicias y placeres,, mundanos unos y de
pacotilla los siguientes,,
A pesar del cerco informativo de los medios de comunicación en contra
del movimiento,, este sí de izquierda en el terreno de las ideas y de
la praxis,, comunidades indígenas zapatistas en varias zonas del
estado de Chiapas persisten en su osadía de darle vida a su utopía,,
al sueño de los más pequeños,, a los que fácilmente,, por muchos
siglos,, se les marginó de un derecho,, no digamos social,, un
derecho natural a la vida y desarrollo,, ¿De qué nos pueden culpar?
Respondió una voz tejida con olvido,, desde las cañadas,, transformada
en sentencia y relámpago,, a otra voz,, que sentenciaba desde la otra
orilla,, desde un trono de cinismo y estulticia,,
Tanto el Gobierno del cambio (de playera si acaso) de Fox (este sí un
verdadero zorro) y el de Calderón,, sumido en la rebatinga y la
representación cantinflesca de la política,, el primero,, y en la
ineficiencia y golpeteo estúpido a la colmena con esa otra dosis de
falta de razón histórica,, el otro (¿Cuando la derecha se ha
caracterizado por ser inteligente y estar a favor de la sabiduría?),,
Ambos operando con el Zapatismo desde una zona aparentemente
indefinida,, una zona maniobrada desde la estrategia de guerra de baja
intensidad,, estimulando la lucha intercomunitaria a través de grupos
infiltrados y financiados desde los tres niveles de gobierno,, para
desgastar el avance de las comunidades autónomas zapatistas,, aquellas
cuya premisa se basa en la máxima autogestiva "del mandar
obedeciendo",, estos han logrado evidentes y significativos logros en
la construcción de ese mundo donde se continúan aglutinando otros
sueños,, otras auroras de diversas anchuras y tonalidades,, han dado
un significativo ejemplo,, emblema,, eje fundamental de su estatura
moral,, evidencia misma del poder de la palabra y la imaginación,, la
dignidad,,
Es claro que el gobierno mexicano calderonista desde otro plano
político social habría actuado de manera muy diferente con el
movimiento indígena zapatista,, pero dadas las circunstancias de
guerra en contra del narcotráfico le hubiera resultado desastroso
impulsar una política militarista en contra de estas comunidades en
resistencia,, una evidencia de su desdén al zapatismo es el silencio
con el que se han conducido en casi dos sexenios los gobiernos
emanadas del tan cacareado cambio blanquiazul,, este cerco informativo
ha pretendido desgastar la imagen del EZLN,, tan afines a la parábola
publicitaria de que si no te cobija el duopolio televisivo no estás en
el plano de la realidad,, virtual o real poco importa en verdad,,
ambas son el objeto y reflejo frente al mismo espejo,,
La falta de credibilidad del gobierno calderonista,, su desgaste
militar e institucional,, la evidente encrucijada sexenal que ya pende
de alfileres en el panorama político electoral y los barruntos de
cambio de estafeta partidista hacen que la atención a la movilización
indígena de las cañadas,, los altos,, montes azules y puntos
intermedios,, se atempere en una espera y olvido,, mismo que se suma a
otro olvido con ya más de quinientos años de destilación,, la
indiferencia con la que nuestra clase política trata los problemas
fundamentales de cualquier sociedad resultan patéticos,, por decir lo
mínimo,, los tres grandes partidos que dan sustento a nuestra realidad
electoral resultan un raro enjambre de compadrazgos y,, como en el
futbol mexicano,, sin amor a la playera,, sin una verdadera
obligación ideológica,, sin ideas,, ni los compromisos que dan
sustento a su razón de ser como partido,, todo el espectro electorero
sufre de la misma enfermedad,, apoplejía espiritual,, su desdén al
zapatismo,, es simétrico al cuidado ambiental,, ecológico,,
educativo,, laboral,, judicial,, en fin,, toda la estructura del
Estado se encuentra colapsada,, ¿En qué otro país un delincuente
operaría el futuro de su niñez a su antojo y a la deriva en cuanto a
valores,, ética y honorabilidad,, por no decir lo básico del
aprendizaje e intrínsecas connotaciones?
El silencio de la palabra sagrada es silencio sagrado también,, la
respuesta del movimiento zapatista de liberación nacional al trato y
respuesta a sus propuestas,, emanadas estas de los acuerdos de San
Andrés Larraínzar,, tan bochornosamente tratados por parte del Estado
mexicano,, (priistas unos panistas otros) fue emprender el camino de
la transformación,, tomar en sus manos las riendas de su presente y de
su futuro,, como bandera de la grandeza de su pasado,, Desde su propia
utopía construyen otros sueños,, las nuevas generaciones mueven los
delicados hilos al reproducir su biculturalidad,, su educación,, su
salud y sus sueños,, su persistencia de no dejarse vencer por un mundo
que todo les quiere arrebatar,, sus tierras,, sus aguas,, su espíritu
y su historia,,
A un silencio estratégico y militar del Estado mexicano,, nuestros
indígenas mayas responden con un silencio donde la dignidad es una
llamarada que alumbra el futuro de la selva Lacandona,, No es raro
que para nuestros antiguos mayas la palabra estuviera asociada a su
Dios principal Itzamná y su reflejo nocturno en el cuerpo de Itxchel,,
W.López

// posted by CCD3/22/2012 02:22:00 PM

http://laotratijuana.blogspot.mx/2012/03/las-ensenanzas-del-silencio-del-ezln.html?utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter