jueves, 22 de marzo de 2018

Cronica: Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan

MARICHUY Y LA OTRA POLÍTICA
Primer día    miles de mujeres CRÓNICA POR: VALERIA ARENDAR Jueves 8 de marzo de 2018, bienvenida. Inmersas en el corazón de los límites del Altiplano Central y de las Montañas del Oriente, es decir, en la región II de los Altos de Chiapas a 1240 metros sobre el nivel del mar y cobijadas por un cielo azul celeste en el Caracol Morelia de la zona de Tzotz Choj, del municipio de Altamirano se celebró el Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan convocado por las comandantas Jessica, Esmeralda, Lucía, Zenaida y la niña Defensa Zapatista del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). El viento se movía errante antes de tocar la tierra durante las palabras de Érika, capitana insurgente de infantería del EZLN, quien –en la mañana- dio la bienvenida al evento en el templete principal acompañada de otras compañeras insurgentes y milicianas de diferentes grados. No sin antes recordar a Eloisa Vega Castro, activista de la Red Sudcaliforniana de Apoyo que perdió la vida en el accidente carretero que sufrió la caravana del Concejo Indígena de Gobierno junto a su vocera María de Jesús Patricio Martínez,  el pasado 14 de febrero en el recorrido por la obtención de rúbricas en Baja California Sur.   Las zapatistas bajo el sol durante la bienvenida al Primer Encuentro.  Foto: Valeria Arendar  En la explanada central, lo que después se convertiría en la cancha de fútbol, se encontraban formadas las mujeres zapatistas provenientes de los cinco Caracoles: La realidad, Oventik, La Garrucha, Morelia y Roberto Barrios. De acuerdo con Marina, quien pertenece al Caracol madre, viajaron –únicamente- desde La Realidad cerca de 360 compañeras al Encuentro. Es por eso que a cada Caracol se le fue asignado un moño de diferentes colores que debían portar en el pasamontañas de miércoles a domingo. Al medio día, la temperatura alcanzó casi los 30 grados: la sed con calor se hacía presente y las caras rojas insoladas aparecían una tras otra. Sin embargo, las zapatistas permanecieron paradas bajo el sol cubiertas con el pasamontañas por más de cuatro horas escuchando las palabras de bienvenida de sus compañeras. Érika, capitana insurgente de infantería del EZLN. Foto: Valeria Arendar Al mismo tiempo, casas de campaña iban poblando rápidamente el monte. Los templetes y los comedores eran de los pocos lugares con sombra. En ellos, mujeres de todas las edades, formas y colores se refugiaron del sol para escuchar a las compañeras zapatistas. El silencio, los aplausos, la emoción y las lágrimas se apoderaron de la multitud rendida ante la innegable dignidad rebelde que transmitían las zapatistas. El miedo que impone el Estado hoy en día es un gran negocio; es expresión de una violencia que no sólo afecta a las víctimas. La violencia expresiva y política engloba a la sociedad porque, como mencionó Érika -capitana insurgente de infantería del EZLN-  esta violencia nos está matando. ¿Qué es entonces el miedo? Se preguntaron las zapatistas. Si la política es la capacidad humana para gestionar los bienes, es decir, la posibilidad de la democracia, el miedo, entonces, es su contrario. Es por ello y, subrayaron que es nuestra resistencia y rebeldía lo que nos permite encontrar nuestro lugar como mujeres. Escuchando las palabras de bienvenida. Foto: Valeria Arendar En ese contexto, la bienvenida al Primer Encuentro […] de Mujeres que Luchan sentó las bases de los sentidos políticos del zapatismo que, antes que nada, invitan a conectarnos y coordinarnos entre las personas y a emplazarnos al desarrollo de la autonomía como proceso de transformación colectiva. No nos piden que seamos zapatistas. Más bien, recalcan que debemos aprender a decir todas juntas “¡no tenemos miedo!”. Lo cierto es que las palabras que leían Érika y sus compañeras, como Flor de Oventik Caracol II, fueron consensuadas en colectivo. Eran voces individuales rizomáticas y revueltas entre edades, lenguas e historias que hablaban en nombre de ellas y de sus compañeras: “combatir al enemigo sin temer a la muerte nos hizo más fuerte […] gracias abuelas y tatarabuelas, ahora estamos trabajando en nuestra autonomía”. La bienvenida zapatista mostró el significado de los Caracoles: instancias para que el oído escuche incluso la palabra más lejana. Y ahí, en el Caracol Morelia, el jueves 8 de marzo, éramos cientos y miles de mujeres abriendo los ojos a otras cosmovisiones, a otros mundos posibles. COMPÁRTELO: TwitterFacebook144Google RELATED Primer día Encuentro mujeres que luchan, parte II. 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