miércoles, 18 de enero de 2012

A 6570 días del levantamiento armado de EZLN (I)

A 6570 días del levantamiento armado de EZLN (I)
Gaspar Morquecho
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Es muy probable que en estos días - hace 18 años -, los jefes militares
de Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) estuvieran revisando
el contenido de la Declaración de Guerra y la redacción de las Leyes
Zapatistas. Deberían ser breves, concisas y claras para el pueblo
mexicano. No debía faltar ni sobrar nada. Después los documentos se
mandarían a la imprenta y serían el contenido del ejemplar número uno de
El Despertador Mexicano. La Declaración de la Selva Lacandona: Hoy
decimos ¡Basta!, también fue impresa en hojas de papel tamaño doble
carta. Los jefes zapatistas estarían dando los últimos toques a los
planes militares para el despliegue y asalto de 6 poblaciones y 1 ciudad
(Ocosingo, Altamirano, Las Margaritas, Chanal, Oxchuc, Huixtán y San
Cristóbal de Las Casas), mientras los mandos medios cuidaban que la
tropas rebeldes, sus armas, el parque y demás equipo de campaña
estuviera en las mejores condiciones posibles, las raciones para los
días de guerra lo mejor distribuidas y verificando la capacidad de sus
unidades para el traslado de la tropa a los frentes de guerra. Por su
parte, las milicias aceitaban sus poderosas y temibles escuadras,
revólver o rifles calibre 22 (de 1, 2 o 16 tiros). Otros, improvisaban
armas manufacturando lanzas con el metal de sus machetes y, otros, sus
infalibles rifles de madera.
Las fuerzas zapatistas estaban formadas por los ejército de las/os
insurgentes, sus fuerzas especiales, el de la milicias y miles de
valientes bases de apoyo (hombres, mujeres de mayor edad, jóvenes y
niñas/os). A lo largo de 10 años se habían adquirido en el mercado
gringo, armas y fornituras utilizadas en la segunda guerra mundial,
Corea o Vietnam: algunos fusiles SKS, Steen, Thompson, Tommygun, M1, M2,
M16, MP40, Schmeisser (muchos de ellos reconstruidos por hábiles armeros
zapatistas), AR15, escopetas 12 y 16, y ¡¡¡¡¡Chingos de 22!!!!! Contaban
con una impresionante red de radios comunicación, casas de seguridad,
posiciones de montaña. El ajuar rebelde y equipo básico de campaña de
las/os insurgentes era el uniforme: pantalón negro, camisola café,
gorra, paliacate o pasamontañas y botas (de cuero o de hule). Las
jóvenes insurgentes con bordados de flores en su pantalón y sus aretes
le daban el "toque femenino" al uniforme rebelde. La fornitura, por lo
general, elaborada por ellas/os mismos (cartucheras, porta cantimplora)
de color gris o verde. En algún lugar guardaban el "techo", una pieza de
plástico sumamente flexible y maleable, reforzado en sus orillas con
hilo trenzado de algodón que sobresalía en cada esquina y que servía
para fijar el "techo" cuando acampaban en algún lugar. No faltaba el
machete, un foco (lámpara de mano), cepillo de dientes, algunos contaban
con reloj de pulso y por supuesto, el arma. ¡Ah! para acicalarse,
portaban un espejito circular con una montura de lámina. Sin embargo, lo
más importante, portaban una enorme cantidad de decisión y valentía.
Todo, basado en sus "propias fuerzas", en sus propios recursos.
Seguramente Elisa llevaba en su corazón la satisfacción del "deber
cumplido".
Habían pasado 8,775 días de la fundación de las Fuerzas de Liberación
Nacional (FLN), 7,235 días del ataque a la Casa Grande de Nepantla y al
Chilar - primer campamento guerrillero de las FLN en Chiapas -, y 3,650
días de la fundación del segundo Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata en
el campamento La Garrapata en la Selva Lacandona.
(Tres fechas conmemorativas del EZLN. De ellas, es importante destacar
la del 14 de febrero, Día de los Mártires de Nepantla. Mantener viva la
memoria y honrar a los combatientes caídos se convirtió en la base para
la forja de los insurgentes y argamasa del proceso zapatista. En esa
fecha se reiteraba el compromiso de lucha de los insurgentes: no podían
traicionar a sus compañeras y compañeros que habían entregado su vida en
la lucha por la liberación nacional. Cada 8 de octubre, recordando al
Che, celebraban el día del Combatiente Internacionalista.)
Diez meses antes, el 23 de enero de 1993, las FLN habían resuelto
iniciar la guerra y, al Subcomandante Insurgente Marcos se le confió la
tarea de preparar el levantamiento. Esta fecha también debe ser
memorable para el EZLN y se preparaban para sumar la del 1 de Enero a su
calendario de fechas conmemorativas. Seguramente, "el mero día" quedó
bajo el resguardo de un pequeño núcleo.
En los meses de marzo y mayo de 1993 dos acontecimientos tensaron la
coyuntura previa al levantamiento: la muerte de dos militares - uno de
la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) y otro de Ejército Federal (EF) -, en las
comunidades ubicadas al sur de San Cristóbal de Las Casas y el primer
choque del EZLN con el EF en las inmediaciones del campamento rebelde
Las Calabazas en la sierra de Corralchén, Ocosingo, al parecer bajo el
mando del Sub Daniel. Marcos comentó - entre febrero y marzo de 1994 -,
que en el primer caso, una "brigada volante" se "había aproximado
demasiado a uno de sus campamento" y que el descubrimiento del
campamento rebelde en la sierra de Corralchén "pudo haber accidental o
resultado de un chivatazo". En ambos casos, comentó, se vio la
posibilidad de "adelantar la fecha del levantamiento". Daniel abandonó
las filas del EZLN. Probablemente después que los federales abandonaron
la zona y de la valoración que hicieran los jefes militares zapatistas
de su proceder en esa eventualidad armada.
En los dos casos fueron detenidos algunos campesinos y los de El Carmen
Pataté fueron acusados de "traición a la patria". Hubo también diáconos
y catequistas cuya defensa por el Centro de Derechos Humanos Fray
Bartolomé de Las Casas derivó en una fuerte confrontación de Samuel Ruiz
García - obispo de San Cristóbal -, con los jefes de la 7 Región y 31
Zona militares. Eran las primeras pruebas para Samuel Ruiz y las
plataformas diocesanas en la víspera del levantamiento armado.
El choque de la columna zapatista y los federales en Corralchén confirmó
la existencia de la guerrilla, el rumor que con muchas imprecisiones
corría desde el inicio de la década de 1990, por ejemplo: "En Chiapas
existen tres ejércitos rebeldes: uno en Ocosingo, otro en Altamirano y
otro en Las Margaritas", y desmintió la afirmación "En Chiapas no hay
guerrilla", del entonces gobernador Patrocinio González Garrido. La
copia del expediente ministerial de, al menos, 500 fojas contaba con una
sección de fotografías del campamento zapatista, de algunas armas,
documentación e insignias.
1993, también fue un año dedicado por los zapatistas a informar a
algunas personas y grupos que "habían acordado la guerra". Algo que va a
distinguir al EZLN. También para reclutar colaboradores y al "acopio de
recursos". Unos recurrieron al bosque, la "última frontera" de la
economía campesina; los grupos de salud a conseguir "botiquines de
guerra"; no faltó quién llegara con un catálogo de rifles de asalto y
decir: "Necesitamos de éstas"… Respuesta: "¡Uf! ¡Y de donde cabrones las
sacamos!". El acopio para la "sobrevivencia", además de armas y tiros
incluía maíz, frijol, tostada y en algunas regiones carne seca. 1993,
también fue un año en el que era evidente el "reflujo" del movimiento
campesindio en Chiapas. El Frente de Organizaciones Sociales de Chiapas
(Fosch) que había glutinado a la mayoría de organizaciones campesindias
en 1992, se había disuelto y las agrupaciones en cada uno de sus nichos
se movían en torno a la dinámica que imponía el calendario del Congreso
Agrario Permanente (CAP) creado por Carlos Salinas.
En ocasiones discutíamos con algunos compañeros indígenas, sin saber que
se trataba de un base de apoyo zapatista, sobre un horizonte sin
horizonte, "pérate compañero… pérate, ya lo vas a ver". ¡Qué voy a ver,
ni qué voy a ver! Lo único que veo es la división y la confrontación
entre ustedes y sus organizaciones, le respondía molesto. El compa
insistía: Ahí lo vas ver…pérate. Con algunos salió el tema de la lucha
armada: "Con la lucha armada lo único que van a lograr es que revienten
los procesos de lucha que se han venido forjando desde hace muchos años
y que nos vengan a partir la madre". El espejo que teníamos enfrente era
la prolongada lucha revolucionaria en Centro América en un franco
proceso de pacificación, fracasos y una estela de miles de muertos.
El EZLN había acordado iniciar la guerra en un contexto y coyuntura adverso:
- El fin de la historia. Había caído el Muro de Berlín y reventaba el
Socialismo y con él, el bloque socialista.
- En la región avanzaba el proceso de pacificación (Nicaragua,
Guatemala, El Salvador) después de 30 años de guerra y casi 500 mil
víctimas mortales.
- Se había declarado la inviabilidad de la lucha armada. Los principales
argumentos político-militares y técnicos eran que los ejércitos habían
dejado de ser nacionales para convertirse en Ejércitos Continentales
bajo la dirección del Pentágono y con una enorme capacidad de fuego.
- La mayoría de los movimientos armados en América Latina habían sido
derrotados sin tomar el poder.
- La mayoría de las izquierdas se habían deslizado hacia la "democracia
electoral" y atascados en procesos políticos - electorales habían sido
incapaces de ganar alguna elección significativa.
- Con el acuerdo de "iniciar la guerra", las FLN perdieron al comandante
Rodrigo uno de sus mejores cuadros. En el Congreso había defendido que
no había condiciones en el país para iniciar la lucha armada. Al perder
fuerza sus argumentos en la dirección de las FLN abandonó la reunión
antes de que ésta concluyera.
- El subcomandante Daniel había abandonado el proceso una vez que fue
cuestionado y, se dice, que también fue degradado, por su proceder en el
choque de Corralchén.
- Una parte de la Asamblea Diocesana había dejado de apoyar la vía
armada y el EZLN había perdido bases de apoyo.
- Inteligencia militar tenía más información sobre el EZLN.
Sin duda el comandante Rodrigo tenía razón… pero no toda. Sin duda el
Sub Marcos (apoyado por el Sub Pedro y Daniel) tenían razón… pero no
toda. Quizás la diferencia estaba en que el Sub Marcos previó la
oportunidad en medio de la adversidad. Quizás la decisión de los pueblos
y comunidades zapatistas era el mejor de sus soportes… las bases de
apoyo vendían lo poco que tenían, sus escasos animales, un cerdo, una
gallina, un toro, para comprar armas y tiros para los días de guerra que
vendrían…reservaron alimentos para la sobrevivencia…En los mercados
escaseaban los paliacates, pasamontañas y pantalones verdes de los
milicianos…
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A 6,570 días del levantamiento armado de EZLN (II)
Gaspar Morquecho
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El Sub Marcos había regresado de San Miguel. Era la noche del 31 de
diciembre de 1993 y a unas horas de la hora 0 del día D los zapatistas.
Desde su centro de radiocomunicación montado en una "casa de seguridad"
en uno de los barrios pirrurris de San Cristóbal de Las Casas se
enteraba del estado de cosas. A la espera de las 0 horas de los relojes
zapatistas, es muy probable que el Sub revisara que sus armas estuvieran
al ciento: una escopeta recortada Cal. 12 y una mini Uzi, Cal. 9 mm con
un cargador de 32 tiros. La mini había sido arreglada por los armeros
zapatistas. Contaba con un cañón más largo al que habían adaptado una
empuñadura de madera, al parecer, sin culata y con una correa para
portarla "al hombro". Para la muy especial noche/madrugada/jornada que
le esperaba al Sub, había preparado un atuendo adecuado para el invierno
en tierra fría: botas de campaña, pantalón, camisola, chamarra
abrigadora, poncho y pasamontañas en color negro (apenas asomaba el
paliacate). El gran ojal de pasamontañas denunciaba, una de dos, que el
Sub no quería perder la visual de 180 grados, o quería lucir la nariz.
En los pueblos y comunidades zapatistas habían concluido las jornadas de
oración, las bases de apoyo se habían despedido de las tropas de
insurgentes y milicianos. Estas se habían concentrado en los puntos de
partida hacia la toma de las siete cabeceras municipales. Algunas "bases
de apoyo" se insubordinaron y avanzaron junto con los insurgentes a la
toma de los pueblos. Atrás habían quedado 10 años/3,650 días/87,600
horas de aquel día en el Chuncerro y del campamento La Garrapata donde
se nació el EZLN.
Había quedado atrás la rebelde celebración del V Centenario aquel 12 de
octubre de 1992. Ese año, las agrupaciones campesindias habían fundado
el Frente de Organizaciones Sociales de Chiapas (FOSCH) y, al menos, 15
mil indígenas - hombres y mujeres - marcharon por las calles de San
Cristóbal de Las Casas. En la coyuntura, el EZLN había "abierto" parte
de sus fuerzas en la Alianza Nacional Campesina Independiente Emiliano
Zapata (ANCIEZ). (Al parecer, también fue un dispositivo táctico para la
"acumulación de fuerzas").
Los campesindios se citaron en el monumento a Las Casas, allá por el
Teatro de la Ciudad. Las agrupaciones indígenas formaron una columna que
se desplazó por la Diagonal Centenario, la Diego de Mazariegos hasta
llegar a la Plaza 31 de Marzo. Se dirigieron hacia el mercado Castillo
Tielemans y regresaron por Lázaro Cárdenas. El contingente de la ANCIEZ
- que marchaba con una formación de "cinco en fondo" -, se detuvo frente
al ex convento de Santo Domingo. Allí, una brigada - con atuendo
zinacanteco -, se desprendió del contingente y derribó a golpe de marro
la estatua de Mazariegos, el conquistador/fundador de Ciudad Real. En
varios pedazos quedó exhibida en la Plaza Central mientras se realizaba
el mitin. "Ese día yo los filmé a todos", confió Marcos en 1994.
Efectivamente, el Sub vestido de civil y con una gorra roja de
beisbolista filmaba el evento. Al concluir el acto indígena, de la masa
reunida frente al Palacio Municipal se desprendió la columna de la
ANCIEZ para abordar sus unidades de transporte y retornar a sus pueblos.
(Es muy probable que la movilización de las fuerzas zapatistas el 12 de
octubre de 1992 haya sido un ensayo para el desplazamiento de sus tropas
en 1994.)
El derribo de Diego de Mazariegos provocó la enorme indignación de los
Coletos que, encabezados por el presidente municipal Mario Lescieur
Talavera, fundaron el Comité Cívico San Cristobalense que se sumó a los
comités de los ganaderos de Palenque y Ocosingo. Agrupaciones que van a
jugar el papel de contra - civil y armada -, antes y después del
levantamiento.
(Hace unos años, un ex presidente municipal me contó que para el 450
aniversario de la fundación de Ciudad Real, las autoridades municipales
y el patronato Fray Bartolomé de Las Casas, buscaron alguna
representación gráfica del conquistador Diego de Mazariegos con el
objeto de mandar hacer su estatua en bronce. Nunca la encontraron. Así
que decidieron utilizar la imagen… de saber quien… de un desconocido
para hacer la pieza. Lo que importaba a esos coletos era una
representación simbólica de sus ancestros de su estirpe. Un español
conquistador/ fundador de la Real Ciudad. Barbado con armadura y espada
en mano. La estatua derribada por los indios nunca fue repuesta y los
pedazos se dispersaron en algunas colonias y comunidades indígenas. La
base permaneció como mudo testimonio del homenaje y del agravio.)
Atrás había quedado también, el relevo que Carlos Salinas ordenó en la
Secretaría de Gobernación. El capitán Fernando Gutiérrez Barrios fue
retirado del cargo en 1993. En su lugar quedó Patrocinio González
Garrido ex gobernador de Chiapas. (Gutiérrez Barrios inició su carrera
política en el Ejército Mexicano
<http://es.wikipedia.org/wiki/Ej%C3%A9rcito_Mexicano>. Trabajó en la
Dirección Federal de Seguridad, organismo de la seguridad nacional y de
los servicios de inteligencia en México. Fue su titular de 1964
<http://es.wikipedia.org/wiki/1964> a 1970
<http://es.wikipedia.org/wiki/1970> con el gobierno asesino de Gustavo
Díaz Ordaz <http://es.wikipedia.org/wiki/Gustavo_D%C3%ADaz_Ordaz>. Ese
organismo manejaba la policía secreta y acusado de ser el aparato
represivo contra las organizaciones y los movimientos de izquierda -
políticos y armados - que surgieron durante las décadas de los 60's y
70's. Después fue Subsecretario de Gobernación hasta que Carlos Salinas
lo nombró Secretario de
<http://es.wikipedia.org/wiki/Secretar%C3%ADa_de_Gobernaci%C3%B3n_%28M%C3%A9xico%29>la
misma. El 4 de enero de 1993, fue sustituido por el gobernador de
Chiapas. Salinas quería cerca a Patrocino por su información del
movimiento armado en Chiapas.)
A mediados de 1993, en la ciudad de Las Casas, la tensión social se
había agudizado por importantes motivos: la muerte de los dos militares
al sur de ese municipio; la confrontación de la Diócesis de San
Cristóbal de Las Casas y el Ejército federal; el choque en Corralchén y
el enfrentamiento entre bases de la ANCIEZ y priístas en el ejido
Morelia en el municipio de Altamirano. La población hablaba abiertamente
del posible levantamiento de los indios. Un coleto radical afirmaría
entonces: "Puede ser. Lo cierto es que históricamente (a los indios) los
han aniquilado". Se le ponía fecha a la rebelión: "es pal 6 de agosto",
es pal 12 de octubre, es pal 17 de noviembre". (Después nos enteramos
que la del 6 y la del 17 eran fechas conmemorativas del EZLN. El 1 de
enero del 94, Marcos comentó: "no eran malas fechas"). Nadie atinaba que
- desde una perspectiva militar -, la fecha adecuada era movilizarse el
día último del año y tomar los pueblos a las primeras horas del primer
día del año nuevo… todas las fuerzas armadas, a esas horas, estaban
prácticamente desmovilizadas. Me parece que lo del TLC sólo le dio un
casual plus al acontecimiento.
Sin duda que en diciembre de 1993 estaba decidido ocupar las cabeceras
municipales de las poblaciones de Ocosingo, Altamirano, Las Margaritas,
Chanal, Oxchuc, Huixtán y la emblemática ciudad de San Cristóbal de Las
Casas. Centros racistas de poder político y económico priísta mestizo e
indígena. En Ocosingo, Altamirano y Las Margaritas los grupos de poder
estaban integrados por las asociaciones de ganaderos y los comerciantes.
En Oxchuc, Chanal y Huixtán los indios priístas usufructuaban el poder
político municipal y los mestizos la usura y el comercio.
La ciudad de Las Casas concentraba y arraigaba la brutal práctica del
racismo regional, paradójicamente, más visible y descarnada entre los
coletos pobres. Sede los poderes económicos y políticos de la sociedad
ladina conservadora con gobiernos priístas. Sede de los servicios
públicos (instituciones de los gobiernos federal y estatal, centros
educativos, de salud, de investigación) y religiosos (sede de la
Diócesis de San Cristóbal y de las iglesias cristianas no católicas), la
ciudad coleta crecía, también, como destino turístico. Sus
características históricas, económicas, políticas, culturales, más las
movilizaciones indígenas, eventos violentos y choques de la Diócesis con
el Ejército federal recientes, la perfilaron como buena "caja de
resonancia" para el levantamiento. Por su ubicación y entorno montañoso,
la ciudad de San Cristóbal era idónea para una ocupación y retirada,
rápida y segura.
(Seguramente en los planes del Sub Marcos no estaba promover
turísticamente la añosa Ciudad Real. Como nunca en su historia, ningún
gobierno, oficina de turismo, iglesia, partido, persona o acontecimiento
proyectó a esa ciudad en el mundo como el levantamiento armado zapatista
y la figura de Marcos en la plaza principal. En los primeros meses del
94, un empresario de San Cristóbal diría con cinismo: "Ahora no tengo de
qué preocuparme. Si hay guerra mis hoteles se llenan de periodistas y si
no hay guerra, se llenan de turistas"…algo así como los "beneficios
colaterales"… para algunos.)
A finales del segundo cuatrimestre de 1993, había mucho ruido y
actividad en Los Altos y la Región de las Cañadas. El Ejército había
cobrado mayor presencia con el pretexto del narcotráfico. En agosto de
1993, Luis Donaldo Colosio, Secretario de Desarrollo Social, visitó la
cabecera del municipio de Las Margaritas y anunció la inversión de
170,000 millones de pesos para beneficiar a las regiones más pobres de
Chiapas. Dos semanas más tarde, el 6 de septiembre regresó al lado de
Carlos Salinas de Gortari e iniciaron, en Guadalupe Tepeyac, la Semana
de Solidaridad. Ahí inauguraron una clínica hospital. Cientos de
campesinos se concentraron en el acto. Buena parte de ellos eran bases
zapatistas. Marcos comentaría después: "Salinas no sabia a quiénes tenía
enfrente". En octubre, Patrocinio González Garrido, titular de la
Secretaría de Gobernación con la complicidad del nuncio apostólico
Girolamo Prigione pretendieron descabezar la Diócesis de San Cristóbal.
Patrocinio estaba convencido de que Samuel Ruiz era responsable de la
guerrilla en la selva. Miles de indígenas del Movimiento del Pueblo
Creyente se manifestaron en defensa de su Tatic. Era evidente que el
gobierno de Salinas había iniciado una ofensiva económica, política y
militar con la intención de neutralizar a la guerrilla y evitar el
levantamiento.
Sin embargo, el 29 de diciembre de 1993, corrió con fuerza la noticia
que campesinos de la Cañada de Patihuitz había secuestrado 3 camiones
del señor Solórzano, un ganadero de Ocosingo. Las unidades y los
trabajadores del ganadero se encontraban retenidos en la comunidad de
San Miguel. En casa de Tiempo, Alejandro Ruiz y yo, acordamos
trasladarnos a San Miguel. Doña Conchita Villafuerte nos dio una "carta
de presentación". Sin más, nos montamos en el vochito de Chiltak y
jalamos rumbo a la "zona de conflicto". En la parroquia de Ocosingo
reinaba el nerviosismo y la discreción. No nos dieron algún contacto en
San Miguel y le seguimos rumbo a la cañada. Al llegar a San Miguel un
campesino nos detuvo y con alarma nos dijo: "Hay gente que está haciendo
mucha pendejada". Le dijimos que íbamos entrar y de regreso íbamos a
platicar con él. Antes de llegar al centro de San Miguel un grupo de
campesinos nos detuvo y rodearon el vochito, no nos dejaron bajar. Nos
presentamos y preguntamos que estaba pasando: "Aquí no pasa nada",
dijeron. Su nerviosismo era evidente y su hermetismo mayúsculo. Nos
despedimos y dimos la vuelta. No habíamos recorrido 100 metros cuando,
en una curva y sobre una pequeña loma, asomaron 3 guerrilleros
uniformados y armados. El lugar era propicio para que los pudiéramos
ver. ¡En la madre! Ahí están. ¡Puta madre, quiénes son esos cabrones!
Alejandro y yo nos hicimos mil preguntas y especulamos cuanto quisimos.
A las orillas de San Miguel nos seguía esperando el campesino que nos
quería dar información. No paramos. Con lo que habíamos visto era
suficiente. "Algo va a pasar" repetía Alejandro. (Según Marcos, los
secuestros en San Miguel habían sido una "maniobra de atracción".)
En Ocosingo entrevistamos -vía telefónica- a José Fernando López
Ardínez, presidente municipal del lugar: "No pasa nada. Sabemos que hay
movimiento de gente. Puede ser alguna procesión religiosa", dijo.
Oscurecía y antes de salir del poblado vimos una camioneta del Ejercito
Federal al palacio municipal. Había llegado el general Miguel Ángel
Godínez, jefe de la 7 región militar, el general Gastón Menchaca Arias,
jefe de la 31 zona militar, o ambos.
Total, con más preguntas dijimos… ¡Vámonos a Sancris! Y, para el camino…
una pomo de ron añejo. Alejandro, necio, insistía: ¡Algo va a pasar! Yo
contestaba: ¡Nada! ¿Qué chingaos va a pasar? Antes de llegar Cuxulhá nos
cruzamos con 3 o 4 camiones de la policía de Seguridad Publica. En
Huixtán pasé a saludar a viejos amigos tsotsiles. Estaban reunidos
tomando café con hojuelas en espera del "año nuevo". María me preguntó:
¿Qué va haber guerra? La consulta me sorprendió. Después de repasar:
Secuestros, guerrilleros, jefes militares, policía en camino y María
preguntando, solo pude contestar: "Parece que sí María… parece que sí va
a haber guerra."
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A 6,570 días del levantamiento armado de EZLN (III)
Gaspar Morquecho
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Es muy probable que el 31 de diciembre de 1993, 2 horas antes de la hora
0 zapatista, el Sub Marcos estuviera vestido con su negro atuendo
militar de invierno y ciñéndose a la cintura su revólver Colt 44, cañón
de 4" y de 5 tiros. Había cumplido -días más, días menos -, 36 años con
5 meses. A esas horas Alejandro Ruiz y yo le dábamos a doña Conchita los
pormenores de nuestro viaje a San Miguel en la cañada de Patihuitz. Lo
único claro era que "algo podría pasar".
Como quiera, a pesar de las evidencias de la rebelión frente a nuestras
narices y con unos tragos de ron "entre pecho y espalda" me lance a La
Bamba a seguir la fiesta de fin de año. Era un antro recién abierto que
competía con La Galera yel Madre Tierra. Lugares de pachecos, borrachos,
hipitecos de la primera y segunda generación, fotógrafos, poetas,
aventureros y los infaltables… izquierdosos. Al ritmo de salsa o regué
dábamos nuestros peores pasos estimulados por el ron, el tequila,
mojitos o por alguna yerba del demonio.
A las 2 horas del 1 de enero de 1994, salí de La Bamba. Había sido una
jornada de al menos 19 horas y había que descansar el cuerpo.
Seguramente el vochito contaba con suficiente gas. Salí por la calle
Benito Juárez rumbo al boulevard Juan Sabines, y enfilé rumbo a Comitán.
A la altura de la gasolinera de los Aguilar - ubicada frente a Mercaltos
-, había una hilera de tabicones de concreto sobre el asfalto que
impedía en paso: "Pinches locos", me dije. "Chíngue a su madre", metí
reversa y tomé el carril en sentido contrario para toparme ahora con
hilera de tambos. ¡Oh que la chingada! Que me meto a la gasolinera para
darles la vuelta y… ¡Sorpresa! Unos veinte guerrilleros apuntando con
sus armas me detuvieron con todo y el infalible vocho. ¡Puta madre, aquí
están estos cabrones! Dije. Bajé sin alejarme del vochito y les grité:
"Llevamos un año buscándolos y no asomaban". Me presente: "soy
periodista de Tiempo". Sin más, la persona al mando dio la orden: "Denle
la declaración de guerra al periodista". Momentos después se acercó un
miliciano con una declaración húmeda pues estaba pegada con resistol en
algún muro. Estaban frente a mi los guerrilleros y en mis manos la
evidencia escrita del levantamiento.
Regresé a la casa de Tiempo. Ahí estaba doña Conchita, nerviosa, con
teléfono en mano recibiendo los primeros reportes de los vecinos: "Doña
Conchita por San Ramón entró mucha gente armada", "Gente armada asaltó
la delegación de la Procuraduría de Justicia". Por su parte Conchita
buscó información con el jefe de la 31 zona militar y la policía sin
obtener mayor información, además, habló con todos los periodistas
registrados en su agenda para informarles lo que hasta esos momentos se
sabía de la toma de San Cristóbal de Las Casas por "gente armada".
"Conchita, aquí está la declaración de guerra", le dije. Sin más, la
tomó y pidió que a calor de plancha la secaran para cortarla en dos
tantos y así faxearla a todo lo que daba su agenda. Hablé con Rosa Rojas
de La Jornada y ya estaba lista para salir rumbo al aeropuerto de la
Ciudad de México para trasladarse a Chiapas pues Conchita había hecho
contacto con ella. Serían entre las 3 y 4 de la madrugada.
¿Qué seguía? Ir a ver en vivo y en directo que estaba pasando.
"Conchita me voy a ir a dar una vuelta para ver quiénes son estos
cabrones". De inmediato se apuntó su hijo Amado y un su amigo. A
mentadas de madre, Conchita, trató de impedir que los muchachos se
subieran al vocho. "No los llevo si no le dicen a Conchita que van por
su cuenta y riesgo", les dije. Lo hicieron y nos alejamos escuchando las
mentadas de madre de doña Conchita.
Nos dirigimos a la delegación de la Procuraduría de Justicia y,
efectivamente, los guerrilleros la habían asaltado. Habían roto
cristales (alguno de ellos resultó herido en un brazo en esa acción),
quemado archivos, desarmado a los vigilantes y liberado a los presos que
ahí estaban. Habían asaltado el cuartel de la policía municipal, de la
Federal de Caminos ubicados en el boulevard Juan Sabines y, el corralón.
Seguimos rumbo al poniente y en el puente del río Amarillo nos detuvo
otro retén guerrillero. Era más evidente que habían tomado bajo su
control todos los accesos a la ciudad de Las Casas. Entonces subimos por
la Nueva Primavera, edificio sede la Subsecretaría de Asuntos Indígenas
que desde el mes de agosto de 1993 había sido tomada por 500 indígenas
expulsados de San Juan Chamula. Regresamos a la casa de Tiempo.
Quedaba por ver que estaba pasando en el centro de la ciudad.
Al amanecer, Amado Avendaño - con sus inolvidables saco café y
sombrerito - y yo… nos fuimos por la nota. Estacionamos el vochito en la
esquina de Insurgentes y Francisco I. Madero (digamos que fue en la
esquina que hace la Independencia y la Revolución Mexicana). Ahí, una
insurgente resguardaba el lugar y obstaculizaba el paso con una
escuálida e improvisada barricada montada con algunos muebles de oficina
del Ayuntamiento. A pie me dirigí hacia el edificio de la Presidencia
Municipal. Amado se quedó en la esquina gritándome: "¡No vayas! ¡Te van
a matar!"
No hice caso. La joven guerrillera no me impidió el paso. Usando un
camuflaje de más borracho de lo que estaba, cruce la plaza. Guerrilleros
armados sentados en una banca, sin hacer ni decir nada, también me
dejaron pasar. La Presidencia Municipal había sido asaltada. Los papeles
de los archivos yacían en el piso frente al edificio de dos niveles -
construido entre 1881 y 1900 con mano de obra indígena -. Más confiado,
subí a la segunda planta y una treintena de guerrilleros estaban en el
vestíbulo de las oficinas del autentiquísimo coleto y presidente
municipal, Mario Lescieur Talavera. Sentados y sin pena alguna,
comentaban las experiencias de la noche madrugada reciente. Habían
derribado una pequeña escultura de Bartolomé de Las Casas, saqueado los
archivos y derribado anaqueles del Archivo Histórico Municipal. Apenas y
me volteaban a ver. Hombres y mujeres zapatistas - salvo las/os jefas/es
insurgentes -, llevaban el rostro descubierto. Eran indígenas de
Chamula, Larráinzar, El Bosque, Simojovel, Zinacantán, Chanal, Huixtán y
San Cristóbal de Las Casas.
Bajé y en los corredores de "palacio" estaban montones de medicamentos y
una que otra silla de ruedas, producto del saqueo de la farmacia Bios.
Las pintas sobre los muros rezaban: "Viva el EZLN", "Revolución o
muerte", y otra, haciendo sarcasmo de una declaración de Patrocinio
González Garrido decía: "No hay guerrilla". Varios impresos de la
declaración de guerra habían sido pegados a lo largo de la fachada del
inmueble.
Levantaba y revisaba algunos papeles de los archivos regados en la plaza
cuando un hombre, con un atuendo negro de pies a cabeza, se acercó.
Venía del carro de mando. Una combi, color claro, quizás beige, y
estacionada en la esquina de Miguel Hidalgo bajo el resguardo de la
mayor Ana María. Como dicen por acá… Lo quedé mirando. Era alto, blanco,
de tez blanca, manos largas, delgadas. Se veía fornido (después nos
enteramos que era más ropa) y pálido. Debajo del pasamontañas de
estambre (con todo y bolita) se notaba la barba larga. La prenda
permitía ver sus ojos, digamos, amielados, y sobresalía su nariz.
Me presenté: "Fulano de tal del semanario Tiempo". "Ah, de Chiltak, de
Tiempo, Amado, Conchita", contestó. Me dije: "Puta, nos conoce a todos.
¿Quién es este cabrón?" Y empezó una charla de unas dos horas que era
interrumpida por Marcos para ir a la Combi a recibir información de la
toma de otros poblados y seguramente de incidentes graves como la muerte
del Sub Pedro en Las Margaritas.
"Todo empezó hace diez años…" dijo, y le siguió la breve historia del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Advirtió, "Son miles los
compañeros…" "Sus demandas son atendibles… tierra, techo, trabajo…",
reclamó. Se iba al carro de mando y al regresar comentaba: "ya tenemos
otros poblados" y, para mi sorpresa, retomaba la plática ahí donde la
había dejado. El tipo andaba al cien. Al preguntar por la ANCIEZ
contestó teatralizando y modulando la voz: "Resurgirá como el Ave
Fénix"… Previendo lo que podría seguir afirmó, con solemne seriedad: "Ya
no habrá descanso" .
Se había cumplido la profecía de don Amado Avendaño. Cada vez que
publicaba un abuso contra los indios en Tiempo (su semanario pueblerino
- fundado 36 años atrás -de 4 páginas, a veces de 6 y cuanti más de 8, e
impreso en maquinaria del tiempo de los Picapiedra), en la Columna de
Ana Lisis, aseguraba: "Un día de estos se van a levantar los indios".
Al fin se animó Amado. Se acercó a la plaza y estuvimos, juntos,
entrevistando a Marcos. De verdad que iba por la nota. Sacó su
cuadernillo hechizo con tiras de papel para las pruebas del linotipo
engrapadas y empezó a escribir sus notas.
El insurgente se veía contento. Satisfecho con su poema colectivo: la
toma de San Cristóbal. Confiado, nunca tuvo en sus manos ni la escopeta
ni la Uzi. A veces un escolta lo acompañaba. Cualquier mala-madre pudo
acercarse y meterle un tiro.
Poco a poco nos vimos rodeados por más gente que iba a enterarse qué
estaba pasando, más confiada, con menos temor, mientras que parte de la
coletada del Centro se refugiaba en las cisternas. Un indígena
presbiteriano expulsado chamula de la ORIACH se acercó para decirme: "Se
llegó el día". Manuel Cuello alarmado me decía: "Se vinieron a meter a
la boca del lobo". Pablo González Casanova Jr., encolerizado - señalando
hacia unos niños acompañados por un anciano con bordón -, encaraba y le
reclamaba a Marcos: ¿Por qué los usas como carne de cañón? ¿Qué, estás
esperando a que llegue el ejército y los mate? El Sub encabronado le
respondió primero: "No. Te estábamos esperando a ti. Y luego, "Mejor ve
a preguntarle a ellos porque están aquí". Después yo pregunté: ¿Van a
negociar? Sí. Fue su respuesta. "¡¿Ah chinga?! No le creí. ¿Y cómo?
Marcos percibió que dudaba de sus palabras, más encabronado y tomando su
escopeta contestó: "Con las armas en la mano".
El comentario del chamula indicaba que estaban a la espera del
levantamiento o había sido una revelación de la lectura de la Palabra de
Dios en la Biblia. Los comentarios de los 3 mestizos obedecían al
conocimiento de la brutalidad de las fuerzas armadas en la historia de
Chiapas y Centroamérica, a una visión paternalista y al desacuerdo con
la lucha armada. Las respuestas de Marcos obedecían a sus convicciones,
al derecho de rebelarse, a la firmeza expresada en su encabronamiento…
En todas se puede encontrar una respuesta humana y digna.
Más tarde, Justus Fenner, - que había colaborado en la recuperación del
Archivo Histórico Municipal -, me pidió que le solicitara al jefe
insurgente su resguardo. Marcos atendió la petición. Al medio día, en la
plaza frente a Palacio había cientos de personas escuchando lo que decía
el Sub. Alguien le llamó "comandante" y él respondió: "Ojo,
Subcomandante Insurgente Marcos". Fue cuando nos enteramos del nombre y
rango del guerrillero.
En algún momento, a un zapatista se le fue un tiro y la gente salió en
desbandada de la plaza.
Antes del medio día había llegado Rosa Rojas y me comentó que en el
retén zapatista a la altura de San José Bocomtenelté estaban varados
varios periodistas. La periodista había caminado, al menos, 8
kilómetros. Le comenté a Marcos. "Hay lo veo" dijo. Después, los
periodistas nos informaron que había llegado a la ciudad en las unidades
rebeldes. Luego, el Sub me pidió que "organizara una conferencia de
prensa a las 12 horas". A esa hora, y frente a corresponsales y enviados
de los principales medios del país, un zapatista leía:
"Declaración de la Selva Lacandona. Hoy decimos ¡Basta! Al pueblo de
México. Hermanos Mexicanos. Somos producto de 500 años de luchas…."
Después, los periodistas buscaban la entrevista con Marcos que no dejaba
de contestar a cuanta pregunta le hacían. Además, se daba tiempo para
responder a un turista radical que, sin entender un carajo de lo que
estaba pasando, quería llegar a Palenque: "Disculpe usted las molestias.
Esto es una revolución", le espetó el Sub.
Después del medio día un avióncito Pilatus - de manufactura suiza -, de
los 88 adquiridos por México, sobrevolaba a las orillas de la ciudad.
Seguramente con una misión de observación. Era la primera repuesta
militar del Ejército Federal.
Durante la jornada hice un brake y fui por una chela para aliviar la
desvelada/borrachera/cruda que me cargaba. Las juchas habían abierto su
restorán. Me hice de una lata de cerveza fría y bebiendo regresé a la
plaza. Me topé con miliciano que me apuntó con su arma. Seguí y luego me
topé con el Sub. Él con la Uzi al hombro y yo con la chela en mano. Me
vio y dijo: "Acabamos de tomar la bodega de la Coca… después vamos por
la de la cerveza". Sonreí y le contesté: "hacelo y verás como te quedas
sin apoyo". Luego me subí al vochito para ir a mirar mi casa. Los
zapatistas habían movido el retén de la gasolinera al periférico oriente
y a la altura de las instalaciones de "Especies Menores". Un miliciano
con su SKS al hombro estaba al mando de la posición táctica. Por más que
insistí no me dejó pasar.
Entraba la tarde. Con Rosa Rojas, fotógrafos y otros enviados de La
Jornada - convertidos, de un día para otro, en corresponsales de guerra
-, nos fuimos a Chiltak. Ahí improvisaron su "oficina de prensa" y desde
ahí enviaron los primeros reportajes que recibió ese diario de la capirucha.
Entrada la noche, desde un balcón del edificio municipal, Marcos se
dirigió a la gente ahí reunida, les anunció que era el último contacto
que tendrían con la población civil y les recomendó que se fueran a su
casa. Después de un poco más de 20 horas de ocupación de San Cristóbal,
estaban preparando la retirada. En la esquina que hacen las calles Diego
de Mazariegos y Miguel Hidalgo - el conquistador y el independentista -,
Marcos dejó un mensaje de agradecimiento y de guerra: "Gracias a todos
por todo. Gracias coletos" "Nos fuimos a Rancho Nuevo"…
http://alainet.org/active/51800
A 6,570 días del levantamiento armado de EZLN (IV)
Gaspar Morquecho
<http://alainet.org/active/show_author.phtml?autor_apellido=Morquecho&autor_nombre=Gaspar>
Día 2 de enero de 1994. Temprano fuimos a la plaza. En la retirada, los
zapatistas habían saqueado las tiendas del Instituto Mexicano del Seguro
Social (IMSS) y del Instituto de Seguridad Social para los Trabajadores
del Estado de Chiapas (ISSTECH). Al robo se había sumado gente de San
Cristóbal. Vimos y leímos el mensaje del Sub: "Nos fuimos a Rancho
Nuevo". Las/os periodistas no tenían de otra que ir por la nota, el
reportaje, la crónica o la foto a Rancho Nuevo, lugar donde se ubica la
sede de la 31 Zona militar. No teníamos idea que nos esperaba lo
absurdo. La guerra. Los primeros combates. Los primeros caídos en
combate. (Marcos se replegó a las montañas de Los Altos).
Con Leticia Hernández, corresponsal del capiruchino Excélsior, nos
lanzamos en el vochito de Chiltak a ver qué estaba pasando. Salimos
rumbo a Comitán. No había tráfico en la carretera. A unos 8 kilómetros
de San Cristóbal, nos encontramos con tres camiones averiados que los
zapatistas habían abandonado. Esas unidades no llegaron a la toma de San
Cristóbal. Estaban frente a la sede de la zona militar. Más adelante
enfilamos hacia Ocosingo. Habíamos recorrido unos 7 kilómetros cuando
nos topamos con un convoy del Ejército federal en retirada. De un jeep
bajó un militar con su fusil de asalto en mano y nos ordenó detenernos.
Era una persona madura, alta y delgada. Se veía muy nervioso, pálido y
con miedo.
Leticia quiso acercarse al militar mostrando su charola. El militar con
su fusil retrocedía. Yo baje del vocho, quise hablar y el militar
ordenó: "Usted tírese al suelo con las manos en la cabeza"… "Puta
madre", me dije. Obedecí la orden. Recordé la foto de la ejecución de un
periodista en Nicaragua por la Guardia somocista. "A ver a qué hora nos
mata este hijo de la chingada", pensé. En eso estábamos cuando se
escuchó un seco tableteo. El militar gritó: "¡¡¡Cúbranse!!!". Lety y yo
buscamos cobijo en la cuneta. Frente a nosotros, un autobús que
circulaba a buena velocidad fue ametrallado desde un helicóptero de la
Fuerza Aérea Mexicana (FAM). Otros periodistas nos habían dado alcance
en ese lugar. Los militares nos dejaron pasar y continuamos.
Cuatro o cinco kilómetros más adelante (en el paraje El Chivero y cerca
de la planta de gas), un microbús Chevrolet con placas 386HC2, había
sido acribillado. Al frente tenía un boquete de unos 15 centímetros de
diámetro y cientos de impactos en la carrocería. En la cuneta yacían
unos 7 cuerpos de milicianos e insurgentes zapatistas que, seguramente,
habían sido arrojados a ese lugar por las tropas del Ejército federal
Detrás del microbús, los cuerpos de tres insurgentes estaban sobre el
pavimento y presentaban tiros en la cabeza. Seguramente había
sobrevivido al ataque y, después, ejecutados en el lugar. Recogí unos
cartuchos quemados como prueba del acontecimiento. Con ese cuadro de
muerte seguimos rumbo a Huixtán.
Al pasar por la cárcel, nos dimos cuenta que había sido asaltada y los
presos liberados de acuerdo a la Ley de Justicia del EZLN que a la letra
dice:
"Primera: Todos los presos de las cárceles serán liberados, exceptuando
los culpables de asesinato, violación y los jefes del narcotráfico." (El
Despertador Mexicano. Organo informativo del EZLN en México. No. 1
diciembre de 1993. p 20)
El compa Ángel Fonseca que, entonces, se encontraba preso en ese lugar -
días después de su liberación -, me dio su testimonio: (…) "Llegó la
noche y nos permitieron estar más tiempo fuera de las celdas, como hasta
las 11 de la noche; nos encerraron pero no pusieron candados, creo que
muchos estábamos con inquietud. Y amaneció, era el 2 de enero, quisimos
sintonizar alguna estación y no encontramos nada. Al filo de las 9 de la
mañana empezamos a escuchar tiros alrededor de todo el penal, seguido de
estallido de los cristales de los garitones. Escuchamos el estallido de
algunas granadas pero notamos que no había derrumbe de muros.
Quisimos contactar con la Alcaldía que se encuentra a unos 70 metros de
la nave principal de donde nos encontrábamos. En esos momentos la gente,
prácticamente, se había amotinado, las rejas de la nave central se
encontraban cerradas con candados.
Les sugerimos a los presos que no hicieran la gritería - era tan confuso
el momento -, y que de algún modo se comunicara a la guardia que no se
resistiera para evitar bajas de su lado. Nos respondieron que ya les
habían girado esa orden y en los garitones levantaban sus manos y
empezaron a entregar sus armas. Eso duró como un cuarto de hora. Los
guardianes que cuidaban la nave principal se empezaron a vestir de
presos y se confundieron con nosotros, sólo quedó el comandante y le
pedimos que pusiera una bandera blanca.
Habían pasado unos diez minutos cuando llegaron 10 guerrilleros. Eran
muy jóvenes. Había dos muchachitas con sus uniformes y se me hizo muy
extraño que todavía llevaran aretes. Muy sencillas, hablaban en
batzi'kop (su lengua materna). Ellas habían liberado a las 6 o más
mujeres de la cárcel femenina y todas ellas se reunieron con nosotros.
Por fin se abrió la reja de la nave principal y se dio la estampida. Ya
todos traían sus costales con sus pocas pertenencias y salieron por las
oficinas. En cinco minutos quedó la cárcel totalmente en silencio.
(Paréntesis. 178 presas/os habían sido liberados. Sospecho que los
rebeldes no tuvieron tiempo de ver si los liberados respondían a los
términos de la Ley de Justicia)
Cuando yo salí, continuó Ángel, me encontré con los ventanales rotos,
algunos papeles del archivo de la Dirección (del penal) estaban quemados
(…). Los guerrilleros continuaban en la oficina buscando armas. Se
portaban muy decentes, muy humanos, no se les veía con agresividad con
nosotros.
(…) Habían pasado unos tres cuartos de hora, una hora que había sido
asaltado el penal y por ahí andaba el grupo guerrillero. Algunos de los
presos se les habían incorporado. Se les dio su arma, su parque y ante
la presencia de un helicóptero se internaron en el bosque.
(…) después de haber escuchado el chirrido de las rejas cuando me abrían
los guardias, ahora yo podía entrar y salir de ahí cuando se me dio la
gana, sentía como algo de placer. Todas las rejas las abría a mi gusto.
Quedamos 3 en el penal, un reo recién operado, un tzotzil
"trastornadito" y yo. No llegó autoridad alguna y decidimos irnos. (…)
el "trastornadito" no quiso salir - esa escena la vi alguna vez en
alguna película -, ahí se quedo.
(…) Después del asalto al CERESO (Centro de Readaptación Social) y de
poder ver a los miembros del EZLN sentí estar en el holocausto de esa
gente, impresionado por su sencillez, abnegación y entrega. Siento mucho
las muertes, pero en estos momentos no sé si debo recordar esta frase
cuyo autor desconozco: No están muertos, ni los estamos enterrando. Los
Estamos sembrando y van a florecer."
(El compa Ángel se encuentra sumamente delicado de salud. Su corazón y
sus huesos se debilitan. Deseo que se reponga. Va un abrazo viejo amigo.)
A unos 2 kilómetros del penal - en dirección a Huixtán, cerca del paraje
Los Llanos -, una fila de unas 10 camionetas de transporte colectivo
habían sido abandonadas por los zapatistas. En su interior había
mochilas. Vimos parte de la ración para los días de combate: 2 latas de
atún.
Es muy probable que el asalto zapatista al penal alertó al Ejército
federal y cubrió el flanco noreste. El helicóptero avistó la columna
motorizada zapatista y el convoy militar fue a su encuentro. La
vanguardia de la columna zapatista fue sorprendida y el microbús
ametrallado.
La columna motorizada zapatista se percató del ataque y los rebeldes se
dispersaron en la montaña. Al parecer, el objetivo de sumarse al ataque
a las instalaciones de la 31 zona militar.
(Marcos comentaría después: Nosotros amagamos con el ataque desde San
Cristóbal, sin embargo, el Ejército federal organizó una defensa
perimetral.)
Después, rumbo a Huixtán, a la altura de Chilil, nos topamos con un
camión de pasaje de "segunda clase". Iba repleto de rebeldes. Unos
trepados en la canastilla. Venían de Chanal. Nos detuvimos para
comentarles del choque de sus compañeros con las fuerzas federales y les
dijimos que mejor se replegaran. Así lo hicieron.
Seguimos y desde lo alto de la montaña avistamos el poblado de Huixtán.
Pronto nos detuvieron en un retén zapatista. Nos identificamos. Para
continuar nuestro camino nos obligaron a pagar 250 nuevos pesos de
"impuesto de guerra" a pesar de que la Ley zapatista establece lo siguiente:
"Ley de Impuestos de Guerra.
(…)
Tercero: LA LEY DE IMPUESTOS DE GUERRA no es obligatoria para los
pobladores civiles que vivan de sus propios recursos sin explotar fuerza
de trabajo alguna, y sin obtener provecho alguno del pueblo. (El
Despertador Mexicano. Organo informativo del EZLN en México. No. 1
diciembre de 1993. p. 8)
Como medida preventiva pedimos un recibo y nos dijeron: "No damos
recibos". Les replicamos que nos podían reclamar el impuesto nuevamente.
Ellos respondieron, "Digan que ya pagaron". "Problemas", me dije.
Bajamos al poblado de Huixtán. La gente se guarecía en sus hogares. Unos
150 milicianos marchaban en la plaza central. Los fotógrafos hicieron
tomas. Después, nos estacionamos frente a la presidencia municipal.
Había sido ocupada por los rebeldes. Bajamos de los vochos. En ese
momento el grupo de periodistas estaba formado por Lety y el fotógrafo
de Excélsior. Por el Tiempo, Amado Avendaño Jr. y su compañero de
escuela y su servilleta. Cuando nos dimos cuenta los guerrilleros nos
habían rodeados y nos apuntaban con sus armas. "¡Puta madre! Otra vez."
me dije. Nos identificamos como periodistas. Reclamamos y les dijimos
que habíamos pagado el 'impuesto de guerra'. "A ver el recibo", dijeron.
"Lo sabía, ya nos chingaron", me dije. Un insurgente me cacheó y
encontró el cartucho quemado que había levantado. Con pedantería lo
mostró a sus compañeros como prueba de no se qué. Dejaron de apuntarnos
y pasaron a requisarnos los vochitos, las cámaras fotográficas y 450
nuevos pesos más. (Pobres periodistas aprendices de "corresponsal de
guerra"). El que daba las órdenes, golpeando el toldo del vochito de
Chiltak dijo: "¡Este también se queda!". "¡Cabrón!", le dije en voz
baja. La compañera Ana Valadez andaba por ahí. Había ido a pasar el fin
de año con su familia. Ella era familiar de un legendario Secretario
Municipal y al que conocí en 1971. Ana que había platicando con los
rebeldes intercedió por nosotros.
Al cabo de una hora, hora y media nos liberaron y nos devolvieron lo
requisado menos el takin (dinero). Seguramente habían enviado
información a la Comandancia General del EZLN y ésta les dio la orden de
liberarnos. Algunos queríamos seguir y llegar a Oxchuc. Lety no quiso
continuar y regresamos a San Cristóbal con la nota, el morral hasta la
madre de anécdotas.
Una semana más tarde, la Comandancia General del EZLN emitió una serie
de boletines de prensa y comunicados dirigidos a 4 medios que van a
exacerbar los celos profesionales en el - de por sí peligroso - tercer
ejército: el de los periodistas, que van a etiquetar a Tiempo, La
Jornada, El Financiero y a Proceso como los "Cuatro magníficos".
Referente a esta crónica citamos dos:
5 de Enero de 1994.
"CASO DE "EL TIEMPO" - "EXCELSIOR".- Pero en el caso de los reporteros
del diario local de SCLC "EL TIEMPO" y del periódico nacional
"EXCELSIOR" sí es cierto que fueron detenidos por nuestras tropas en la
cabecera municipal de Huixtán en los momentos en que dicha posición era
atacada por fuerzas enemigas. En ningún momento los miembros de la
prensa fueron agredidos o torturados y se les recogieron sus medios
mientras se confirmaba su identidad. Un error de apreciación del mando
de la unidad zapatista provocó que a los periodistas les fuera recogida,
indebidamente, la cantidad de N$ 700.00. Nuestro EZLN pide disculpas
serias por este error cometido con los trabajadores de la prensa y se
ofrece a reintegrar a la brevedad posible la cantidad decomisada."
(Departamento de prensa del EZLN, 5 de enero de 1994. Boletín de prensa
del Comité Clandestino Revolucionario Indígena - Comandancia General del
EZLN. Informe de lo ocurrido los días 3 y 4 de enero de 1994.)
6 de enero de 1994.
"También me piden que les haga llegar la cantidad de N$ 700.00
(-Setecientos nuevos pesos-) para reponer la cantidad que les fue,
indebidamente, quitada a sus reporteros y a los del periódico
"Excélsior" por una de nuestras unidades zapatistas.
Pedimos que hagan público que esta cantidad les ha sido reintegrada y
que nos disculpen por este exceso de nuestras tropas.
(…)
Un abrazo a los que se dejen." (Para el periódico "EL TIEMPO" de San
Cristóbal de las Casas, Chiapas. Comunicado de prensa del subcomandante
Marcos. Enero 6, 1994)
Con gusto recibimos el abrazo…
http://alainet.org/active/51924
A 6,570 días del levantamiento armado de EZLN (V)
Gaspar Morquecho
<http://alainet.org/active/show_author.phtml?autor_apellido=Morquecho&autor_nombre=Gaspar>
En el teatro de operaciones se movían tres ejércitos, quizás, cuatro. En
orden de aparición: El EZLN, el de los periodistas (EP), el Ejercito
Federal (EF) y las Iglesias. Cada uno con sus movimientos tácticos, a
veces certeros, erráticos y/o ambiguos.
1. EZLN
La toma de las 7 cabeceras municipales (Ocosingo, Altamirano, Oxchuc,
Chanal, Huixtán, Las Margaritas y San Cristóbal) fue exitosa, salvo por
la lamentable muerte del Subcomandante I. Pedro en Las Margaritas y de
otros combatientes en Altamirano. El asalto a la 31 Zona Militar fue
bastante complicado, errático y con varias bajas. Por su parte, la
policía de Chiapas, carne de cañón del EF y el Gobierno de Chiapas,
sufrió considerables bajas.
Exitosa fue la liberación de los presos de las cárceles asaltadas por
los rebeldes… Bueno, hubo un caso bastante complicado. De la cárcel de
Ocosingo huyó el criminal Leo o Leonard Bruce. Esta persona había
comprado a una hija del lacandón Chan-Kin viejo. La niña tendría entre
12 y 13 años. Leonard Bruce la violó y la asesinó. (La compraventa de
mujeres indígenas es una realidad en Chiapas.)
La retirada del EZLN fue exitosa, salvo el caso de Ocosingo. Los
rebeldes tuvieron 34 bajas. Una de ellas fue la de Francisco Gómez, el
Comandante Hugo, el Señor Ik. Él compartió con la Chiltak el histórico
acuerdo de 1993. Varios de ellos fueron ejecutados por el EF. 32
combatientes fueron desaparecidos en combate. El caso de Ocosingo es
atribuible a la incapacidad de los rebeldes para detener las fuerzas del
EF que venían de Palenque y a errores de mando. En Las Margaritas, el EF
detuvo, torturó y asesinó a los milicianos Eduardo Gómez y Jorge Mariano
Solís. El EF les cortó las orejas y la lengua. En los combates de
Altamirano, Rancho Nuevo y Morelia cayeron 9 rebeldes. 6 de ellos
muertos o desaparecidos en combate. Tres bases de apoyo: Severiano de 60
años, Hermelindo de 65 y Sebastián de 45 años fueron detenidos vivos,
torturados y asesinados por EF. El EZLN causó 67 bajas al EF, 27 fueron
muertos y 40 heridos. La vida de 180 soldados y policías fue respetada,
incluida la del general Absalón Castellanos. (Comunicado del EZLN. 14 de
Febrero de 2004)
Días de guerra de los "sin rostro" que iban a mostrar al mundo y a los
mexicanos y el rostro de los de abajo en el sótano de México. De los que
habían resistido por 500 años. En los últimos 30 años del siglo pasado
cientos de indígenas habían caído asesinados por las fuerzas armadas de
los 3 niveles de gobierno, las guardias blancas, los finqueros y
caciques indígenas de filiación priísta. Cientos de ellos habían sido
encarcelados, torturados y decenas desaparecidos. A lo largo de 3
décadas, esos indios alzados habían luchado por la vida, la tierra, la
producción, la dignidad, la democracia, la libertad y la paz por la vía
civil y pacífica.
Vale la pena re leer: Chiapas: el Sureste en dos vientos, una tormenta y
una profecía y ¿De qué tenemos que pedir perdón?, ambos de del
Subcomandante I Marcos
2. El ejército de periodistas
(Ojo lectores. Lo que sigue es información confidencial. Favor de leerlo
en privado, en silencio. Después elimine la información. También puede
saltarse los siguientes párrafos. Estoy en riesgo de la censura y
marginación de la colegancia, de los medios y que no pase una línea ni
en el Correo Ilustrado.)
Peligroso de por sí, un ejército de periodistas llegó a San Cristóbal de
Las Casas. Salvo contadas excepciones, la gran mayoría eran ignorantes
de las realidades chiapanecas. Tenemos que recordar que los indios eran
los grandes ausentes en las páginas de los medios. No digamos de los
electrónicos. Los indios no eran noticia. La mayoría de los periodistas
no tenían la menor idea del piso donde estaban parados. Además, se veían
y movían torpes (me incluyo) en un escenario desconocido: el de la
guerra armada. El objetivo era la nota y la notoriedad. Los diarios se
posicionaron frente al levantamiento armado. Algunos tomaron la patineta
y en el medio tubo periodístico se deslizaron de la izquierda al centro
y a la derecha. El ejemplo más acabado, desde mi obtusa mirada, es el
editorial de La Jornada del día 2 de enero de 1994, titulado: No a los
violentos. Es de colección. Reconocía la situación como "condenable,
entendible y delicadísima"; reconocía al usurpador Carlos Salinas. Con
una retahíla de adjetivos arremetió contra los rebeldes: milenaristas,
irracionales, delirantes, provocadores, profesionales de la muerte. A
los "cabecillas del alzamiento" les prometía el aislamiento: "La tarea
política sustancial, (…) parece ser aislarlos; parece ser no confundir
ni por asomo el delirio de los aventureros con las reivindicaciones
históricas de los indígenas (…)". Cuentan que en la redacción tuvo un
papel destacado el trapecista y senador perredista Pablo Gómez. (Échele
un ojito a la versión completa:
<http://www.bibliotecas.tv/chiapas/ene94/02ene94g.html> ).
Regresando al ejército de periodistas. Yendo tras la nota, empezaron a
ser objeto de las operaciones erráticas del EF. El día 3 de enero una
caravana de periodistas fue tiroteada en las inmediaciones de El Aguaje.
Un reportero de La jornada resultó herido. Los vehículos de los
reporteros se llenaron de letreros de PRENSA y TV en toldos y cristales.
Sin embargo, la "madre de todas las batallas" era entre los periodistas
de los diferentes medios - escritos y electrónicos -, pero no sólo. Las
escaramuzas menudearon entre los reporteros de un mismo medio. ¡Si yo
les contara! Era común que el fotógrafo o camarógrafo se violentaran si
alguien se interponía entre su lente y el objetivo. Las "estrellitas" de
la prensa "partían plaza" como si deveras la cascaran. El reportero
trapero sopeaba a quién pudiera o se dejara. El objeto de tener la
información clave que le garantizara la nota. Parte de sus reglas era
"no pasar nada". Cuando uno les pregunta: ¿Qué hay? Responden
simplemente: Nada. Nadie sabía nada pero, al otro día salían
despavoridos… ¡al mismo sitio! Los periodistas serios se reunían con
personas claves e informadas tratando de entender las causas del
levantamiento. Giomar Rovira paseaba en San Cristóbal cuando el
levantamiento. El diario español El Mundo no le creyó lo del
levantamiento y no le publicó la nota. De 27 años y enamorada de las/os
zapatistas se entregó para publicar, después: ¡Zapata Vive!, Mujeres de
Maíz y Zapatistas sin Fronteras. Marcos bromeaba con ella, le decía
etarra. Más reposada, la anarquista, se hizo doctora en Ciencias
Sociales. Días después de los combates de Ocosingo, regresando de la
"zona de conflicto" le dimos un aventón a un jovencito reportero del
Reforma. En sus prisas por llegar a San Cristóbal había reventado un
vocho. Frenético afirmaba: "Que chinga les están poniendo (a los
zapatistas)". Yo trataba de explicar que no era así cuando descubrí por
el retrovisor la mirada y oídos atentos de otra joven periodista. Era
Gloria Muñoz. Entonces menudita, sencilla. Otra enamorada del zapatismo
y autora de: 20 y 10. El fuego y la palabra. Si el vochito de Chiltak
hablara…
Los enviados de prensa andaban en chinga. Sus diarios habían modificado
el horario de los adelantos. Después de lograr la nota, la tarea era la
redacción y el envío por el entonces fabuloso Fax. Después de eso podían
descansar y bajar la tensión. El fotógrafo llegaba como loco al cuarto
de hotel y se metía al baño a revelar sus rollos, a imprimir sus fotos
para enviarlas. Algunos utilizaban prehistóricos equipos de trasmisión.
Había de todo. Por lo general agresivos. Al día siguiente, era
obligadamente obsesivo conseguir un ejemplar de su medio para ver la
nota o la foto publicada. "Enajenante", diría una experimentada
periodista. ¡Ah! Viera la cantidad de agentes encubiertos con charola de
periodista.
Los comunicados del EZLN dirigidos a Tiempo hicieron de su casa, en el
barrio San Diego, la primera oficina internacional de prensa. Conchita y
Amado colocaron por ahí, una cajita de cartón para que los periodista
cooperaran para el pago del teléfono. Chueco o derecho la labor del
ejército del llamado Cuarto Poder fue notable. Pusieron en riesgo sus
vidas. Se agradece.
3. El Ejército federal
Según Alan Riding (Vecinos Distantes, 1985), el Ejército Federal (EF)
tenía capacidad para moverse a cualquier punto del país en 12 horas
máximo. Sin embargo, las tropas de tierra se mantuvieron inmóviles en
sus cuarteles, al menos, 34 horas. Los efectivos de 31 Zona Militar (a
15 minutos de San Cristóbal de Las Casas), salieron para repeler, con
éxito, a los rebeldes que se movilizaron para atacar sus instalaciones y
los que se desplazaban por las carreteras que vienen de Chanal y
Huixtán. Después del medio día, del 2 de enero, ocuparon la Ciudad de
Las Casas y tomaron posiciones tácticas en todos los accesos,
prácticamente, en los mismos lugares que, horas antes, ocuparon las
fuerzas del EZLN. Ese mismo día los rebeldes eran etiquetados por la
Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) como "transgresores de la
ley". El nerviosismo de los federales en el frente era evidente: El
Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal había asegurado el edificio
municipal, sin embargo, los militares lo ocuparon con un dispositivo y
movimientos militares espectaculares. Atacaron una unidad de la Cruz
Roja y a una caravana de periodistas. El 5 de enero, en un reten militar
apostado cerca de la sede de la 31 zona militar, fue acribillado una
camioneta de transporte colectivo. Cinco personas resultaron muertas,
entre ellas 2 niñas. En los combates en los municipios de Ocosingo, San
Cristóbal, Altamirano y Las Margaritas, el EF detuvo vivos a milicianos
e insurgentes del EZLN y los ejecutó. Las fuerzas armadas fueron
responsables de casos de tortura y de decenas desaparecidos en combate.
En el EF no podía abandonar lo peor de su tradición: la tortura y el
crimen… Rubén Jaramillo, ferrocarrileros, maestros, médicos,
estudiantes, guerrilleros, Lucio Cabañas…zapatistas.
Con la compañera Rosa Rojas y Blanche Petrich, enviadas de La Jornada,
cubrimos el operativo militar del EF en la montaña del Tzontehuits,
lugar donde se ubica un complejo de antenas de televisión. El EZLN había
establecido un dispositivo táctico de atracción. El rumor era que iban a
"volar" las antenas. Aviones Pilatus sobrevolaba en el área. El grupo de
periodistas llegó primero que el convoy militar. Cuando nos retirábamos
un convoy militar (jeeps, camiones con tropa, vehículos Hummer
artillados, tanquetas Panhar con cañón de 4 ruedas y el carro de
trasmisión y mando) arribó al lugar. Intentaron retirarnos. Nos
quedamos. Desde el lado oriente de la montaña, la columna militar se
preparó para entablar combate. Los artilleros colocaron sus morteros y
activaron varias granadas que al estallar levantaban una columna de humo
blanco. Después ordenaron fuego a discreción y miles de proyectiles
fueron disparados. ¿Contra qué? Nunca nos enteramos. Un joven soldado
había sido presa del pánico y lloraba abrazando su fusil con
desesperación. Un desenfadado artillero me pidió un cintillo "porta
balas" vacío que se le había caído: "Tengo que comprobar los tiros
quemados", dijo. Otro comentó: ¿Qué pueden hacernos (los zapatistas)?
¡No tienen con qué! Eran personas de más de 40 años, pasaditas de peso y
con muchos años fuera recombate real. Sin embargo, se veían seguros.
Otro joven federal, portando un radio táctico de campaña, buscaba un
contacto eléctrico para cargar la batería de su equipo. Andaba eufórico.
Parecía un personaje de la vieja serie dominical yanqui de "Combate".
Después, sin decir ¡agua va!, la columna empezó a moverse hacia el
sureste de la montaña. Desde esa posición se tiene una vista panorámica
de la Cañada de Tenejapa. ¡Sorpresa! Dos vehículos blindados no
arrancaban. (Mmmmh… qué la chingada… T'an jodidos, pensé). Pasaron
varios minutos para que los pusiera en marcha. En su nueva posición,
desde el carro de mando salió la orden para que los jóvenes artilleros
colocaran los morteros. Eran dos piezas de unos 80 mm de largo. Los
artilleros depositaron las granadas y los proyectiles salieron
disparados y sobrevolaron la cañada y la loma que teníamos enfrente. El
mirador dio la orden de abrir el alce y les dijo: "Cuidado de no hacer
blanco en los cables de alta tensión". (Mmmh… Pero si no le atinan ni al
mundo, me burlé en silencio). Los proyectiles empezaron hacer impacto en
el fondo de la cañada. Otros de cebaron. Vamos, no se activó el
impulsor. (Sí que están jodios… ¿Granadas caducas? Ja). Me impresionó
ver a los artilleros retirar con sus manos y con mucho cuidado las
granadas. Las tomaban de la punta y las depositaron, sin más, a la
orilla de la terracería. (¡Qué chingadera!, pensé). Lo reporté al carro
de mando. Ni me pelaron. "¿Halcón? ¿Halcón? Escuchaba. Pero el famoso
"Halcón" no contestaba. Se dio la orden a los artilleros de la Panhar
cargar el cañón (¡Puf! Pasaron más de 5 minutos y nada. Dieron la orden
de disparar y nada). Por fin sale el cabronazo y se ve el lugar del
impacto. El mirador ordena: "Otro, a 200 metros a la izquierda. Ahí
están. Son dos, son dos (guerrilleros)". (Pasa el tiempo y nada. El
mando reclama). Sale el otro cabronazo y después: ¡A cagarse un rato! El
mando ordenó fuego a discreción. Era estremecedor escuchar el detonar de
todas las armas ahí juntas disparando miles de proyectiles al fondo de
la cañada. Saber cuantos minutos pasaron… los fusiles callaron. Un rato
después apareció un helicóptero Bell UH-1(Capaz que era el famoso
Halcón) y disparó sus rockets, un segundo helicóptero hizo lo propio,
también, al fondo de la cañada. Un tercer helicóptero, en maniobra de
observación, se hundió en la quebrada… Desde el fondo del barranco se
escuchón un ta-ta-ta-ta. El seco tableteo de un arma automática hizo que
la nave cobrara altura de inmediato. ¡Puta, me dije, no les hicieron
nada a los guerrilleros! Capaz que Marcos tenía razón cuando afirmaba el
Ejercito Mexicano era un mito. También creo que 18 años después, ese
ejército ha perfeccionado su capacidad y equipo de combate. Por su
parte, Salinas, el jefe supremo de las fuerzas armadas no atinaba en sus
discursos. Condenaba y daba perdón a los guerrilleros.
4.- Las iglesias
¡Providencial! Se terminó el espacio…
http://alainet.org/active/52034

La batalla por la impunidad

La batalla por la impunidad

J. Jesús Esquivel <http://www.proceso.com.mx/?author=73>
18 de enero de 2012 · Sin comentarios
<http://www.proceso.com.mx/?p=295242#respond>
Reportaje Especial <http://www.proceso.com.mx/?cat=20>

La semana pasada el gobierno mexicano pidió a Washington que se le
otorgue inmunidad a Ernesto Zedillo, acusado en una corte de Estados
Unidos de delitos de lesa humanidad por la matanza de Acteal. Los
demandantes –de quienes se desconoce la identidad pero que supuestamente
vivieron la tragedia de 1997– usan los servicios de uno de los más
costosos despachos legales de la Unión Americana; este hecho causa
extrañeza en Chiapas, donde los sobrevivientes de la masacre se
deslindan de esa demanda y sospechan de la existencia de una perversa
estrategia gubernamental para brindarle al exmandatario mexicano
impunidad en vez de inmunidad.

WASHINGTON (Proceso).- Barack Obama se inscribe en la estrategia legal
concebida para anular la demanda interpuesta en contra de Ernesto
Zedillo por 10 presuntos sobrevivientes de la matanza de Acteal, toda
vez que el mandatario estadunidense tendría el poder para decidir si se
le otorga o no inmunidad al expresidente mexicano.
"La clave del caso es saber si el gobierno de Estados Unidos va a
intervenir a favor o en contra de la solicitud o si simplemente no va a
hacer nada", dice a Proceso Roger Kobert, uno de los abogados que en
nombre de los 10 sobrevivientes presentaron la demanda contra Zedillo
ante la Corte Federal de New Haven, Connecticut, el pasado 16 de septiembre.
El gobierno de Estados Unidos rechazó hacer comentarios sobre la
petición de inmunidad que hiciera el expresidente a la Corte Federal; su
argumento fue que se trata del caso de un ciudadano privado. Lo único
que el Departamento de Estado admite es haber recibido una "nota
diplomática" del gobierno de México sobre el asunto, pero no reveló el
contenido.
El viernes 6 de enero los abogados Jonathan M. Freiman y Tahlin
Townsend, representantes legales de Zedillo en Estados Unidos,
promovieron ante la Corte Federal de New Haven una moción: le
solicitaron al juez federal Alvin W. Thompson anular el juicio y los
cargos que le imputan a su cliente. Justificaron la solicitud con el
argumento de que Zedillo goza de inmunidad (diplomática internacional),
como les corresponde a los exjefes de Estado y de gobierno.
"Los abogados del señor Zedillo quieren que la Corte pida al
Departamento de Estado que le aclare si el expresidente goza o no de
inmunidad frente a la demanda", anota Kobert, de la firma Rafferty,
Kobert, Tenenholtz, Bounds & Hess, con sede en Miami, que representa a
los 10 sobrevivientes de Acteal.
Funcionarios del gobierno de Obama consultados por este semanario dicen
que el curso legal que se le da a la moción presentada por Zedillo ante
la Corte Federal de Connecticut se desarrolla en tres etapas:
Primero la Corte Federal de Connecticut se pone en contacto con el
Departamento de Estado para solicitar su "punto de vista" sobre la
afirmación de los abogados de que Zedillo tiene derecho a la inmunidad
como expresidente de un país extranjero. Después, según el sistema
judicial estadunidense, el Poder Ejecutivo "podría dar su opinión a la
Corte" sobre la solicitud de inmunidad. Por último la Corte Federal
tiene la libertad de tomar en cuenta o desechar la opinión del Ejecutivo
para emitir su fallo.
Kobert aclara que antes de que la Corte Federal consulte al Departamento
de Estado tiene que notificarles oficialmente a ellos el pedido de
Zedillo y esperar la opinión legal de la parte acusadora.
"La Corte Federal es la que tiene la última palabra", enfatiza Kobert,
quien hasta el cierre de esta edición aseguró que su equipo no había
recibido ninguna notificación del juez Thompson, aunque previó que la
comunicación se lleve a cabo la próxima semana. Proceso intentó en cinco
ocasiones comunicarse telefónicamente con los abogados de Zedillo, pero
no respondieron.

El precedente Filártiga

Funcionarios estadunidenses y abogados internacionalistas consultados
por el corresponsal admitieron que desconocen el proceso jurídico de un
caso en Estados Unidos de solicitud de inmunidad para un exjefe de
Estado o de gobierno o exfuncionarios de países extranjeros.
El único precedente legal de esta naturaleza es el de la familia
Filártiga contra Américo Norberto Peña Irala, exinspector general de la
Policía de Asunción, Paraguay, juicio que tuvo lugar en 1980. La
decisión final fue adversa al argumento de inmunidad.
Este caso se sustentó en un hecho ocurrido en la capital paraguaya el 29
de marzo de 1976 cuando Joel Filártiga, de 17 años, fue secuestrado,
torturado y asesinado por Peña Irala. La demanda señala que ese mismo
día oficiales de la policía llevaron a Dolly Filártiga (hermana de Joel)
a reconocer el cuerpo del muchacho, que mostraba huellas de severas
torturas.
La familia Filártiga sostuvo que Joel fue secuestrado, torturado y
asesinado en represalia por las actividades políticas de su padre, el
doctor Joel Filártiga. La familia acusó legalmente a Peña Irala en
Paraguay, donde nunca fue juzgado. Al contrario, el abogado de la
familia Filártiga fue detenido, encarcelado y amenazado de muerte por la
policía y posteriormente se le anuló la licencia para litigar en Paraguay.
En 1978 Dolly Filártiga emigró a Estados Unidos y solicitó asilo
político; ese año Peña Irala también viajó a la Unión Americana y se
quedó a vivir ahí, pese al vencimiento de su visa de turista. Al
enterarse de la presencia en Estados Unidos de Peña Irala –luego de
haber sido detenido éste por las autoridades migratorias– Dolly lo
demandó ante una Corte Federal.
A Peña Irala lo acusaron de haber torturado y asesinado al joven
Filártiga en flagrante violación de las leyes internacionales en materia
de derechos humanos y de los acuerdos suscritos por el gobierno
estadunidense. La representación legal de la familia Filártiga estuvo a
cargo del Centro para los Derechos Constitucionales. Los demandantes
pidieron a Peña Irala una compensación de 10 millones de dólares.
Pese a que la Corte Federal que asumió el caso desechó los cargos y
anuló el juicio (por el pedido de inmunidad que hizo el gobierno de
Paraguay), la Corte Federal de Apelaciones del Segundo Distrito del
estado de Nueva York dio un fallo favorable para la familia Filártiga.
La Corte de Nueva York determinó que la denuncia y castigo contra la
tortura están garantizados por la aplicación de las leyes internacionales.
Este caso se interpretó como la extensión de la aplicación de las leyes
internacionales por las cortes de Estados Unidos en los casos de delitos
cometidos en el extranjero o en el territorio nacional.

Un despacho muy caro

Los 10 sobrevivientes de la matanza de Acteal piden que se procese
judicialmente a Zedillo en Estados Unidos bajo el mismo criterio de
extensión de la aplicación de las leyes internacionales que reconoce el
gobierno de Obama y a las cuales está suscrito. La matanza fue
perpetrada el 22 de diciembre de 1997 en el municipio de Chenalhó,
Chiapas, e implicó la muerte de 45 hombres, mujeres y niños tzotziles.
Los demandantes exigen al expresidente una compensación de 50 millones
de dólares. La demanda se presentó en la Corte Federal de New Haven por
ser ése el distrito que tiene jurisdicción sobre el lugar de residencia
de Zedillo, quien dirige el Centro de Estudios de la Globalización de la
Universidad de Yale.
En México algunos medios, analistas políticos y columnistas han hecho
numerosas conjeturas en torno a las razones de la demanda. Algunos ven
con suspicacia el hecho de que los 10 sobrevivientes de la matanza hayan
iniciado la querella judicial –según los comentaristas– usando los
servicios de uno de los despachos legales más caros de Estados Unidos.
"Ojalá fuera así; sería rico", comenta Kobert al respecto, y sostiene
que él y sus colegas tomaron el caso porque consideran que en éste se
halla de fondo una gran injusticia donde las víctimas son muy pobres.
"Estas personas que representamos no tienen dinero ni siquiera para
cubrir sus necesidades básicas, mucho menos para pagarles a unos
abogados que cobran cientos de dólares por hora", enfatiza.
–¿Entonces quién les paga? –se le pregunta.
–Lo que tenemos es un acuerdo bajo el cual si ganamos nos llevaremos una
porción de los 50 millones de dólares que se buscan en compensación por
los daños. Si perdemos no nos llevamos ni un centavo.
En casos de violación a los derechos humanos de personas humildes
–dentro y fuera de Estados Unidos– es común que despachos legales u
organizaciones no gubernamentales acepten trabajar con la esperanza de
recibir un porcentaje del pago exigido como compensación por los daños
sufridos por sus clientes.
El abogado aclara que la demanda contra Zedillo es su primer caso contra
el exjefe de Estado de un país extranjero. Kobert aclara en la
entrevista telefónica que él y sus colegas tienen la capacidad
profesional y legal para salir adelante con la demanda: "Ya habíamos
anticipado que en el proceso saldría a relucir el asunto de la inmunidad".
El despacho con sede en Miami tiene un amplio historial de aplicación de
leyes internacionales… pero en materia comercial. Kobert se asume como
experto en temas de inmunidad, territorialidad y soberanía ante las
cortes federales de su país. "Revisamos el caso, lo analizamos y
decidimos tomarlo cuando llegamos a la conclusión de que es un asunto
interesante y que se puede ganar", añade.
–¿Fueron los 10 campesinos de Acteal quienes los buscaron para que los
representaran? –se le pregunta.
–Fuimos contactados por un grupo de abogados mexicanos interesados en
ayudar a las víctimas de esta masacre.
–¿Quiénes son esos abogados?
–No podemos dar a conocer su identidad. No los podemos poner en riesgo.
Ellos nos solicitaron que los mantuviéramos en el anonimato.
–¿Dónde tienen su despacho estos abogados mexicanos, en la Ciudad de
México, en Chiapas?
–Digamos que en algún lugar de los Estados Unidos Mexicanos.
Kobert sostiene que fue en la primavera o el verano de 2010 cuando
fueron contactados por los abogados mexicanos y explica que tuvieron
poco más de un año para investigar en detalle toda la situación antes de
demandar a Zedillo: "Hicimos mucha investigación, reconstrucción de los
hechos, entrevistas con testigos y víctimas, análisis de los
procedimientos legales y jurídicos y traducción de documentos. Nuestra
firma envió representantes muchas veces a la región (de Acteal)".
Respecto de las razones por las que se mantiene en el anonimato la
identidad de los demandantes, Kobert aclara que el propósito es no poner
en riesgo la integridad de sus clientes y de los familiares de éstos.
"En el primer borrador de la demanda habíamos puesto los nombres y
apellidos de todos. Al final determinamos que no era pertinente, porque
los pondríamos en riesgo. Pero los documentos están firmados por los
denunciantes –identificados como Jane Doe 1, 2, 3, etcétera–, quienes
también pusieron sus huellas digitales", aclara.
La Corte Federal en New Haven aceptó la demanda con el nombre de Jane
Doe para cada uno de los quejosos, pero Kobert adelanta que en algún
momento del juicio –que él afirma que sí habrá– la defensa pedirá
confirmar la identidad de quienes acusan a Zedillo. "Pero también ya
estamos preparados para enfrentar esa situación", remata.
El abogado incluso abrió una página en internet donde se exhiben muchos
de los documentos del proceso: http://acteal97.com.
Una vez que el juez Thompson solicite la opinión del Departamento de
Estado sobre la solicitud de Zedillo, y luego de que el gobierno de
Obama se la entregue, la Corte Federal de New Haven se lo notificará a
los abogados de los demandantes, quienes tendrán 30 días para responder
al fallo. En otras palabras: para presentar una apelación, de ser el
caso, ante la Corte correspondiente.

Desconfianza en Chiapas

En Chiapas la demanda de los 10 sobrevivientes contra Ernesto Zedillo y
la posterior solicitud de inmunidad presentada por el gobierno mexicano
sólo han generado dudas y desconfianza.
La asociación civil Las Abejas de Acteal –formada por sobrevivientes
reconocidos de la matanza, así como por amigos y familiares– y sus
representantes legales del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de
Las Casas (Frayba) se deslindaron de la demanda; afirman que ninguno de
ellos contrató despacho legal alguno ni ha viajado a Estados Unidos para
testificar en el caso.
Consideran que es una cortina de humo para obstaculizar la vía que ellos
eligieron para desahogar la responsabilidad del Estado mexicano y
algunos responsables del gobierno encabezados por el entonces presidente
Zedillo, a quien acusan de ordenar la estrategia de contrainsurgencia
que culminó con la matanza del 22 de diciembre de 1997.
En 2010, 13 años después de la matanza, la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) admitió la queja interpuesta por el Frayba y Las
Abejas de Acteal, a quienes les notificó haber abierto el expediente
número 146/10. La admisibilidad fue dictaminada en el 140 periodo
ordinario de sesiones de la CIDH en Washington los primeros días de
noviembre de ese año.
En aquella ocasión la CIDH dijo a los denunciantes que había encontrado
elementos para admitir que el Estado mexicano violentó derechos
establecidos en la Convención Americana sobre Derechos Humanos y otros
instrumentos internacionales, por lo que era hora de comenzar a pedirles
cuentas.
A raíz de ello, dice el titular del Frayba, Víctor Hugo López, la CIDH
empezó a solicitar información del caso al gobierno mexicano y en ese
proceso conocieron, el 20 de septiembre de 2011, la demanda interpuesta
cuatro días antes contra Zedillo en Estados Unidos.
Sin embargo Las Abejas y el Frayba consideran que la solicitud de
inmunidad del gobierno mexicano es parte de una estrategia que camina
hacia la impunidad. Dice Víctor Hugo López que el hecho de que el
gobierno mexicano haya solicitado inmunidad lo único que hace es
confirmar la responsabilidad de los servidores públicos.
"A nosotros nos sorprende que en lugar de que el gobierno mexicano dé
información para deslindar responsabilidades, intente por la vía del
fast track solicitar inmunidad para el expresidente Zedillo.
"Nos sorprende que pudiendo contar con un buen cuerpo de abogados que lo
defienda y argumente su inocencia en los tribunales se vaya por esa vía.
Se van un poco con la finta de lo que ya ocurrió con un expresidente de
Colombia (Álvaro Uribe), a quien sí le dieron inmunidad durante el
gobierno de George Bush", agrega.
Afirma que el sexenio de Zedillo estuvo marcado por la estrategia
contrainsurgente y que hay al menos tres hechos que lo confirman.
Primero la embestida militar de febrero de 1995 contra el EZLN, cuando
había un cese del fuego para abrir el diálogo y la negociación; al
fallar esa estrategia ofensiva, como una segunda etapa se sentó a
dialogar y negociar. Se firmaron los primeros acuerdos de San Andrés,
los que terminó por desconocer. Tras los acuerdos el gobierno añadió un
tercer elemento: la paramilitarización, la creación de grupos de choque
que finalmente concluyó con la matanza de Acteal.
"Con esos tres elementos vemos claramente la estrategia 'dura', de la
que es responsable Zedillo como comandante de las Fuerzas Armadas que
era entonces", señala.
Si se exime de responsabilidad a Zedillo, dice, querrán también encubrir
a los otros responsables que dependieron de él, entre ellos el
exsecretario de Gobernación Emilio Chuayffet, el de Defensa, Enrique
Cervantes Aguirre, y el exgobernador de Chiapas Julio César Ruiz Ferro.
Añade que el gobierno de Calderón está haciendo la prueba con este
intento de solicitar inmunidad "para cubrirse la espalda viéndose él
como expresidente, luego de que ha sido señalado por los miles de
muertos en México y la demanda que enfrenta en la Corte Penal
Internacional". (Con información de Isaín Mandujano.)

http://www.proceso.com.mx/?p=295242