lunes, 23 de diciembre de 2013

Emiliano Zapata Salazar ANTE TANTA INMUNDICIA DE NUESTROS POLITICOS, ES NECESARIO RE-LEER NUESTRA HISTORIA

Emiliano Zapata Salazar

1879-1919

Nace el 8 de agosto de 1879, noveno hijo de Gabriel Zapata y Cleofas
Salazar, en San Miguel Anenecuilco, Distrito de Ayala, Morelos,
caserío que se asentaba en las tierras estériles lindantes a las
fértiles que usufructuaba la hacienda del Hospital, propiedad de
Manuel Mendoza Cortina. La familia Zapata sobrevivía de la pequeña
ganadería y de algunos cultivos. En los últimos treinta años,
Anenecuilco estaba en conflicto por las tierras y aguas con la
hacienda, por lo que cuenta la tradición que cuando Zapata a los 8
años de edad vio llorar a su padre ante el despojo de sus tierras por
el hacendado, prometió devolvérselas cuando fuera grande.

Zapata cursa la primaria en el poblado, "su infancia se desarrolla a
la par que el latifundismo porfirista en Morelos". Desde joven recibe
la influencia intelectual del profesor Pablo Torres Burgos, fundador
del Club Liberal Melchor Ocampo, quien lo afilia a esta organización,
y del también profesor Otilio Montaño de ideas anarquistas y
revolucionarias. Al perder a su padre a los 16 años, hereda un
patrimonio suficiente para no tener que trabajar en las haciendas,
cultiva sus propias tierras y cría su propio ganado.

En 1905 participa en una comisión del pueblo de Yautepec que pretende
resolver problemas de tierra con la hacienda de Atlihuayán y viaja a
la ciudad de México con este objeto. Al año siguiente, asiste a una
reunión para tratar conflictos de tierras de Anenecuilco, sin que
tampoco se tengan soluciones.

Para ese entonces, las haciendas azucareras habían devorado muchas
tierras comunales para ampliar sus cultivos y proveerse de agua, así
como de la mano de obra de los campesinos despojados. En Morelos
existían 24 ingenios que sumaban un tercio de la producción nacional
de azúcar, con una gran inversión en maquinaria e infraestructura de
riego. Esta industria era la más moderna de la región, pero su
modernización producía nuevos problemas de tierra y agua para los
campesinos morelenses.

El 21 de junio de 1909, el gobernador Pablo Escandón expidió el
"Decreto sobre revaluación general de la propiedad raíz del estado de
Morelos", que borraba de un plumazo todos los litigios pendientes
sobre tierras, aguas y montes, a favor de quien los manifestara,
decreto que afectó los derechos que sobre los mismos reclamaban muchos
de los pueblos despojados por las haciendas, y provocó que éstos ya no
vieran otra solución a sus problemas más que el levantamiento armado.

En 1909, al llevarse a cabo las elecciones para gobernador del estado,
Zapata, que milita en el Club Democrático Liberal de Morelos, apoya al
candidato independiente, Patricio Leyva, hijo del primer gobernador de
Morelos, quien pierde ante el candidato oficialista Pablo Escandón. El
12 de septiembre de ese mismo año, en una asamblea realizada en
Anenecuilco, es elegido representante de su pueblo (Calpuleque) para
seguir la lucha por la restitución de sus tierras.

El 11 de febrero de 1910 es enrolado por sorteo al 9º Regimiento del
ejército con sede en Cuernavaca. El 18 de marzo es dado de baja por
influencias del dueño de la hacienda de Tenextepango, Ignacio de la
Torre y Mier, yerno del presidente Díaz, quién se lo lleva como
caballerango a la ciudad de México. Regresa unos meses después y
recupera por la fuerza tierras en el llano de Huajar, Anenecuilco,
Villa de Ayala y Moyotepec cuyo despojo protegía el propio jefe de la
policía. Asimismo, participa en una reunión secreta para comentar el
Plan de San Luís, que establecía la restitución de tierras a las
comunidades entre sus demandas. En esa junta se decide enviar a Pablo
Torres Burgos a San Antonio, Texas, para entrevistarse con Madero,
quien nombra a Patricio Leyva líder del movimiento y, en caso de no
aceptar, al propio Torres Burgos.

El 10 de marzo de 1911, en Villa de Ayala, Zapata se integra a una
guerrilla de 70 hombres y días después toman Jojutla. Al ser
aprehendido y asesinado Torres Burgos, asume el mando por decisión de
los campesinos, se apodera de Axochiapan, asalta la hacienda de
Chinameca, toma Jonacatepec y ocupa Cuautla el 19 de mayo siguiente.
Al otro día los federales abandonan Cuernavaca y ocho días más tarde,
Zapata llega a esa capital. La revolución maderista ha triunfado, pero
Zapata se resiste al licenciamiento de sus tropas sin haber logrado la
restitución de tierras. No son socialistas ni anarquistas, pero
cuestionan la propiedad latifundista.

Madero le ofrece un buen rancho por sus "servicios a la revolución".
Zapata responde: "Señor Madero: yo no entré a la revolución para
hacerme hacendado, si valgo en algo, es por la confianza que en mí han
depositado...quienes creen que les vamos a cumplir lo que se les tiene
ofrecido".

Al ser nombrado gobernador provisional de Morelos Juan Nepomuceno
Carreón, Zapata se inconforma y se entrevista con Madero, quien viaja
a Cuernavaca con la intención de lograr el desarme de los zapatistas y
nombrar otro gobernador. Pero los hacendados se oponen e inician una
campaña de prensa en la ciudad de México para etiquetar a Zapata como
el "Atila del Sur".

Mientras Zapata licencia a sus tropas y presiona para que se nombre al
nuevo gobernador y se restituyan las tierras a los pueblos, Carreón y
el presidente León de la Barra convocan a elecciones para el Congreso
local. El 9 de agosto el general Victoriano Huerta marcha a Morelos
con instrucciones de desarmar por la fuerza a los zapatistas. En
respuesta, Zapata pide respeto a la soberanía estatal, la separación
del cargo de Carreón, el nombramiento del nuevo gobernador de común
acuerdo con los jefes revolucionarios y que no se use al ejército para
mantener la seguridad pública. A cambio ofrece el licenciamiento y
retirarse a la vida privada.

El conflicto con los latifundistas se agudiza, Madero y Zapata se
reúnen en Cuautla. Le dice: "Yo, como no soy político, no entiendo de
esos triunfos a medias: de esos triunfos en que los derrotados ganan;
de esos triunfos, en que como mi caso, se me ofrece, se me exige, de
que después de triunfante la Revolución, salga no sólo de mi Estado
sino de mi patria…Así hágalo saber a todos, que a Emiliano Zapata no
se le compra con oro". Acuerdan que el ingeniero Eduardo Hay asuma la
gubernatura, que el teniente coronel Raúl Madero, tome la jefatura del
ejército, y que al día siguiente principie el licenciamiento. Pero De
la Barra envía más tropas. Ante estos hechos, Zapata duda de la
autoridad de Madero, le señala que cada vez más está en manos de sus
enemigos. No entiende como habiendo triunfado los revolucionarios
tienen que someterse a los vencidos exporfiristas.

Zapata lanza un Manifiesto al Pueblo de Morelos el 27 de agosto de
1911 y en respuesta el presidente De la Barra ordena a Huerta su
exterminio. Huerta ocupa Cuautla y en Chinameca casi logra aprehender
a Zapata. Entonces los zapatistas deciden pasar a la ofensiva y toman
Topilejo, Tulyehualco, Nativitas, San Mateo y Milpa Alta.

Al tomar posesión Madero el 6 de noviembre siguiente, sustituye a
Huerta por Casso López, como acto de buena voluntad. Pero ya es tarde,
porque el 28 de noviembre del mismo año, Zapata proclama el Plan de
Ayala, con el lema "Reforma, Libertad, Justicia y Ley". El Plan,
elaborado por Otilio Montaño, desconoce a Madero y declara a Pascual
Orozco, jefe de la Revolución, y, en su defecto, al propio Zapata;
propone que una junta nombre a un presidente interino que convoque a
elecciones para integrar un Congreso que a su vez realice elecciones
para conformar los otros poderes; asimismo, exige la reivindicación de
los indígenas, la repartición de latifundios mediante la expropiación
a los hacendados con la indemnización respectiva; la restitución de
terrenos, montes y aguas a los pueblos o ciudadanos que hayan sido
despojados de ellos y postula que la lucha armada es el único medio de
obtener justicia. Así, la cuestión de la tierra será decidida por las
masas armadas, sin leyes ni tribunales; al revés de lo que plantea
Madero, serán los latifundistas, no los pueblos, quienes tendrán que
reclamar sus derechos de propiedad en los tribunales.

Al mando de Zapata, el Ejército Libertador del Sur, un ejército de
civiles y sin uniforme, inicia la rebelión popular: nunca presentará
batalla formal, actuará como una guerrilla que surge de las
comunidades y se disuelve en ellas, conforme a los requerimientos de
la guerra campesina. Los federales, ante la imposibilidad de
establecer frentes e identificar enemigos, cometerán múltiples
atrocidades: fusilamientos en masa y concentración de la gente en las
ciudades, así como otras crueles acciones similares a las que décadas
más tarde realizarán los ejércitos imperialistas en Argelia y Vietnam
en su lucha contra los movimientos de liberación nacional.

En enero de 1912, Madero nombra al general Juvencio Robles jefe de la
campaña en Morelos, quien devasta e incendia poblados, y ante el
fracaso de la operación, envía al general Felipe Ángeles. Por su
parte, Zapata, en cumplimiento del Plan de Ayala, el 30 de abril de
1912 realiza el primer acto de reivindicación agraria en Ixcamilpa,
Puebla.

Escribe Roberto Mares (Centenario. Personajes de la Revolución): "La
guerra zapatista fue sostenida por las comunidades y poblados pequeños
del Estado de Morelos, lugares de donde provenían la mayoría de los
combatientes revolucionarios zapatistas. Para el ejército huertista
era muy difícil vencer a los zapatistas, o siquiera entablar combate
con ellos, pues se manejaban en guerrillas. Sin dejarse ver, aparecían
y desaparecían en cualquier lado, al amparo de la sierra de Morelos.
Durante los años de 1912 a 1913, y parte de 1914, el general Juvencio
Robles y sus subalternos Luís G. Cartón y Alberto T. Rasgado optaron
por la clásica y perversa estrategia de la "tierra quemada", que es
una forma de guerra de exterminio en la que se destruyen las cosechas,
se queman los pueblos y se asesina a civiles, todo para cortar
abastecimientos y crear un círculo de miseria fisiológica y moral en
torno a los guerrilleros."

Era la llamada guerra de "reconcentrados" que consistía en desplazar a
la población rural a la periferia de las ciudades para someterla a
estricta vigilancia militar y destruir todos sus medios de vida:
casas, siembras, animales, instrumentos de labranza, apantles y
sistemas de riego, de modo que no pudieran ser aprovechados por los
zapatistas. Quien era encontrado fuera de estas zonas era sospechoso
de ser alzado y por lo tanto, colgado de inmediato. También se
aplicaron "razzias", esto es, acciones sorpresivas de aprehensión,
robo de ganado, incendio de cosechas y destrucción de bienes de los
pobladores. Juvencio Robles adquirió fama por colgar a los zapatistas
muertos de las ramas de los árboles "como aretes" para sembrar el
terror.

Dios te perdone, Juvencio Robles,
tanta barbarie, tanta maldad,
tanta ignominia, tantos horrores
que has cometido en nuestra entidad;
de un pueblo inerme los hombres corren
y después de esto vas a incendiar,
qué culpa tienen sus moradores
que tú no puedas al fin triunfar.

Soldados viles, que habéis jurado
ser la defensa de la Nación,
ya no exterminen a sus hermanos
y alcanzarán su salvación;
negros caínes cual inhumanos
tened un rasgo de abnegación,
quiero se dignen, cual mexicanos,
a oír los clamores de la razón.
(Marciano Silva. El exterminio de Morelos)

Poco más tarde de aquel primer acto de reivindicación agraria, Zapata
invita a los hermanos Flores Magón a que editen su periódico
Regeneración en territorio zapatista, como parte de un esfuerzo de
entablar contacto y después hacer alianza con el movimiento obrero. La
propuesta no es aceptada.

Zapata sigue en armas y al darse el cuartelazo en febrero de 1913, se
une a la lucha contra el gobierno de Victoriano Huerta, por lo que el
ejército federal, al mando de Juvencio Robles, jefe político y
militar, quema pueblos enteros, campos y graneros; destruye
maquinaria, aperos de labranza, apantles y sistemas de riego;
sacrifica animales; reconcentra a sus poblaciones en lugares
específicos; y fusila campesinos sin misericordia. Pero lejos de
acabar con el zapatismo, la represión lo fortalece. En abril
siguiente, Zapata derrota en Jonacatepec a los federales y se apodera
de cuantiosos pertrechos militares. Vázquez Gómez le escribe a Zapata
en marzo siguiente, que es conveniente la "cesación de la guerra".
Zapata responde con un manifiesto en el que justifica su actitud
rebelde y hace un llamado a unirse a la Revolución.

En San Pablo Oxtotepec, el 30 de mayo de 1913, los zapatistas
ratifican el Plan de Ayala, nombran a Zapata jefe de la revolución y
deciden exigir que las demandas agrarias se conviertan en reformas
constitucionales, lo cual implica el no reconocimiento del Plan de
Guadalupe de Carranza, a pesar de que los zapatistas luchan al lado de
los carrancistas contra el dictador Huerta.

En los meses siguientes, el Ejército Libertador del Sur, zapatista,
logra dominar todo Morelos, inclusive Cuernavaca, casi todo Guerrero
incluyendo Chilpancingo, Pachuca y parte de Hidalgo, parte del Estado
de México, Chiautla en Puebla y el sur del Distrito Federal. Huerta
envía al padre de Pascual Orozco a pactar la paz, Zapata insiste en
luchar contra el usurpador. Huerta decreta la abolición de la
soberanía del Estado de Morelos y lo declara territorio.

Finalmente, el 15 de julio de 1914, Victoriano Huerta renuncia a la
presidencia y los constitucionalistas toman la capital de la
República. La revolución ha triunfado por segunda vez. Pero Carranza
ordena el sometimiento de los zapatistas y no accede a las demandas
agrarias, pues considera que los hacendados tienen derechos conforme a
las leyes vigentes. Zapata insiste en que sea aceptado el Plan de
Ayala y exige la renuncia de Carranza porque se resiste a las reformas
sociales.

El 8 de septiembre del mismo año, Zapata dispone que "se nacionalizan
los bienes de los enemigos de la revolución que defiendan o sigan
oponiéndose a la acción de sus principios". Ese mismo mes, Carranza y
Zapata rompen definitivamente.

Ante las desavenencias entre Carranza y Villa, tiene lugar la
Convención de Aguascalientes para unificar a las fuerzas
revolucionarias. Los zapatistas son invitados tardíamente, pero
asisten para hacer valer sus demandas. Paulino Martínez y Antonio Díaz
Soto y Gama, representantes zapatistas, logran el 28 de octubre de
1914 que la Convención acepte en principio el Plan de Ayala. Además,
el siguiente día 30, Carranza es destituido por la Convención y el 1º
de noviembre, Eulalio Gutiérrez asume la presidencia provisionalmente.
Pero Carranza no reconoce el gobierno convencionista y se retira al
puerto de Veracruz, para desde ahí continuar su lucha.

La noche del 24 de noviembre siguiente, los zapatistas al mando del
general Antonio Barona, ocupan la ciudad de México. Tres días más
tarde, Zapata entra a la capital y el 4 de diciembre se reúne con
Villa en Xochimilco, Distrito Federal. Ambos pactan luchar juntos en
contra de Carranza. Villa acepta el Plan de Ayala, rechaza las
acusaciones contra Madero y promete armas a los zapatistas. En este
momento culmina la revolución campesina, que a pesar de ser derrotada,
influirá en el resultado final de la revolución mexicana, a la que
conviertirá en una revolución social que dejará huella en la
conciencia de las masas y en nuestra identidad nacional.

Relata Martín Luis Guzmán (Memorias de Francisco Villa) que al término
de esa reunión, a las preguntas de un periodista norteamericano Zapata
responde: "Señor, declare usted a los lectores de los periódicos de
los Estados Unidos que esta Revolución del Sur se ha consumado sin más
ayuda que la de nuestras montañas. Nuestras armas son las que hemos
recogido en nuestro territorio; nuestro parque, el que nos deparaba
nuestra tierra o el que fabricaban nuestras manos; nuestra moneda, la
plata que sacábamos de nuestras minas o el dinero que quitábamos a
nuestros enemigos. Por lo cual se ve, señor, que no hay ningún ánimo
revolucionario más mexicano que este que representamos los hombres
revolucionarios del Sur".

Además, Manuel Palafox, cercano a Zapata, es nombrado secretario de
Agricultura y Colonización del gobierno convencionista para realizar
la reforma agraria en varios estados de la República.

Sin embargo, los apoyos militares de Villa se hacen esperar y Paulino
Martínez, delegado zapatista ante la Convención es asesinado por
villistas en la ciudad de México. Entonces Zapata se retira a su
cuartel general de Tlaltizapán, Morelos y tácitamente rompe su alianza
con Villa.

Durante 1915, los carrancistas dedican sus fuerzas a derrotar a Villa,
lo que permite que Morelos sea gobernado por los zapatistas asesorados
por sus intelectuales. Escribe Gilly (La revolución mexicana): "El
anticapitalismo empírico de Zapata, lo que sus enemigos llamaban su
socialismo bárbaro, buscaba tomar formas concretas en el territorio de
Morelos…establecieron su propio poder, dictaron sus leyes a través de
un gobierno que se apoyaba en sus armas, las aplicaron mediante sus
órganos de autogobierno –los pueblos-, designaron en éstos sus
representantes y sus dirigentes locales, expropiaron tierras e
ingenios…establecieron, en fin, bajo la protección de un ejército que
en realidad era el pueblo zapatista en armas, lo que podría llamarse
una comuna campesina, lo que por alusión a la Comuna de París de 1871,
hemos llamado la Comuna de Morelos".

Zapata inicia el reparto de tierras, lleva agrónomos para trazar los
límites de los pueblos e integra Comisiones Agrarias con
representantes de las comunidades para regular la tenencia de la
tierra. El 28 de octubre de 1915, expide una Ley Agraria que expropia
sin indemnización las propiedades de los grandes propietarios y da
margen a la iniciativa e interpretación de los pueblos; establece el
Crédito Agrícola y la Caja Rural de Préstamos. El reparto es total y
los campos vuelven a sembrarse. Zapata convoca a los campesinos a
cambiar sus cultivos de autoconsumo por el de caña de azúcar para
venderla a los ingenios con mayores ganancias para los cañeros.
Asimismo, los ingenios nacionalizados por Manuel Palafox, reanudan el
trabajo como empresas públicas bajo la administración de los
revolucionarios: Genovevo de la O, Temixco; Emigdio Marmolejo, El
Hospital; Amador Salazar, Atlihuayán; y Lorenzo Vázquez, Zacatepec.
Las ganancias se destinan a gastos de la guerra y a la ayuda de las
viudas e hijos menores de los zapatistas muertos.

Pero a la derrota de Villa, el gobierno de la Convención se disuelve
en Jojutla en mayo de 1916. El 15 de septiembre del mismo año, Zapata
publica la Ley General Sobre Libertades Municipales que señala que los
municipios serán administrados por los ayuntamientos, que sus miembros
serán electos popularmente, pero que éstos no se mezclarán en la
política, ni habrá reelección para ellos.

Los zapatistas son batidos por los carrancistas al mando de Pablo
González, quien dispone incluso de aviación para bombardear los
cerros. Zapata se retira a Tochimilco, pequeño poblado en las
estribaciones del Popocatépetl, y responsabiliza a Carranza de la
invasión norteamericana que persigue a Villa.

Al año siguiente, 1917, Zapata logra recuperar buena parte de los
territorios perdidos para establecerse otra vez en Tlaltizapán.
Paradójicamente, la resistencia zapatista da vigor al ala radical en
el Congreso Constituyente de 1916; pero con la promulgación de la
Constitución en 1917 y su artículo 27 que incluye el reparto agrario,
la causa zapatista pierde fuerza y surgen las divisiones y defecciones
en el campo zapatista: Montaño es fusilado, Palafox y Bárcenas
desertan, otros aceptan la amnistía de Carranza. Sin embargo, los
zapatistas logran apoderarse temporalmente de Jonacatepec, Cuautla,
Yautepec y Cuernavaca. Zapata sabe que su final está cerca y en la
iglesia de Tlaltizapán ordena construir un mausoleo para él y sus
generales leales conforme vayan muriendo.

El 18 de agosto de 1918, Pablo González emprende una nueva ofensiva
contra los zapatistas que obliga a Zapata a trasladar su cuartel
general de vuelta a Tochimilco, Ya es un guerrillero sin futuro pues
su lucha no llega a consolidar una organización político-militar, pese
a sus intentos de vinculación con organizaciones obreras. Su anterior
aliado, Villa, también ha sido derrotado definitivamente. Los pueblos
que apoyan a Zapata son arrasados y víctimas del pillaje militar de
Pablo González, de cuyos sistemáticos latrocinios surgió el verbo
"carrancear".

Zapata trata de llegar a un convenio de paz con Carranza, quien
rechaza por completo el reconocimiento del Ejército Libertador del
Sur, pese a que la persistencia de las guerrillas zapatistas daña el
prestigio de su gobierno a nivel nacional e internacional. Está cada
vez más aislado y además, el hambre y la influenza española diezman a
la población de Morelos.

En octubre de 1918, Zapata acepta aliarse al obregonismo en su lucha
por la presidencia de la República, si reconoce el Plan de Ayala. En
1919, a pesar de su debilidad, Zapata publica un manifiesto culpando
de todos los males que padece el país a Carranza, quien ya enfrenta la
lucha por la sucesión presidencial en la que disputan Pablo González y
Álvaro Obregón. La única esperanza de Zapata es que nuevas alianzas
revivan su movimiento.

En este contexto es cuando se fragua la traición del carrancista Jesús
M. Guajardo que conduce a Zapata a la muerte el 10 de abril de 1919 en
la hacienda de San Juan Chinameca, Morelos. Un mes antes, se dice que
en Cuautla, Guajardo había sido sorprendido ebrio y escandalizando por
el gobernador José G. Aguilar y el general Pablo González o que había
desobedecido la orden de atacar Huautla. Al parecer iba a ser
castigado, pero que entonces el gobernador recibió de manos de un
fotógrafo espía una carta de Zapata a Guajardo, en la que con motivo
de este incidente lo invita a unirse a su causa. Entonces urdieron la
traición el propio gobernador, Guajardo y Pablo González: Guajardo
intercambia cartas escritas por Aguilar, con Zapata y logra
convencerlo de que se unirá a su causa mediante el fusilamiento de
algunos exzapatistas que colaboraban con Guajardo y la simulación de
un ataque a Jonacatepec con balas de salva. Asimismo, se compromete a
entregarle una buena cantidad de municiones, por lo que Zapata acepta
una reunión para recogerlas en Chinameca. A su llegada, se le informa
que Guajardo lo invita a una comida en el interior de la hacienda. Al
entrar Zapata alrededor de las dos de la tarde, en la puerta de la
hacienda en que espera Guajardo, en vez de presentarle armas, la
escolta de honor lo acribilla junto con su pequeña escolta de diez
elementos.

A partir de entonces empieza la leyenda: Zapata vive, escapó a la
traición y va a volver a la lucha... a pesar de que su cadáver es
expuesto al público durante tres días en Cuautla.

A su muerte, Zapata es sustituido por Gildardo Magaña y poco después
de un año, lo que queda del Ejército Libertador del Sur se integra al
gobierno obregonista surgido de la rebelión de Agua Prieta que derroca
a Carranza.

El "Caudillo del Sur", al morir en una celada, fue exaltado como
víctima y héroe por el interés de Obregón de desprestigiar a Pablo
González, su contrincante político y autor intelectual del crimen; y
porque también muchos constitucionalistas repudiaron el procedimiento
de traición que lo convirtió en apóstol del agrarismo y símbolo de la
lucha de los campesinos desposeídos. Pero lo más importante fue su
legado histórico: su incansable lucha con Madero, Huerta y Carranza,
obligó a que la cuestión agraria formara parte de todo programa
revolucionario.

Hoy su ideal de que "la tierra es de quien la trabaja", está plasmado
en el escudo del Estado de Morelos. El lema anarquista de "Tierra y
Libertad", que se incorpora al zapatismo después de su muerte, está
presente en las esperanzas de los campesinos e indígenas pobres. Su
lucha por un mundo mejor para los olvidados de abajo es retomada por
nuevos movimientos políticos y armados. Su anhelo de redención social
se aviva en las voces de los marginados de todo el mundo cuando gritan
en sus manifestaciones: "¡Zapata Vive, la lucha sigue!.."!

Sus restos descansan al pie del monumento que en su memoria se erigió
en Cuautla, no en Tlaltizapán como fue su deseo.

"Zapata entonces fue tierra y aurora
En todo el horizonte aparecía
La multitud de su semilla armada...
No esperes, campesino polvoriento
Después de tu sudor la luz completa
Y el cielo parcelado en tus rodillas
Levántate y galopa con Zapata."

Pablo Neruda.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.

Efeméride. Nacimiento 8 de agosto de 1879. Muerte 10 de abril de 1919.

REBOBINAR 2: DE LA MUERTE Y OTRAS COARTADAS.

REBOBINAR 2:

DE LA MUERTE Y OTRAS COARTADAS.


Diciembre del 2013.

"Uno sabe que ha muerto cuando las
cosas que lo rodean han dejado de
morir."
Elías Contreras.
Profesión: Comisión de Investigación del EZLN.
Estado Civil: Difunto.
Edad: 521 años y contando.

Es madrugada, y si a mí me preguntaran, que no lo han hecho, diría que
el problema con los muertos son los vivos.

Porque luego suele aparecer esa disputa absurda, ociosa e indignante
por su ausencia.

El "yo los conocí-vi-me dijeron" es sólo una coartada que oculta el
"yo soy el administrador de esa vida porque administro su muerte".

Algo así como el "copyright" de la muerte, entonces convertida en
mercancía que se posee, se intercambia, circula y es consumida. Vaya,
hasta hay establecimientos para ello: libros de historiografía,
biografías, museos, efemérides, tesis, periódicos, revistas y
coloquios.

Y está esa trampa de la edición de la historia propia para limar errores.

Se usan entonces a los muertos para sobre de ellos levantarse un monumento.

Pero, según mi humilde opinión, el problema con los muertos es sobrevivirlos.

O se muere uno con ellos, un poco o un mucho cada vez.

O se adjudica uno mismo el título de vocero de ellos. Al fin y al
cabo no pueden hablar, y no es su historia, la de ellos, la que se
cuenta, sino que se justifica la propia.

O se puede también usarlos para pontificar con el aburrido "yo a tu/su
edad". Cuando la única forma honesta de completar ese chantaje barato
y nada original (casi siempre dirigido a jóvenes e infantes), sería
rematar con un "había cometido más errores que tú/usted".

Y, detrás del secuestro de esos muertos, está el culto por la
historiografía, tan de arriba, tan incoherente, tan inútil. Eso de
que la historia que vale y cuenta es la que está en un libro, una
tesis, un museo, un monumento, y en los equivalentes actuales y
futuros, que no son sino una forma pueril de domesticar la historia de
abajo.

Porque están quienes viven a costa de la muerte de otros, y sobre su
ausencia construyen tesis, ensayos, escritos, libros, películas,
corridos, canciones, y otras formas más o menos estilizadas de
justificar la inacción propia… o la acción estéril.

El "no has muerto" puede no ser más que una consigna, si nadie sigue
caminando. Porque en nuestro modesto y no académico punto de vista,
lo que importa es el camino no el caminante.

Y, aprovechando que estoy rebobinando esta cinta de días, meses, años,
décadas ya, pregunto, por ejemplo:

Del SubPedro, del señor Ik, de la comandanta Ramona ¿valen sus árboles
genealógicos? ¿Sus ADN? ¿Sus actas de nacimiento con nombre y
apellidos?

¿O lo que vale es el camino que con los sin nombre y sin rostro –es
decir, sin linaje familiar y/o escudo heráldico- anduvieron?

De SubPedro ¿vale su nombre real, su rostro, su modo, recogidos en una
tesis, una biografía –es decir, en una mentira documentada a
conveniencia-?

¿O vale la memoria que de él hay en los pueblos que organizó? Seguro
que los fanáticos de la religión lo hubieran acusado, juzgado y
condenado por ser ateo, y los fanáticos de la raza también, pero por
ser mestizo y no tener la piel del color de la tierra, en ese racismo
inverso que se pretende "indígena".

Pero la decisión de luchar de SubPedro, del Comandante Hugo, de la
Comandanta Ramona, de los insurgentes Álvaro, Fredy, Rafael, ¿vale
porque alguien le pone nombre, calendario, geografía? ¿O porque esa
decisión es colectiva y hay quien sigue?

Cuando alguien vive y muere luchando, ¿nos dice en su ausencia
"recuérdenme", "hónrenme", "cárguenme"? ¿O nos impone "sigan", "no se
rindan", "no claudiquen", "no se vendan"?

Quiero decir, yo siento (y hablando con otros compas sé que no es sólo
mi sentimiento) que la cuenta que tengo que darle a nuestros muertos
es qué se ha hecho, qué falta y qué se está haciendo para completar lo
que motivó esa lucha.

Probablemente esté equivocado, y alguien me diga que el sentido de
toda lucha es perdurar en la historiografía, la historia escrita o
hablada, porque es el ejemplo de los muertos, su biografía
administrada, la que motiva a los pueblos a luchar, y no las
condiciones de injusticia, de esclavitud (que es el nombre real para
la falta de libertad), de autoritarismo.

He platicado con algunas compañeras, compañeros, zapatistas del EZLN.
Cierto, no con tod@s, pero sí con quienes todavía puedo ver, con
quienes puedo estar.

Hubo tabaco, café, palabras, silencios, acuerdos.

No fue el ansia de perdurar, sino el sentido del deber lo que nos
colocó aquí, para bien o para mal. La necesidad de algo hacer frente
a la injusticia milenaria, esa indignación que sentimos como la
característica más contundente de "humanidad". No pretendemos lugar
alguno en museos, tesis, biografías, libros.

Así que, en el aliento postrero, una zapatista, un zapatista, nos
preguntamos "¿me recordarán?" O nos preguntamos "¿se dio un paso en
el camino?", "¿hay quién lo sigue andando?"

Nosotras, nosotros, cuando vamos a la tumba de Pedro, ¿le decimos lo
que hemos hecho para que lo recuerden o le contamos lo que se ha hecho
en la lucha, lo que hace falta (siempre falta lo que falta), lo
pequeños que somos aún?

¿Le damos buenas cuentas si tomamos el "Poder" y si le levantamos una estatua?

¿O si le podemos decir "Oí Pedrín, aquí seguimos, no nos vendimos, no
claudicamos, no nos rendimos"?

Y, bueno, ya en esto de cuestionar…

Esto de tomar otro nombre y ocultar el rostro, ¿es para escondernos
del enemigo o para desafiar su escalafón de mausoleo, su nomenclatura
jerárquica, sus ofertas de compra-venta así sea disfrazadas de puestos
burocráticos, premios, loas y alabanzas, clubes grandes o pequeños de
seguidores?

/sí mi buen, los tiempos cambian, antes al maestro o maestra –o al
equivalente de mandarín del conocimiento- se le cortejaba cargándole
los libros, lisonjeando sus palabras, mirándol@ con arrobamiento.
Ahora se postea en sus escritos, se dan "likes" en sus páginas web, se
suma en el número de seguidores que trinan desordenados…/

Quiero decir, ¿nos importa quiénes somos? ¿O nos importa lo que hacemos?

La evaluación que nos interesa y afecta, ¿es la de afuera o la de la realidad?

¿La medida de nuestro éxito o fracaso está en lo que de nosotros
aparezca en los medios de paga, en las tesis, en los comentarios, en
los "pulgares arriba", en los libros de historia, en los museos?

¿O en lo logrado, lo fallado, lo acertado, lo pendiente?

Y rebobinando más…

De la Chapis, ¿importa que era creyente y una cristiana consecuente, o
importa que vivió y luchó, con y en su ser cristiana, por quienes
nunca la conocieron? Seguro que los fanáticos del ateísmo la
hubieran acusado, juzgado y condenado por no profesar la religión de
los ismos que pretende monopolizar la explicación y dirección de todas
las luchas.

Alguna vez, después de leer "El Evangelio según Jesucristo" de José
Saramago, la Chapis buscó al literato y compañero para decirle no sólo
que no le gustaba su libro, también que ella iba a escribir su propia
versión del tema. ¿Importa si llegó a encontrarse con Saramago, si le
dijo eso, si escribió su versión? ¿O importa su decisión de hacerlo?

Y del Tata Don Juan, ¿vale sólo por sus apellidos "Chávez Alonso", su
sangre purépecha, el sombrero que más lo cubría y lo mostraba, como si
un pasamontañas portara? ¿O vale también por los caminos que se
honraron con su paso originario en varios continentes?

Las niñas y los niños asesinados en la Guardería ABC, en Hermosillo,
Sonora, México, que apenas alcanzaron unas letras de biografía, ¿valen
por las líneas y minutos que alcanzaron en los medios de comunicación?
¿O valen por la sangre que sangre y vida les dio, y ahora se empeña
en una digna terquedad que busca justicia? Porque esos niños y niñas
valen también ahora, aunque ausentes, por los padres y madres que con
su muerte parieron.

Porque la justicia, amigos y enemigos, es también evitar que se repita
la injusticia, o que cambie de nombre, de rostro, de bandera, de
coartada ideológica, política, racial, de género.

-*-

Quiero decir, nosotros (y otr@s como nosotros, muchos, muchas,
tod@s) luchamos por ser mejores, y aceptamos cuando la realidad nos
dice que no lo hemos logrado, pero no por eso dejamos de seguir
luchando.

Porque no es que acá no honremos a nuestros muertos. Lo hacemos, sí.
Pero es que luchando lo hacemos. Todos los días, a todas horas. Y
así hasta que miremos el suelo, primero al mismo nivel, luego hacia
arriba, cubriéndonos con el paso compañero.

-*-

En fin, se alargan las cuartillas y con ellas crece también la
certeza de que todo esto no le importa a nadie, que no es
trascendente, que no es lo que
la-Nación-el-momento-histórico-la-coyuntura demanda, que es mejor
contar un cuento… o hacer una biografía… o levantar un monumento.

Y de las 3 cosas, estoy firmemente convencido de que la única que vale
la pena es la primera.

Así que les contaré, tal y como me la refirió Durito, la historia del
Gato-Perro (ojo: ahora sí leer "rebobinar 3").

Vale. Salud y, de los muertos, mirad sobre todo el camino que su paso
anduvo, que aún necesita pasos que lo caminen.

El Sup acomodándose el pasamontañas con macabra coquetería.



P.D. QUE TOMA PARTIDO EN UN DEBATE REALMENTE DE ACTUALIDAD.- "Los
videojuegos son la continuación de la guerra por otros medios",
sentencia Durito. Y agrega: "En la milenaria lucha entre los
fanáticos del PS y el Xbox sólo puede haber un perdedor: el usuario".
No me atreví a preguntarle a qué venía eso, pero supongo que más de
un@ entenderá.

P.D. DEMASIADO EXTENSA PARA CABER EN UN "TUIT" (debe ser por lo
abultado de la factura).- El autodenominado "gobernador" de Chiapas,
México, ha declarado solemnemente que su administración "se ha
apretado el cinturón" con un programa de austeridad. Como muestra de
su decisión, se ha gastado más de 10 millones de dólares en una
campaña publicitaria nacional que no por masiva y costosa es menos
ridícula… e ilegal. Pero como algunos medios se llevan su tajada, el
"imberbe", "inexperto" e "inmaduro" empleado de un negocio que ni es
partido, ni es verde, ni es ecologista, ni es de México (bueno, ni él
es gobernador, así que para qué detenerse en detalles) es ahora, en
las páginas y segmentos de la misma prensa que lo atacaba por
"niñato", un "hombre de Estado" que no gasta en su promoción personal,
sino "en atraer turismo a Chiapas". Sí mi buen, ya las agencias
turísticas lanzan el turipaquete "Conozca al Güero Velasco", en plan
"all included" que viene con un "kit" con anteojeras para no ver a los
grupos paramilitares, ni la miseria y el crimen que pululan en las
principales ciudades chiapanecas (Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de
las Casas, Comitán, Tapachula, Palenque), en una entidad donde se
supone que los indígenas sean los pobres, no los mestizos. Si el gran
ladrón, Juan Sabines Guerrero, pagó millonadas a los medios para
simular gobierno donde sólo hubo despojo, el actual "junior" de la
política local paga más porque ha aprendido, del actual titular del
Ejecutivo Federal (creo que se llama Enrique Manlio Emilio… ¿no? ¿ya
ven lo malo de no tener cuenta en tuiter?), que se puede pasar de una
averiguación judicial a una lista de candidatos presidenciales para el
2018, con sólo algunas decenas de millones de dólares, un buen
Photoshop y una telenovela rosa.

P.D. DE COYUNTURA REITERADA.- Permítame usted, dama, caballero,
señor, señora, señorita, niño, niña, otroa. Permítame que,
impertinente al fin, no le deje cerrar la puerta y quedarse solo,
sola, rumiando su frustración y buscándole responsables, que es así
como rabian quienes tienen un altar fijo y un ídolo cambiante. Y si
no pongo el pie para evitar que cierre usted la puerta y quede a salvo
en su castillo de dogmas, y, en cambio, meto las narices donde no me
toca, acháquelo usted a mi nariz, ya de por sí impertinente en tamaño
y forma. Ande, permita que interrumpa su odio amortiguado, seco,
estéril, inútil.

Venga, sosiéguese, tome asiento, respire hondo. Sea fuerte y
compórtese con estudiada sensatez, como esas parejas que se separan
"como personas maduras" aunque se mueran de ganas por romperle la
cabeza al susodicho… o susodicha (no olvidar la equidad de género).

¿De modo que, cuando ustedes obtienen algo es por su solo esfuerzo?
Ah, pero cuando cosechan una derrota, ahí sí democratizan la
responsabilidad… y se autoexcluyen. "Los foros son una farsa",
sentenciaron. "No se aceptan encapuchados", decretaron (y ni pensar
en poner una reclamación en la CONAPRED por discriminar la forma de
vestir). "Sólo nosotros solos triunfaremos y la Nación nos estará
eternamente agradecida, estarán nuestros nombres en libros de texto,
congresos, estatuas, museos", se alegraron de antemano.

Luego pasó lo que pasó y, como antes, ahora voltean a ver a quién
culpar del fracaso de esa lucha arriba. "Faltó la unidad", dicen,
pero piensan "faltó que se subordinaran a nuestra dirección".

El despojo disfrazado de reforma constitucional no inició en este
gobierno. Empezó a formalizarse con Carlos Salinas de Gortari y su
reforma al artículo 27. El despojo agrario fue entonces "cubierto"
por las mismas mentiras que ahora envuelven las mal llamadas reformas:
ahora el campo mexicano está completamente destrozado, como si un
paquete de bombas atómicas lo hubiera arrasado. Y pasa ya con el
total de las reformas. La gasolina, la energía eléctrica, la
educación, la justicia, todo será más caro, de peor calidad, más
escaso.

Antes de eso y aún antes de las actuales reformas, los pueblos
originarios eran y son despojados de sus territorios, que lo son
también de la Nación. El oro líquido moderno, el agua y no el
petróleo, ha sido hurtado sin que eso llame la atención de los grandes
medios. El hurto del subsuelo, tan claramente denunciado en la
cátedra Tata Juan Chávez Alonso por el Congreso Nacional Indígena,
apenas recibió unas cuantas líneas desganadas en la prensa de paga que
hoy lamenta que EL PUEBLO, esa entelequia tan a modo político
mediático, no haga nada para frenar el robo legal e ilegítimo que se
titula "reforma energética". El despojo es todos los días y en todas
partes. Pero es hasta ahora que se dice que la Patria fue
traicionada.

Y ahora usted, que fue sordo, se indigna porque no lo escuchan ni siguen.

Y dice que no se hace nada porque no ve nada. Dice y se dice: "vale
lo que YO hago o lo que bajo mi tutela, en mi calendario y en mi
geografía se hace. Lo demás, no existe porque no lo veo".

¿Y cómo podría ver algo si usa las anteojeras que el Poder le regala?

¿Ahora descubre que el Estado no sólo renuncia a ser un amortiguador
en el vendaval de despojos que es el Neoliberalismo, sino que, además,
acude presuroso a disputarse las migajas que el verdadero Poder le
arroja?

Mire usted, lo que pasa es que el mundo es redondo, da vueltas,
cambia. Y de poco o nada le puede servir ese catálogo de evidencias
duales: izquierda y derecha, reaccionario y progresista, antiguo y
moderno, y sinónimos y antónimos tan de moda en la política de arriba.

Mire, lo que ocurre es, simple y sencillamente, que su pensamiento
está decrépito.

Y empezó a vencerse en el momento mismo en que decidió abrazar al de
arriba (usando el viejo truco –que ahora se les revierte- de
derecha-izquierda-progresista-reaccionario, inventándose coartadas y
vistiéndolas de las mismas palabras que hoy le entrampan), olvidando
que los de arriba no aceptan abrazos sino genuflexiones.

No, no es que usted no tenga ideas y banderas. Es sólo que están
desvencijadas. No importa cuánta modernidad las vista, ni cuántas
palabras altisonantes se digan en torno a ellas, ni cuántos tuits las
repitan, ni cuántos "likes" y comentarios convoquen.

Usted, que esperaba una proclama, la sangre anónima derramada, el
clarín con su bélico acento, las ocho columnas, las imágenes con
sangre ofrendada en el altar de la Patria que, faltaba más, ustedes, y
sólo ustedes, habrán de redimir.

/ No mi buen, si le digo que el zapatismo ya no es lo que era antes,
¿se acuerda cómo hace casi 20 años nos emocionábamos con las imágenes
de los muertos tan anónimos que ni rostro ni nombre alcanzaban, tan
lejanos, tan indígenas, tan chiapanecos? / Por cierto, ¿Ocosingo queda
en Medio Oriente? / Ah, y sus iniciativas, tan brillantes cuando había
un templete para nosotr@s. / Por otro lado, ¿quién puede tomar en
serio a quien declina inscribirse en la movilización o movimiento
(ojo: no es lo mismo, ya aprendan a diferenciar) de moda? ¿O a
analizarla, clasificarla, juzgarla, archivarla? / Lo dicho, están
acabados, ya ni a la prensa invitan a sus celebraciones, ¿qué pueden
celebrar como no sea nuestra absolución o condena? / Ah, pero lo que
nunca les perdonaremos a estos zapatones, no es sólo que no se hayan
muerto todos –y con ello nos hubieran negado el derecho a administrar
sus muertes en el largo laberinto de los mausoleos, los corridos, los
"no has muerto camarada, tu muerte será administrada"-, sino que
también a sus muertes las hayan hecho tan… tan… tan rebeldes /.

Y nada, que en lugar de eso… ¡posdatas!

Ya sé que no le importa, pero para las encapuchadas y encapuchados de
acá, la lucha que vale no es la que se ha ganado o perdido. Es la que
sigue, y para ella se preparan los calendarios y las geografías.

No hay batallas definitivas, ni para vencedores ni para vencidos. La
lucha seguirá, y quienes ahora se regodean en el triunfo verán
derrumbarse su mundo.

Por lo demás, no se preocupe. Usted no ha perdido nada porque por
nada ha luchado realmente. Lo único que ha hecho es delegar en otro
el conseguirle el monopolio de una victoria que no llegará.

El de arriba caerá, sin duda. Pero su derrumbe no será producto de
una lucha monopolizada, excluyente y fanática de sí misma.

Si gusta, siga usted tirando de arriba, celebrará cada pequeño
movimiento del monolito, pero la cuerda se reventará una y otra vez.

Las estatuas y los autoritarismos se tumban desde abajo, de modo que
no quede el basamento para que un nuevo busto supla al anterior.

Mientras tanto, y es mi humilde opinión, lo único que vale la pena
hacer allá arriba es lo que hacen las aves: cagarse.

Vale de helado de nuez, manque haga frío.

El Sup preparándose para…

http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2013/12/22/rebobinar-2-de-la-muerte-y-otras-coartadas/