jueves, 24 de diciembre de 2009

Entrevista con Gloria Muñoz

Entrevista con Gloria Muñoz

UN MOVIMIENTO, LOS JÓVENES Y EL ARTE



Comenzaba la década de los 90 y con ella la carrera periodística de Gloria Muñoz.

 

Después de haber escrito para importantes medios de prensa como el periódico mexicano Punto, la agencia de noticias alemana DPA, el periódico norteamericano La Opinión y el diario mexicano La Jornada, esta joven periodista se aventuró a lo que sería uno de sus mayores desafíos: cruzar, como dijera el subcomandante Marcos "el complicado y espeso muro del escepticismo zapatista" para quedarse a vivir, por casi siete años, en las comunidades indígenas rebeldes.

 

Gloria Muñoz entró a convivir con los zapatistas de las montañas del sudeste mexicano para "vivir una experiencia, y tratar de aprender de ella, tratar de conocerla". Se acercó cada día que pasó allí a su gente, sus costumbres y creencias, a sus maneras de pensar, elementos que le sirvieron para formarse otra mirada.

 

Hoy se habla de lo que ya ha transcurrido con exaltación. Se trata de conocer detrás de cada palabra, a una mujer, que más que mudarse a un terreno poco conocido, traspasó las fronteras del espacio y el tiempo para ser, una vez más, aunque en silencio, periodista. Tal vez se entienda, entonces, la voz entrecortada y nerviosa, para quien detrás de una grabadora trata de ejercer la profesión que su entrevistada tiene más que sabida. 

 

¿Por qué escribe Gloria Muñoz?

 

Por una necesidad de describir a través del periodismo lo que está sucediendo en México y en muchas partes del mundo. Escribo porque me siento parte de la transformación de la vida, de las cosas, desde una postura muy clara, de abajo y a la izquierda. Escribo por compromiso, escribo además, porque le encuentro un sentido, no a la escritura en sí misma, porque no hago literatura, sino a la función social del periodista. Pero más que todo, escribo porque me encanta, porque me encanta ver, y si lo puedo traducir en uno o dos párrafos, pues está bien.

 

En el año 2003, Gloria publicó el libro El fuego y la palabra, resultado del período en que vivió en estas comunidades. Sin embargo, ese no fue el propósito de su inserción en el movimiento zapatista, explica la autora. "Entro a vivir a las comunidades sin el ánimo de escribir un libro, no es eso lo que me planteo, ni fue ese mi ofrecimiento a los zapatistas".

 

La atrapaba la necesidad de conocer, de ver, de comprender un movimiento que durante toda su existencia ha tratado de mostrar la existencia de una lógica organizativa de toma de decisiones, de democracia comunitaria, formada en una ética de la participación y el compromiso[1], y desde entonces, según elsubcomandante Marcos, "compartió con los compañeros el sueño y el desvelo, las alegrías y las tristezas, los alimentos y sus ausencias, las persecuciones y los reposos, las muertes y las vidas".

 

¿Cuáles fueron los principales retos, como profesional, como periodista, como mujer, que enfrentó para escribir este libro?

 

Para mí la profesional, la periodista y la mujer son exactamente la misma persona. Creo que es absolutamente imposible dividirnos entre la mujer, la periodista, la profesional, la mamá, la novia, todo es uno solo. Entonces desde ahí te respondo también.

 

Dejar de escribir, eso es importante, de grabar de tomar nota durante muchos años. El libro forma parte de talleres que hacíamos de historia, de comunicación, periódicos murales. Se va armando poco a poco, pero como parte de la misma vida comunitaria.

 

Después vienen los festejos del XX aniversario del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el X aniversario de la insurrección, y surge la idea de hacer un material, un poco más organizado, pero siempre en colectivo. Por lo cual uno de los grandes retos era poder reflejar lo que los zapatistas querían que se reflejara en ese momento, es decir, era un libro que ellos iban a sentir como propio, y el gran reto era ese, que realmente hiciéramos algo que fuera un espejo.

 

Por eso, en la misma contraportada del libro la comandancia dice: "los compañeros lo vieron y se vieron". Este, además de ser el principal reto, es, me atrevería a decirlo, la posible virtud que tiene el texto. Es un texto muy sencillo, muy descriptivo, no es teórico y la idea era que pudiera reflejar realmente lo que había ocurrido en diez años, pero sobre todo, la parte que más me gusta, lo que había ocurrido en los diez primeros años de clandestinidad del EZLN.

 

¿Cuál es su conexión actual con este movimiento?

 

Para mí el zapatismo es un horizonte político, no tengo otra referencia política en México con la que me sienta identificada. Tengo un trabajo permanente en las comunidades, me interesa mucho el seguir descubriendo el trabajo de la construcción de la autonomía que es el proceso actual en que se encuentra, a nivel interno y local con la conformación de escuelas, centros de salud, cooperativas de comercio, medios de comunicación y más. Si voy hoy, hay una cosa, si voy dentro de tres meses hay otra, y otra dentro de un año. Es algo que se está construyendo, y si se puede escribir de eso, también, pero si lo puedo compartir mucho mejor.

 

¿Qué papel cree usted que jueguen los medios de comunicación en el desarrollo y difusión del arte de manera general?

 

Los grandes medios de comunicación, en México por ejemplo, están vinculados al sector económico, al sector empresarial, a las políticas de gobierno, y en ese sentido reportan únicamente lo que se hace desde la institución, a nivel cultural y a nivel social.

 

Entonces, mientras las manifestaciones culturales estén acorde con estos intereses, hay una difusión. Pero, hablando de México, hay muchísimas manifestaciones culturales, no hablemos de las sociales, que se producen y que no tienen cabida en los grandes medios. Por eso, hay una relativa explosión o construcción de medios alternativos. ¿Por qué? Porque justamente esas manifestaciones culturales no están encontrando un espacio en los grandes medios de comunicación. Lo que provoca que solamente escuchen lo políticamente correcto, lo que no es una amenaza para ellos, y me refiero culturalmente. En la plástica, la danza, todo lo que no remueva conciencias, está bien y tiene un espacio, lo que no, pues no. Y para eso se está haciendo mucha radio, principalmente radios que son ilegales, porque tampoco son reconocidas, pequeños espacios que no son bien vistos por los monopolios de la comunicación, pero que, cada vez más, están creciendo, siempre en manos de los jóvenes.

 

¿Considera que Internet y las nuevas tecnologías de la información y comunicación constituyen nuevas plataformas para el desarrollo del arte?

 

Por supuesto que sí, Internet es una herramienta importantísima en este momento, pero en México, me imagino que también en Cuba y en el resto de Latinoamérica, Internet sigue siendo una cosa de elite. Las comunidades indígenas no tienen luz, imagina Internet. En los barrios urbanos de México no hay capacidad económica para suscribirse a Internet, por lo cual insisto, en México, y me atrevo a decir que en muchos países de Latinoamérica, el Internet sigue siendo limitado, con un gran potencial que en Europa y EE.UU. es prácticamente generalizado, pero que en nuestros países no. Tiene esa gran limitante todavía, que creo que estos momentos la suple mejor hoy la radio y el periodismo comunitario.

 

¿En qué medida cree que los jóvenes creadores de Latinoamérica aprovechen las nuevas herramientas comunicativas para brindar un arte renovador, que refleje la realidad de nuestros pueblos?

 

Lo principal es que los medios en Latinoamérica no dependen de los jóvenes, no está en sus manos. Insisto en que desde la estructura social, desde donde se abren estos espacios, las manifestaciones artísticas, sociales y culturales de los jóvenes no dependen de ello. El espacio no depende de ellos.

 

Si son bien utilizadas o no, no sabría, porque la decisión de su participación y de su espacio no depende en buena medida de ellos y de su quehacer artístico. Pero hay una cantidad impresionante de manifestaciones artísticas, culturales y sociales, al menos de lo que conozco en México, universitarias y no universitarias, que se esfuerzan por crear espacios de participación cultural, artística, callejera, barrial y comunitaria.

 

¿Qué importancia considera entonces que tenga Casa Tomada en el contexto cultural y social que vive hoy Latinoamérica?

 

Para mí ha sido una escuela intensiva durante estos cuatro días. Yo venía un poco nerviosa por la pluralidad de los invitados, y decía "bueno qué voy a hablar frente a un artista plástico, frente a un musicólogo, frente a un crítico social o un crítico cultural". Traigo una experiencia además periodística, de un movimiento social en México. No encontraba antes del encuentro dónde iban a estar los cruces, dónde iban a estar los puntos de encuentro, y me he quedado maravillada por el descubrimiento, por la riqueza que generan estos múltiples oficios y profesiones de las que provenimos los invitados.

 

Creo que esa ha sido para mí la parte más rica, el convivir con la plástica, el diseño, la música, y aprender de ellos durante el encuentro y, por supuesto, se aprende mucho del auditorio, y en este caso el auditorio cubano es muy preguntón. De todo eso aprendes, porque aprendes de las inquietudes, por dónde se está generando pensamiento desde el auditorio, y eso a mí se me hace una experiencia riquísima. El espacio que están ocupando los jóvenes en esta Casa también me parece primordial, y de un aprendizaje tremendo.

 

Después de este intercambio entre jóvenes artistas de tantos países, sobre las problemáticas que han afectado y afectan a la sociedad latinoamericana, ¿de qué manera cree que se proyecte la creación y la cultura desde el punto de vista de las nuevas generaciones?

 

Creo que en sí mismo este encuentro potencia la creación desde los jóvenes. Desafortunadamente, en muchos países de América Latina, los espacios siguen siendo limitados. A este tipo de encuentros en otros países solo asiste un sector de la población que tiene acceso o invitación o convocatoria, y en este sentido sí potencia, motiva y provoca pensamiento y manifestación cultural. Pero sí faltaría, me imagino que aquí y en cualquier lugar de Latinoamérica, la expansión de este tipo de espacio de discusiones y de intercambio, es decir, ¿cómo hacemos?, el gran reto sería ese. ¿Cómo hacemos para que lo que se dijo aquí, se pueda expandir a otros lugares en el exterior, en las escuelas, en los espacios como en México, donde los jóvenes no tienen acceso a los espacios oficiales de la cultura?

 

¿Por qué está Gloria Muñoz hoy en Cuba?

 

Primeramente por la invitación que recibí de Casa Tomada. También por una conexión permanente con Cuba desde hace 19 años, cuando en 1990 vine por primera vez, y por el honor y el placer enorme de ser invitada por un espacio que tiene un prestigio en Latinoamérica inmenso como lo es Casa de las Américas.

 

Por la posibilidad de compartir con los panelistas, la posibilidad de compartir con un público a nivel de auditorio. Es la primera vez que vengo a hablar detrás de un micrófono, y he venido muchísimas veces. Era inquietante para mí, muy inquietante estar detrás de un micrófono en Cuba.

 

Es una experiencia totalmente distinta a las que he tenido en otros paneles. ¿Por qué? Por el tema en el que me tocó participar, porque no sabía el grado de información que se tenía aquí sobre él. Me dijeron desde el principio que aquí se conoce muy poco de los zapatistas, se habla muy poco de ellos, y ese era el tema que traía porque es el que manejo desde los últimos 15 años. Entonces para mí era todo un reto, plantear lo que está sucediendo con este movimiento social. 

 

Notas:

[1] García Linera, Álvaro. El zapatismo: indios insurgentes, alianzas y poder. Disponible en: bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/osal/osal12/d2linera.pdf 

 

 

Fuente: La Jiribilla


http://www.mujeres.cubaweb.cu/articulo.asp?a=2009&num=469&art=28