lunes, 23 de abril de 2012

Josefina Vázquez y Esther Gordillo, personas funestas de la educación, pero no las únicas

Josefina Vázquez y Esther Gordillo, personas funestas de la educación,
pero no las únicas
Pedro Echeverría V.

1. Esther Gordillo, muy corrupta líder sindical magisterial desde
1989, ha tenido diez veces más influencia en educación que la pobre
Josefina Vázquez –hoy candidata presidencial- que fue colocada en el
máximo cargo de la SEP por el presidente Felipe Calderón mientras
surgía otra cosa para darle. La lidereza Gordillo –siendo jefa
sindical espuria- ha confrontado y ganado frente a los secretarios de
Educación: Bartlett, Zedillo, Solana, Pescador, Alzati, Limón, Reyes
Tamez, con la misma Josefina, Lujambio y con el actual Córdoba. ¿Por
qué? Por que los pobres 10 ministros de educación fueron nombrados por
el presidente de la República en turno "por mientras", es decir,
mientras se desocupaba un cargo donde sepan algo. De los 10 aquellos,
conociéndolos yo a fondo, el único que sabía de educación y tenía
antecedentes en ello era Pescador, que entró al cargo unos meses antes
de concluir el sexenio de Salinas.

2. Alguien diría que porque los ministros de la SEP eran ignorantes la
educación mexicana está muy mal; o, como decían hace 50 años: porque
no son maestros los que dirigen la educación. Ni uno ni otro son
argumento fuerte porque todo depende de la estructura, del modelo
económico y político que sexenalmente se impone en el país. No es
necesario que el director del IMSS o del ISSSTE tenga título de
médico, que el secretario de Hacienda sea economista, que el de
vivienda sea un ingeniero o que el secretario de la SEP sea un
educador. Se requiere que cada secretario sea inteligente y abierto,
pero lo importante es la línea ideológica del gobierno de donde
arrancarán todos los programas. Con la línea ideológica del gobierno
se alinean incluso los sindicatos, los dirigentes y los trabajadores.
Los gobiernos del PRI, el PAN, incluso los gobernadores del PRD, solo
han servido para profundizar la corrupción y no hacer nada contra
ella.

3. ¿Qué es línea ideológica? El conjunto de ideas con las que un
gobierno llega al poder. Si por ejemplo en México el gobierno es
impuesto con el dinero de los empresarios, del poder, de los medios de
información, del clero y los votos de los electores sólo son producto
de la manipulación con regalos y promesas, ¿a que sector tendrá que
servir el gobierno sino a quienes los pusieron en el poder? ¿En
beneficio de quien se planeará la economía, la educación y la salud si
el nefasto gobierno tiene compromiso con las clases dominantes?
Nosotros decimos que los estudiantes y profesionistas deben pensar,
reflexionar, analizar, ser críticos para hacer las cosas bien; la
educación tradicional por el contrario quiere estudiantes y
profesionistas que no piensen, que sean autómatas, que sólo obedezcan
órdenes, que no se organicen, que no protesten por nada; que sólo
trabajen y produzcan el "bienestar de la patria" y las patria son los
empresarios y el gobierno.

4. Las líneas educativas cambian siguiendo las transformaciones de la
economía y la política y los funcionarios sólo sirven para
administrar. ¿Recuerdas que en los 40, 50 y 60 aún la educación tenía
bases agrarias, se orientaba hacia lo rural y a las enseñanzas para el
campo y que a partir de entonces cambiaron los programas para dar
prioridad a lo urbano, a las ciudades, empujando a la población a
pensar y trabajar en las ciudades? ¿Olvidaste que en los 70 y 80 la
educación urbana era diferente a la de hoy (90s, 2000, 2010?) que
impulsa la enseñanza de las computadoras, del inglés y de la llamada
globalización? Las formas de vida anteriores y su educación sólo nos
han servido de recuerdo porque el capitalismo va enterrando lo pasado
para seguir acumulando capitales con los negocios del presente. Ahora
la educación y los profesores tienen que modernizarse subordinándose a
las órdenes del capitalismo… o hacen una revolución.

5. Esther Gordillo, con 23 años de liderazgo sobre más de un millón de
trabajadores de educación, sigue imponiendo sus caprichos en la SEP
porque los pobres ministros del ramo llegan sin saber que hacer y con
la esperanza de pasar a otro cargo en corto tiempo. Pero también
sucedió en décadas anteriores cuando en ese poderoso sindicato de
maestros estuvo vivo el cacicazgo de Robles Martínez (1943-22) y de
Jongitud Barrios (1922-89) Estos jefes sindicales condicionaban
cualquier medida que pudiera tomar el ministro de la SEP. Incluso
algunos distiguidos secretarios de educación como Vasconcelos, Bassols
y Torres Bodet, destacaron personalmente porque eran fuertes y los
dejaron actuar por los presidentes Obregón, Rodríguez y López Mateos.
Pero es risible decir que los culpables de la mala educación nacional
son los profesores y su dirigencia sindical. ¿Cómo tener buena
educación con un pueblo miserable?

6. Es vergonzoso decir que la educación mexicana es como un embudo o
un colador en el que pueden ingresar todos los niños, pero que sólo
puedan terminar la primaria la mitad de ellos y sólo llegar a ser
profesionistas en educación superior uno o dos jóvenes del 100 por
ciento que inicia la escuela primaria. ¿Por qué? Por causas económicas
fundamentalmente: por no poder mantenerse el niño uno o cinco años en
la escuela. Los mil y un pretextos son válidos, pero siempre están
subordinados a la pobreza, miseria y hambre de más de la mitad de la
población. La educación, según datos estadísticos, en vez de servir
para igualar sigue sirviendo -como decía Emiliano Zapata en 1911- para
beneficio de quienes pueden pagarla, es decir, sirve para hacer más
desigual a la gente. No hay que cerrar las escuelas sino ponerlas al
servicio de quienes más lo necesitan. ¿Qué hace el gobierno y la
dirigencia corrupta del SNTE? Apoyar la desigualdad.

7. Ahora tenemos que organizarnos y luchar para expulsar a Esther
Gordillo y su banda, así como a los funcionarios o ministros de
educación que sólo sirven para cobrar sus quincenas; pero mientras
exista el capitalismo, es decir, mientras el dinero siga gobernando el
mundo, debemos asegurarnos que los nuevos dirigentes no sean otros
Jongitudes y Gordillos, otras Josefinas o Lujambios que hagan
exactamente lo mismo, aunque con otro discurso. ¿Cómo nos aseguramos
que no se repita? Luchando para que los maestros piensen, reflexiones,
analicen, discutan, sean críticos y vayan a la raíz de los problemas.
Lograr que ya no caigan en planes de "carrera magisterial", en
evaluaciones tipo "Enlace" y demás trampas que la clase dominante les
ha impuesto con el objetivo de manipularlos con unos pesos más. Claro,
los maestros no son todos unos "santitos" porque hay un porcentaje que
está en educación por chambismo y dinero.

http://pedroecheverriav.wordpress.com
pedroe@cablered.net.mx

El Sub: “no importa lo que está detrás de la máscara, sino lo que simboliza” #EZLN

Llamado a la resistencia civil en la U de A
Por Juan Diego Restrepo E.*
OPINIÓN
Es necesario pasar de la reflexión a la acción civil pacífica y romper
la dictadura violenta que imponen 'las capuchas' y 'los cascos´ en el
Alma Mater.
Lunes 23 Abril 2012

Rafael Sebastián Guillén Vicente, el mítico guerrillero conocido como
'Subcomandante Marcos', líder del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN), dijo en alguna ocasión con relación al pasamontañas
que "no importa lo que está detrás de la máscara, sino lo que
simboliza", dejando claro que más allá de la identidad individual hay
una identidad colectiva que representa, en su caso, la lucha indígena
en México.

No puede decirse lo mismo de los 'capuchos', aquellos supuestos
estudiantes que tanto traumatizan la vida académica de la Universidad
de Antioquia y de otras instituciones de educación superior de
carácter pública del país, y que con sus acciones provocadoras han
causado tanto daño, dolor y muerte.

La legitimidad que tiene el 'Subcomandante Marcos' no tiene discusión.
De acuerdo con Roger Ángela, de la Universitat de Barcelona, la
significación del pasamontañas usado por el 'Subcomandante Marcos'
surgió en una convención zapatista: "Marcos pregunta si quieren que se
quite el pasamontañas y ellos responden que no. El hecho de no poder
identificar el movimiento con una fisonomía concreta permite que
cualquiera pueda ponerse un pasamontañas para adquirir el rostro del
zapatismo y asumir sus planteamientos".

De tal legitimidad carece el 'capucho' universitario, pues su
significado y trascendencia no ha sido fruto del consenso, ni de
discusiones democráticas, ni de debates amplios, ni de convenciones
estudiantiles que les haya otorgado representatividad; a mi juicio,
son una imposición arrogante y violenta de unos pocos que solo se
representan a sí mismos y carecen de planteamientos serios y
concretos.

En un mensaje que recibí de una estudiante sobre los últimos hechos de
violencia, se resume, incluso, la incomunicación de 'los capuchos':
"todos estábamos muy confundidos porque no sabíamos por qué estaba
pasando todo. Llegué a pensar que era por el día de la tierra, o el
día de la marihuana, o que se estaban desquitando porque el día del
agua estábamos en vacaciones o algo así. Después, salieron con que era
por el TLC y hasta por la Ley Lleras, pero su mensaje nunca fue
claro".

La Universidad de Antioquia tiene problemas internos y externos que no
se pueden ocultar, que son extensivos a otras universidades públicas
en todo el país; asimismo, hay realidades sociales, políticas y
económicas a nivel regional y nacional que requieren de una amplia
discusión. Pero no es con el aturdimiento que producen los artefactos
explosivos como se van lograr los consensos necesarios para encontrar
las salidas adecuadas. La sensibilidad social y profesional no pasa
por el número de veces que se participó en una pedrea o por la
cantidad de explosivos que armó, sino por el conocimiento que le
dejaron las lecturas, la experiencia y el debate académico.

Vuelvo y repito: los 'capuchos' carecen de toda legitimidad y su
soberbia es de tal magnitud que pierden de vista que sus ataques con
explosivos artesanales y armas no convencionales no sólo generan
pánico, rabia y angustia, sino que provocan lo que podría calificarse
como "represión legitimada", que se desborda y afecta a una multitud
que es ajena a la confrontación. Es lo que algunos analistas llaman
"la psicología de la vendetta".

Ahí es cuando entra en acción la Fuerza Pública, 'los cascos' (por sus
atuendos), que en su afán de recuperar lo que llaman el "orden",
pierden la noción del "enemigo" y recurriendo también a estrategias
que carecen de proporción y medida, afectan a toda la comunidad
universitaria que, en los momentos de choque, hace presencia en el
campus.

Hay aspectos significativos en los que coinciden tanto los 'capuchos'
como 'los cascos' en el momento de la confrontación: la negación de la
identidad, dado que ambas facciones se cubren el rostro; la
ilegitimidad de sus actos, pues no discriminan entre quiénes hacen
parte del "tropel" y quiénes no; y en el poder simbólico de la
representación violenta, cuya manifestación teatral cada vez tiene
menos sentido y se torna más agresiva.

No cabe duda de que tanto 'los capuchos' como 'los cascos' gozan de
una fuerte vitalidad: los unos amparados en su arrogancia, disciplina,
preparación armada, apoyos logísticos y en una supuesta ideología; y
los otros, respaldados en la legalidad constitucional que, por
momentos, es arbitraria e ilegítima.

Quien haya presenciado una pedrea en la Universidad de Antioquia sabrá
que no sólo hay 'capuchos' en acción; también hay un público presente
que los alienta a continuar sus ataques contra la Fuerza Pública, los
aplauden, les prestan ayuda, los acompañan con cantos y arengas. Del
otro lado, 'los cascos' también tienen su corifeo, compuesto por
aquellos que reivindican la fuerza extrema contra la comunidad
universitaria, que los estimula a usar de manera indiscriminada gases
lacrimógenos y otros artefactos explosivos.

Cualquier idea considerada subversiva, en el sentido filosófico del
término, se invalida con las acciones bélicas de 'los capuchos'; por
lo mismo, cualquier idea del orden queda en cuestión cuando la Fuerza
Pública, a través de sus escuadrones del Esmad, ataca de manera
desproporcionada dentro del campus universitario a toda la comunidad
universitaria.

Es pues urgente resistirnos a unos y otros, restarles la vitalidad del
poder simbólico que dicen representar, abandonarlos, aislarlos,
dejarlos solos en sus barricadas sin sentido. No podemos dejar que
sigan decidiendo, de manera violenta, las reglas de juego en el campus
universitario. Ambos son enemigos de la academia. 'Papas bomba' y
gases lacrimógenos son expresiones de radicalidad a las que debemos
oponernos.

El orden caótico que imponen 'los capuchos' y 'los cascos' tiene que
romperse, desequilibrarse, a favor de la academia, de la ciencia, del
debate, de la palabra abierta y transparente, despojada de sus
artilugios de guerra y de sus humos asfixiantes. ¿Pero cómo resistir?
Hay que salir masivamente a cuestionarlos, utilizando para ello
algunas de sus estrategias, como las pintas en las paredes, los
panfletos, los espacios abiertos y las llamadas redes sociales;
confrontarlos en el debate, pero con el rostro descubierto; no
abandonar las clases y evitar el desalojo masivo del campus.

Las jornadas de reflexión convocadas por las autoridades
universitarias tendrían sentido si en ellas surgieran propuestas de
acción que derroten la inercia contra 'los capuchos' y 'los cascos',
de lo contrario nos veremos enfrentados a lo que escribió Michel
Onfray en su libro Política del rebelde: "La inercia sigue siendo una
fuerza mientras en frente el enemigo no decida aumentar su presión y
acentuar su poder. En ese caso, la inercia ya no basta, y si nos
limitamos a ella, perdemos, arrastrados por una fuerza más grande".

*Periodista y profesor universitario
http://www.semana.com/opinion/llamado-resistencia-civil/176017-3.aspx

Dení Prieto en claro #EZLN

Dení Prieto en claro
Hermann Bellinghausen
D

urante 40 años, la historia de Dení Prieto Stock ha sido un profundo secreto a voces –pero no muchas– en dos memorias colectivas sin aparente relación. Una en su esfera personal, los amigos y familiares que la amaron, admiraron y siguen llorando: un tormento. Otra, largamente subterránea, alcanza al hoy EZLN (ausente en el relato) como María Luisa,compañera: un ejemplo. Caería como combatiente de las Fuerzas de Liberación Nacional en una casa de seguridad en Nepantla, que hoy visita una sobreviviente del ataque criminal del ejército, Gloria Benavides, y lo reconstruye in situ para el documental Flor en otomí, de Luisa Riley (2012, en cartelera).

Lo primero que aporta la estupenda y discreta película es la certidumbre de que conocerla fue un privilegio de primer orden. Hermana, novia, amiga, prima, sobrina para unos, simplemente compañera para otros. Luz que no se apaga. Érase una muchacha que decidió vivir, y morir, por la patria (y la justicia), así como suena y nada más.

Si uno pica en Google puede llegar a un blog de mujeres adherente de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona que abre con una foto de credencial de Dení (sus grandes lentes de miope lectora, su cara limpia, su seriedad sobrecogedora), junto a otra de la Comandanta Ramona de cuerpo entero, sus ojos eternamente juveniles a través del pasamontañas. Dos pequeñas grandes mujeres. A Dení le hubiera dado orgullo el díptico.

Riley paga con Flor en otomí su propia deuda por la lección de vida de Dení, a cuyo nombre alude el título. Con nitidez política y sobriedad en el trazo, el documental retrata qué fue aquel milagro adolescente sucedido en la ciudad de México a finales de los 60 y principios de los 70 del siglo pasado, fulgurante, difícil de aceptar; heroico para unos, locura para otros, coherente con ella, que ya en 1969 se define en su diario: "Estoy en segundo de secundaria, soy atea, hipy y comunista, intelectual". Así venía.

Nacida en el privilegio ético de una familia comprometida y liberal, temprano alcanza conclusiones firmes, que en su caso resultarán definitivas. Nace en 1955. Su padre es el escritor y dramaturgo Carlos Prieto Argüelles, su madre la neoyorkina Evelyn Stock, de una familia judía librepensadora de origen ruso. El núcleo familiar se define desde un matrimonio, en rebeldía a una cierta familia Prieto que ha dejado huellas contradictorias en la vida del país; mayormente reaccionaria (y con furia) bajo la sombra del abuelo Jorge Prieto Laurens, organizador de la Asociación Anticomunista de las Américas e inspirador de los Halcones del echeverriato (precisamente el punto de quiebre de Dení, quien tal vez no lo supo). A él le mostraría el procurador Pedro Ojeda Paullada la foto del cadáver de la incipiente guerrillera, nueve balazos, probable tiro de gracia. Cinco segundos lo muestra la película. Flor con tallo de acero, la define su hermana Ayari.

En esos años abundaban los desaparecidos, al estilo Echeverría. Queda claro, y Riley lo demuestra, que lo ocurrido en Nepantla fue un asesinato, un crimen de Estado, responsabilidad del presidente y del apenas antier liquidado ex general (futuro narco)Mario Acosta Chaparro, mando de los escuadrones castrenses que liquidaban y desaparecían militantes o guerrilleros, y a sus familiares, en una guerra ilegal que se inició en 1968 y duraría 10 años.

Junto con sus padres y su hermana (un muégano lo define ésta), tuvo una infancia que las instantáneas y alguna filmación familiar en ocho milímetros retratan apacible, segura y con perros consentidos. Una isla clasemediera, inteligente y rebelde en las aguas del clan Prieto, donde no encajaban, entre aquel México y el Brooklyn de la rama materna. El equilibrio se rompe en 1968: las protestas, la represión y sus secuelas, sísmicas en el corazón de Dení. Tiene 13 años. La precoz voluntad de su destino la sigue a la preparatoria en el Colegio Madrid, aún fuertemente republicano, y desde ahí sumerge su indignación y su urgencia por hacer algo luego del halconazo de Corpus en 1971. Luis Echeverría sigue siendo un verdugo de jóvenes. Ella encara al hijo del presidente, Pablo, y le dice que su padre es un asesino. Sería el suyo también.

El golpe en Chile contra Salvador Allende, otro cataclismo que marca a la generación de Dení, la encuentra ya con un pie en la clandestinidad, según recuerda su tío Luis Prieto. Así resuelve el dilema, común entonces para los jóvenes: vía armada, ¿sí o no? Toma la determinación al menos un año antes de su muerte. Para desmayo de su familia, en vez de ir a la universidad estudia enfermería en la Cruz Roja, a cinco cuadras de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Febrero de 1974: la noticia en los diarios, inexacta, atroz, acusatoria, la sepulta en la fosa común de los subversivos. Flor en otomí, con espléndida banda sonora de Steven Brown, descifra la emoción y la experiencia de Dení/María Luisa en la claridad de su juventud imperecedera.

http://www.jornada.unam.mx/2012/04/23/opinion/a11a1cul