miércoles, 6 de febrero de 2013

Historia de un revolucionario #EZLN

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Historia de un revolucionario #EZLN

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Historia de un revolucionario
 Yanivis Izaguirre
Sábado 11 de agosto de 2012 05:15 pm 

La reciente información de que el líder del EZLN estaba enfermo de cáncer revolvió el avispero sobre su lucha e ideario y, después de algún tiempo, lo regresó a la palestra pública mundial.
El subcomandante insurgente Marcos siempre aparece fumando una pipa y con su rostro cubierto con un pasamontañas.

El subcomandante insurgente Marcos siempre aparece fumando una pipa y con su rostro cubierto con un pasamontañas. (Redacción)

Tegucigalpa,

Honduras

Un pasamontañas que deja al descubierto sus ojos adustos y el hábito de fumar en pipa se convirtieron, desde el 1 de enero de 1994, en la imagen del nuevo revolucionario.

Su característica irreverencia, notada sobre todo a través de sus cartas, comunicados, fábulas, ponencias y numerosos libros son, quizá, el mayor acercamiento que tuvo hacia la comunidad internacional, escritos que le sirvieron no solo para dar a conocer su causa, sino también su jocosa personalidad y para atraer la simpatía de algunos y el odio de otros.

Defender los derechos de los indígenas es su ideal, por eso se insertó en las montañas del sureste mexicano, en Chiapas, y se convirtió en la cabeza, manos y pies del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), desde donde encabezó una cruenta batalla de ideas, de justicia y anticapitalismo.

Pero, ¿qué hay detrás del pasamontañas del subcomandante Marcos?

Hace 17 años el gobierno mexicano reveló la identidad de Marcos y dijo que se trataba de un exprofesor de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, cuyo nombre es Rafael Sebastián Guillén Vicente, sin embargo, el subcomandante negó tales aseveraciones y hasta comentó en una entrevista que el asegurar que esa es su verdadera identidad le ha quitado su sex-appeal con las mujeres.

Pese a que siempre se le ve con su pasamontañas, el subcomandante Marcos no solo tiene un rostro, ya que él es la cara de miles de indígenas zapatistas, a través de él se reflejan las injusticias y desigualdades sociales que se viven en Chiapas, es por eso que no nos interesa desenmascarar su rostro, sino su alma. 
Disculpen las molestias, esto es una revolución. Sus frases dieron la vuelta al mundo por su jocosidad, doble sentido, originalidad, sagacidad y su insoslayable habilidad con las palabras. Demostró rápidamente su estilo díscolo e irónico como vocero oficial del EZLN.

"No necesitamos permiso para ser libres", dijo en una ocasión, esa facilidad para expresarse llevó a Marcos (más bien a las ideas zapatistas) a otros continentes.

Se hace llamar subcomandante, porque el comandante es el pueblo y, por ende, el que manda es el pueblo.
Tras la sombra del "Che" Guevara. No niega su admiración por este argentino que fue una pieza clave para la revolución cubana y es símbolo de rebeldía a nivel mundial.

Lo cierto es que desde de su aparición pública se convirtió en un nuevo rostro revolucionario e insurgente; algunos hasta lo llaman el "Che" del siglo XXI.
Personajes reales y fabularios. En sus libros aparecen dos personajes que se roban (o toman prestado) el cariño de los lectores, uno de ellos es Don Durito de la Lacandona (incluso así se titula uno de sus libros, cuyo prólogo está a cargo del reconocido escritor José Saramago).

Se trata de un escarabajo con actitudes y comentarios quijotescos, con una capacidad de orador que muchos admirarían y con una fe intrínseca en la revolución zapatista.

Según lo describe Marcos, su creador, es un pequeño escarabajo fumador, buen lector y mejor platicador, autodenominado "caballero andante".

Don Durito, que tiene 27 años de creación, es el autor de frases como: "Cuando parece que no queda nada, quedan los principios", estas palabras resumen la manera de pensar de Don Durito.

Otro de los personajes que aparecen asiduamente en las ponencias y diferentes escritos de Marcos es el Viejo Antonio. Este sabio personaje sí existió, tal como lo confirmó Marcos en el libro titulado "El sueño zapatista".

"Me enseñó el Viejo Antonio que uno es tan grande como el enemigo que escoge para luchar, y que uno es tan pequeño como grande el miedo que se tenga. 'Elige un enemigo grande y esto te obligará a crecer para poder enfrentarlo. Achica tu miedo porque, si él crece, tú te harás pequeño', me dijo el Viejo Antonio una tarde de mayo y lluvia, en esa hora en que reinan el tabaco y la palabra".

Reflexiones similares aparecen constantemente en sus libros y análisis sociales.
 
¿Enfermo?

"Morir no duele, lo que duele es el olvido", dijo en una ocasión el subcomandante Marcos.

Cabe recordar estas palabras sobre todo por la información que ha trascurrido en las recientes semanas, en las que se da a conocer que Marcos tiene cáncer de pulmón, algo que no parecía muy extraño, considerando que en la mayoría de las imágenes se le ve fumando tabaco.

Sin embargo, días después apareció una aclaración que argumentaba que no era cierto, sino que se trataba de un fragmento de un libro que sacaron de contexto para dar a conocer esta noticia.

Cuando parecía que el mundo se había olvidado del subcomandante Marcos, él regresa, aunque sea a través de una falsa información. 
Literatura de y sobre Marcos. Entre sus libros destacan: "Muertos incómodos" (escrito junto a Paco Ignacio Taibo II); "Noches de fuego y desvelo"; "Nuestra arma es nuestra palabra"; "La historia de los colores"; "Chiapas: el sureste en dos vientos, una tormenta y una profecía"; "¡Ya basta!"; "Desde las montañas del sureste mexicano"; "El correo de la selva"; y "Don Durito de la Lacandona".

También se ha escrito mucho sobre él, tal es el caso de "El sueño zapatista", que es una entrevista con el subcomandante Marcos realizada por Yvon Lebot y Maurice Najman; "Marcos: El señor de los espejos", de Manuel Vázquez Montalbán; "Marcos, la genial impostura", de Bertrand de la Grange y Maite Rico; "Conversaciones con Marcos", de René Báez; "Marcos, la dignidad rebelde", de Ignacio Ramonet, entre muchas otras.

A pesar que siempre ha estado oculto bajo un pasamontañas, el rostro del insurgente Marcos se revela a través de sus obras, pues no es necesario ver más allá del pasamontañas si deja al descubierto sus ojos, que al final, como dicen popularmente, son la ventana del alma, por lo que está de más quitarle o arrebatarle su pasamontañas.