jueves, 12 de junio de 2014

#EZLN: raíces del mundo nuevo

EZLN: raíces del mundo nuevo
ALAI, América Latina en Movimiento

2014-06-12
EZLN: raíces del mundo nuevo
Raúl Romero
Clasificado en: Política: Politica, Movimientos, | Internacional:
Internacional, | Social: Social, |
Disponible en: Español
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A la memoria de David Ruiz García

Eric Hobsbawm, uno de los historiadores marxistas más destacados,
escribió que el siglo XIX comenzó en 1789 con la Revolución Francesa y
concluyó en 1914 con el inicio de Primera Guerra Mundial. Nombró a
este periodo el Largo siglo XIX. El mismo Hobsbawm apuntó que el siglo
XX había iniciado en 1914 y concluido en 1991 con la desintegración de
la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). A este periodo
lo llamó el Corto siglo XX. Recordemos, de manera exageradamente
resumida, que para los teóricos marxistas la historia de la humanidad
es la historia de la lucha de clases. En este sentido, el largo siglo
XIX se caracterizó por la imposición del liberalismo como ideología
hegemónica, mientras que el corto siglo XX estuvo marcado por la
disputa entre el liberalismo y el socialismo.

Siguiendo esta línea, el siglo XXI que inició en 1991, se ha
caracterizado –al menos en estas primeras dos décadas– por las
resistencias de los pueblos de América Latina. Lo anterior lo han
recalcado otros pensadores, como Noam Chomsky, Immanuel Wallerstein,
Pablo González Casanova y Boaventura de Souza. En este «cambio
histórico», las luchas de los pueblos indios contra la explotación y
la dominación, contra el imperialismo, pero también contra el
colonialismo internacional e intranacional, son un rasgo distintivo.
Al respecto, vale destacar dos sucesos en particular.

El primero de ellos ocurrió en octubre del año 1992. Con motivo de los
«500 años de resistencia indígena», los pueblos originarios de
diferentes países del continente se movilizaron recordando el comienzo
del genocidio, también conocido como «Conquista». En Bolivia, Ecuador,
Guatemala y México acontecieron grandes manifestaciones. Los nombres
de Evo Morales y Rigoberta Menchú empezaron a cobrar gran relevancia.
En México, aproximadamente 10 mil indígenas marcharon en San Cristóbal
de las Casas, Chiapas, derribando a su paso la estatua del
conquistador Diego de Mazariegos.

El segundo suceso es más conocido: la aparición pública del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el 1 de enero de 1994.

Así, el siglo XXI no vino solo, a su lado venía el mundo nuevo. Se
gestaba desde antes. Dio sus primeros asomos en Cuba, donde El Che
alcanzó a ver al hombre nuevo. Fue tomando forma con el paso de la
historia hasta que llegó el tiempo, su tiempo.

Como relámpago que ilumina la obscuridad –la obscuridad de un «mundo
que se derrumba»–, el mundo nuevo comenzó a revelarse. Cuando se
suponía que no había posibilidades de un mundo anticapitalista, los
pueblos zapatistas de Chiapas irrumpieron en el «teatro del opresor»
para demostrar lo contrario: que otro mundo era posible.

El mundo nuevo tiene como principal característica el ser
anticapitalista. En él, los pueblos son el sujeto protagónico de la
construcción de un modelo social y económico que no se basa ni en la
explotación ni en la acumulación. Oponen la vida y la comunidad a la
mercancía y al individuo, paradigmas supremos del capitalismo. Al
mismo tiempo, ejercen su derecho a autogobernarse, creando una forma
de pueblo-gobierno en donde el pueblo manda y el gobierno obedece.

En el mundo nuevo los pueblos son conscientes de que no hay
«contradicción principal», sino contradicciones económicas y
culturales que se enlazan y se manifiestan en múltiples relaciones de
opresión. De esta manera, los pueblos crean relaciones sociales
horizontales en las que se subvierten viejos esquemas de dominación
inclusive previos al capitalismo. Las relaciones de opresión de clase,
raza, género, edad, naturaleza, entre otras, son eliminadas o están en
proceso de serlo.

El mundo nuevo también viene con una nueva cultura política que es
profundamente democrática y plural. Está compuesto por muchos mundos,
no hay modelo a imitar ni vanguardia que seguir. No hay una ideología
dominante, por el contrario, la diferencia es uno de sus motores
principales. Contrario al mundo que se derrumba, la ética y la
dignidad son cimientos del mundo que nace con el siglo XXI.

Cual sistema inteligente y dinámico, el mundo nuevo está en constante
transformación, aprendiendo siempre de sus propios errores.

Los Caracoles Zapatistas son la versión más acabada del mundo nuevo.
Pero, como un archipiélago que emerge desde abajo –y a la izquierda–,
este mundo nuevo asoma también en Cherán, en Santa María Ostula, en
Wirikuta, en Bolivia, en Ecuador, en Brasil, en Colombia, en
Argentina…

Los señores del dinero y de la muerte que dominan los resquicios del
viejo mundo tienen miedo. Como en el pasado, tienen miedo a lo nuevo,
a lo diferente. Sus privilegios, construidos con la sangre y el dolor
de los «condenados de la tierra», están en juego. Por eso se resisten
y fabrican guerras de exterminio. Por eso asesinaron al profe Galeano
y destruyeron la escuela y el hospital del Caracol de La Realidad.

Las raíces del mundo nuevo son fuertes, han ido creciendo desde abajo,
¡siempre desde abajo! Su retoño más visible, el zapatismo, nos cobija
a muchos otros y otras. Ellos y ellas nos enseñan que la lucha no es
contra los «hermanos paramilitares», sino contra el sistema. Que lo
que importa es la justicia, no la venganza. Hay que aprender con ell@s
y de ell@s. Seamos pues mujeres y hombres nuev@s, hagamos que el nuevo
mundo sea la característica del siglo XXI.

@cancerbero_mx

Raúl Romero

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