viernes, 14 de agosto de 2015

Descolonizar el pensamiento crítico y las rebeldías

Descolonizar el pensamiento crítico y las rebeldías

Gilberto López y Rivas /I



El libro más reciente de Raúl Zibechi, Descolonizar el pensamiento
crítico y las rebeldías, autonomías y emancipaciones en la era del
progresismo, publicado recientemente en nuestro país por Bajo Tierra
Ediciones (2015), constituye una sólida y profunda contribución al
debate de las ideas en el ámbito de las resistencias y los procesos
autonómicos anticapitalistas, así como una crítica de gran calado a
los progresismos de las denominadas izquierdas institucionalizadas,
considerados por el autor incluso como una nueva forma de dominación.

Dividida en cuatro secciones, precedidas de una introducción (I. Las
sociedades en movimiento; II. Los movimientos en la era progresista;
III. Los progresismos como nuevas formas de dominación; IV. Abajo y a
la izquierda), la obra se fundamenta en un conocimiento vivencial del
autor de importantes movimientos antisistémicos en Argentina, Brasil,
Bolivia, Chile, Paraguay, Perú, Venezuela, Uruguay y, en especial, en
México, a partir de la convivencia de Zibechi con el proceso de los
pueblos mayas agrupados en el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN).

La introducción es clave para la comprensión del extenso texto de 375
páginas, e inicia con el impactante y poco conocido relato acerca de
la masacre de al menos 200 argelinos y el arresto de otros miles en
París el 17 de octubre de 1961, así como de los costos en vidas
humanas y torturados de la guerra de liberación, que según informes
del Frente de Liberación Nacional, de un total de entre 9 y 10
millones de habitantes, un millón de argelinos fue muerto, mientras
que otro millón fue torturado. Zibechi señala que nunca hubo condenas
por asesinar argelinos y que este es el clima en el que reflexionaba
Frantz Fanon, considerado como la "zona del no-ser (...) donde la
humanidad de los seres es violentada día tras día, hora tras hora. Se
reivindica la actualidad del pensamiento de Fanon al cuestionar la
teoría crítica hegemónica, o sea, el marxismo soviético de las décadas
de 1950 y 1960, y por pensar y practicar la resistencia y la
revolución desde el lugar físico y espiritual de los oprimidos: allí
donde buena parte de la humanidad vive en situaciones de indecible
opresión, agravada por la recolonización que supone el modelo
neoliberal. Zibechi sostiene que sigue siendo necesaria una estrategia
que aborde el complejo de inferioridad sufrido por el colonizado, y se
pregunta: ¿De qué sirve la revolución si el pueblo triunfante se
limita a reproducir el orden colonial, una sociedad de dominantes y
dominados? Por ello, abordar la cuestión de la subjetividad es un
asunto estratégico-político de primer orden, sin el cual el dominado
volverá a repetir la vieja historia: ocupando el lugar material y
simbólico del colonizador, reproduciendo así el sistema que combate.
Criticando el papel liberador que Fanon atribuye a la violencia, al
elevar al pueblo a la altura del dirigente, se retoma la necesidad de
abordar el problema de la subjetividad como una prioridad política,
rompiendo así con la centralidad de la economía y con el papel
excluyente concedido a la conquista del poder y a la recuperación de
los medios de producción y de cambio por la teoría de la revolución.

A partir de estas ideas, Zibechi desarrolla aspectos que considera
centrales, y que ciertamente están presentes en los textos que
integran el volumen: autonomía y dignidad, poder, re-producción y
familia, comunidad o vanguardia, identidad, producción colectiva de
conocimientos y creación de un mundo nuevo. Señala que los que viven
en la zona del no-ser no pueden ser autónomos en la sociedad opresora,
ya que la violencia es vida cotidiana y la sociedad no los reconoce
como seres humanos; por ello, los colonizados (Fanon), los de abajo
(zapatistas), deben crear espacios seguros a los que los poderosos no
puedan acceder. Asimismo, las autonomías de los pueblos indígenas,
campesinos y mestizos deben ser integrales, esto es, abordar todos los
aspectos de la vida, desde la producción de alimentos hasta la
justicia y el poder. Los dominados no pueden apelar a la justicia del
Estado, sino crear instituciones propias. De esta manera, los procesos
de cambio no pueden ordenarse alrededor de los estados actuales. Los
procesos autonómicos se fundamentan en poderes democráticos, no
estatales, anticoloniales porque destruyen las relaciones de
subordinación de raza, género, generación, saber y poder heredadas,
construyendo otras nuevas en las que las diferencias coexisten sin
imponerse unas a las otras.

Los movimientos de la zona del no-ser se cuentan por familias. El paso
político fundamental es el pasaje de la reproducción en la casa
familiar a la reproducción colectiva en los movimientos, modificando
la inmovilidad de la sociedad dominada, renovar su sangre y su alma
(Fanon). Es en la reproducción donde la sociedad de los de abajo puede
hacer un esfuerzo sobre ella misma.

Se sigue también a Fanon en su denuncia al elitismo de las izquierdas,
incluyendo la noción de partido que considera importada de la
metrópoli. Su rechazo a la organización centrada en las élites más
conscientes y organizadas se basa en su capacidad de negociar e
incrustarse en el aparato estatal. No tienen necesidad de destruirlo,
ya que esperan un lugar a la sombra del sistema. Zibechi destaca que
el zapatismo, por el contrario, se propone organizar el conjunto del
pueblo. El EZLN invirtió la lógica colonial de las izquierdas, al
ponerse al servicio de las comunidades, esto es, del vanguardismo
revolucionario al mandar obedeciendo; de la toma del Poder de Arriba a
la creación del poder de abajo; de la política profesional a la
política cotidiana; de los líderes, a los pueblos (sub Marcos). El
zapatismo transita este camino de descolonización del pensamiento
crítico, sostiene Zibechi, revitalizando tradiciones de carácter
comunitario, y a partir de saberes que enseñan que para construir un
mundo nuevo no es necesaria una teoría revolucionaria separada de la
realidad y que se coloca por encima de ella.
http://www.jornada.unam.mx/2015/08/14/opinion/020a2pol

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