sábado, 5 de enero de 2013

Juan Villoro: Hermanos Después de 12 años de inoperancia panista, el país se mueve en varias direcciones al mismo tiempo. #EZLN

Juan Villoro: Hermanos

04 de enero de 2013 • 06:41

Juan Villoro

Después de 12 años de inoperancia panista, el país se mueve en varias
direcciones al mismo tiempo. El 21 de diciembre de 2012 el EZLN
recorrió cinco poblados chiapanecos. Era el fin del B'aktun 13, la
cuenta larga de los mayas. Desde un principio, las ruedas calendáricas
han marcado la lucha de los nuevos zapatistas. Su alzamiento coincidió
con el inicio de un K'atun, periodo de veinte años que termina en
2014.

Mientras los turistas del "apocalipsis maya" se untaban bloqueador
para recibir un baño de sol terminal, los zapatistas desfilaban en
silencio, bajo la lluvia, sin armas, cubiertos por pasamontañas.
Muchos de ellos eran niños en 1994. Su presencia habla de una
comunidad que resiste sin perder la disciplina y mantiene sus demandas
a pesar de procurar un relativo ocultamiento durante los últimos
cuatro años.

Al final de la jornada, el subcomandante Marcos envió un mensaje de
una hondura que contrasta con la hojarasca verbal de la política en
curso: "¿ESCUCHARON? Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el
nuestro resurgiendo. El día que fue día, era noche. Y noche será el
día que será el día". La ronda del cosmos afloraba en las calles
llovidas.

Por iniciativa del EZLN, las negociaciones para llegar a los Acuerdos
de San Andrés Larráinzar se celebraron en una cancha de basquetbol,
versión contemporánea del juego de pelota. Desde el cese al fuego de
1994, su arsenal ha sido simbólico.

La caravana zapatista de 2001 tuvo como meta la Casa de la Palabra, el
Congreso de la Unión. Ahí, la comandante Ramona pidió que los Acuerdos
firmados el 16 de febrero de 1996 se convirtieran en ley. Por
desgracia, la imponente gestualidad de ese acto no tuvo consecuencias
legislativas.

El compromiso adquirido por el gobierno de Zedillo de modificar la
Constitución para garantizar los derechos de los pueblos indios se
topó con los legisladores que no aprovecharon la extraordinaria
oportunidad de rediseñar el pacto social y optaron por sus interesadas
reyertas de siempre.

Mientras tanto, los zapatistas avanzaron en el ejercicio de la
democracia, la justicia, la educación y la salud pública en los
municipios donde operan sus Juntas de Buen Gobierno. En condiciones
inhóspitas han reformulado la idea de comunidad. Es muy poco lo que la
mayoría de los mexicanos saben de ese territorio y lo que de él
informan los medios que confunden la solidaridad con el Teletón.

Luego de años de hostigamiento, la marcha del 21 de diciembre no contó
con la indiferencia de la clase política. Varios legisladores
exhortaron al gobierno federal a cerrar una herida que lleva 19 años
abierta.

En forma equivocada, aunque con intención benévola, el secretario de
Gobernación comentó: "No nos conocen". El actual gobierno forma parte
de los agravios contra los que el EZLN se levantó en armas en 1994.
Durante 71 años, el PRI confundió lo público y lo privado, creó una
casta que gobernó en la impunidad, frenó el libre juego democrático
(incluyendo el fraude electoral que en 1988 llevó a la Presidencia a
Salinas de Gortari) y permitió que el país fuera rehén del
narcotráfico.

El PRI no pasó por la autocrítica para recuperar el poder y los
Acuerdos de San Andrés no fueron un tema esencial en la campaña de
Peña Nieto ni en el Pacto por México. Una vez más, el EZLN lo puso en
la mesa.

El destino, que privilegia la épica, ha dado un giro singular: Paloma
Guillén, hermana del subcomandante Marcos, es subsecretaria de
Gobernación. Lo diferente nunca es ajeno. ¿Traerá esto una
reconciliación nacional?

A través del personaje del Viejo Antonio, Marcos ha escrito una
cosmogonía narrativa. Antonio es un indígena que "se hizo el muerto"
en 1994, pero reaparece para liar cigarrillos y narrar el comienzo del
mundo. En la "Historia del uno y los todos" cuenta que los primeros
dioses eran muy discutidores. Ninguno dejaba hablar al otro. Una
madrugada descubrieron que había que callar para oír a los demás: "Y
así vieron los más primeros dioses que el uno es necesario, que es
necesario para aprender y para trabajar y para vivir y para amar. Pero
vieron también que el uno no es suficiente. Vieron que se necesitan
los todos y sólo los todos son suficientes para echar a andar el
mundo".

En el Popol-Vuh, dos hermanos viajan al inframundo para resolver
dualidades en pugna; en el juego de pelota encaran las rondas del bien
y el mal, el día y la noche, lo masculino y lo femenino.

A comienzos del B'aktun 14, Marcos está en la selva y su hermana en
Gobernación. Tamaulipas, el estado donde nacieron, ha sido arrasado
por la violencia. Habitan un país roto y son diferentes. ¿Hay un punto
de reunión en su camino? Las leyes no se promulgan para los que ya
están de acuerdo, sino para dirimir desacuerdos.

Los zapatistas recorrieron las calles el último día de la cuenta larga
de los mayas. En sus pasos resonaban las palabras de Juan Rulfo: "¿Qué
es eso?/ ¿Qué es qué?/ Eso. El ruido ese/ Es el silencio".

¿Escucharon?

Los hermanos, el uno y el todos, se pueden encontrar.
http://noticias.terra.com.mx/mexico/,4e464bf07850c310VgnVCM5000009ccceb0aRCRD.html

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