sábado, 20 de diciembre de 2014

Radio Zapatista: Esas piedras que provoquen esas chispas

Esas piedras que provoquen esas chispas
Radio Zapatista

A mediados del 2011, en el Lagartijero de la Escuela Nacional de
Antropología e Historia de la Ciudad de México, durante la
presentación del libro "La rabia, el amor y la lucha contra el
silencio" de Lalo Cisneros (1984-2008), el padre de Alexis Benhumea
adelantó justo cuando nos inundaba la indignación y el dolor que en
México seguiría habiendo jóvenes asesinados. "Eso se los puedo
asegurar", lanzó el balde de agua helada. Se refería a jóvenes
brillantes, chispeantes y chingones como su hijo, asesinado al acudir
al llamado para acompañar a los ejidatarios de Atenco en 2006, y como
Lalo, abatido por policías de Chalco, Estado de México. Como Lalo y
Alexis, otrxs tantxs jóvenes, adultos e incluso niñxs han caído estos
años durante la brutal y desenfrenada guerra por el control de divisas
(drogas, capital, mercancía humana) desatada por las elites
empresariales nacionales, esas elites que a su vez dependen y trabajan
para grupos y mafias transnacionales aún más violentas, racistas y
genocidas.

En ese escenario de capitalismo en su máxima expresión –algunos leen
en él su crisis terminal- , la desaparición de los normalistas de
Ayotzinapa en Iguala, Guerrero confirmó que el Estado -con sus agentes
federales, sus soldados y sus instituciones- es el asesino. La noche
del 26 de septiembre en Iguala, Guerrero remató lo que investigaciones
como "Los señores del narco", los Comunicados Zapatistas y otras
masacres en estados como Chihuahua, Coahuila, Chiapas y el Estado de
México anunciaban desde hace varios años. Por ello, ante tal guerra de
exterminio frontal y desmesurada, desde hace décadas el México de
abajo viene aprendiendo, a golpes y a costa de sangre, que no puede
haber futuro –ni presente- en una sociedad organizada, orquestada,
estructurada o jerarquizada bajo la lógica y la tutela del Estado. A
diferencia de otras historias y otros contextos latinoamericanos, en
México sobrevivir y transformar la vida cotidiana no pasa por la toma
del poder para administrar desde allí la barbarie, sino en desmantelar
el Estado para al menos frenar la barbarie.

Quienes han convertido sus fuerzas y su rabia en organización para
exigirle cambios al Estado han terminado en el mejor de los casos
engañados o traicionados. Sucedió en el 96 con los Acuerdos de San
Andrés o en el 2011 en el Castillo de Chapultepec con el Movimiento
por la Paz con Justicia y Dignidad, ese tenaz grito colectivo que
exigía parar la vorágine de sangre mexicana. Entonces, ante la
traición de San Andrés, lxs zapatistas entendieron que había momentos
para pedir, otros para exigir y otros –el de ellxs, el de México- para
hacer; y, a diferencia de los besos conspirativos, la escucha y la
entrega de rosarios del 2011 en el Castillo de Chapultepec -narrativa
que privilegió futuras estrategias de atención a las víctimas pero que
desmoronó líneas de acción y dolor social organizado-, en el 2014 los
padres de los normalistas de Ayotzinapa no aceptaron como
interlocutores a los senadores en turno. "No nos escucharon pero es
nuestro deber responder", se quedó hablando solo el "líder" del
senado, vociferando palabras que no encontraron más quien creyera en
ellas ni quien las esperara ni quien les diera valor.

¿Será que, ante los soldados de Tlatlaya, de Chalco, de Guerrero y del
ahora INE, ante los ejércitos de la Democracia, el Leviathan y el
Estado, nuestra generación –la de Lalo, Alexis, Anayeli, Edith,
Alexander, Ayotzinapa, la de todísimxs todxs nuestrxs muertxs y
nuestrxs vivxs, la de la Sexta, la de lxs soñadorxs invencibles, la de
lxs de Abajo- es la generación que dará la vuelta a la trampa del
Estado, la que no tolerará más los argumentos de que el asunto es
sanear sus instituciones, vigilarlo, democratizarlo o demás excusas no
ya sólo de clase sino inevitablemente homicidas? ¿Y si lo que le tocó
a nuestra generación es mera esa chambísima urgente e impostergable de
defender formas nuevas y no tan nuevas de estar juntxs sin el Estado?
Cuando en el zócalo de la ciudad de México, en una de las primeras
marchas para hallar a los compas de Ayotzinapa, algún colectivo trazó
con claridad y firmeza la tremenda y sintética frase "Fue el Estado",
¿acaso no estaba trazando la declaración de guerra, de batalla, de
lucha, la luz que guía el camino de toda una nueva generación? ¿Será
que de pronto México descubrió que tenía décadas metido en un nuevo
proceso revolucionario y fue por ello que, casi por su propia cuenta,
nuestra águila comenzó a emerger en las calles acompañada por el negro
en lugar del verde y el rojo que surgieron tras la primera revolución
mexicana?

Esa otra segunda revolución lenta y dolorosa, atacada y vilipendiada,
es sin duda la de aquellos esfuerzos organizativos que viven y ejercen
la Autonomía como sinónimo de madurez política. La de los grupos,
comunidades, espacios y proyectos que se organizan no para mirar hacia
arriba sino hacia los lados, como menciona Ignacio del Valle –"Miren a
quién tienen a un lado. La respuesta está allí"- en sus comparticiones
públicas. En realidad lo que sigue ya está. En realidad esos otros
mundos posibles ya existen. Que éstos sean chicos, pequeños, medianos
o grandes depende (está dependiendo, como en el poema de la
regiomontana Ofelia Pérez para con la vida) de los deseos, las
ausencias y las estaturas de cada uno de los espacios que los
impulsan, construyen y defienden. Y estos espacios coinciden en
decidir ellos mismos cuales son sus monstruos a enfrentar, cuáles sus
batallas, cuáles sus límites. En México la Autonomía es un paso, una
decisión y una acción revolucionaria durísima pero impostergable. Y es
también, sobre todo, una lucha constante. En México lxs compas
congruentes, dignos y rabiosamente soñadorxs tienen claro que el
estado ha muerto. Y de pronto saben que, aún antes que ser la chispa
que encienda un nuevo fuego, les toca ser apenas las piedras que
provoquen esa chispa. Saben pues que el estado es el asesino y por
tanto preguntan qué habrá en su lugar. Mejor aún, preguntan y
responden qué otras cosas, proyectos u experimentos habrá en su lugar.
Aún a costa de golpes y sangre, si habrá otras cosas o proyectos en
lugar del estado, las respuestas son y serán nuestras.


--
Colectivo Radio Zapatista
www.radiozapatista.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario