jueves, 3 de enero de 2013

José Gil Olmos: EZLN, la apuesta civil

EZLN, la apuesta civil
José Gil Olmos
2 de enero de 2013 · 6 Comentarios
Análisis
Conmemoran bases zapatistas 19 años de existencia. Foto: Germán Canseco
Conmemoran bases zapatistas 19 años de existencia.
Foto: Germán Canseco http://media.proceso.com.mx/media/2012/12/zap12-440x293.jpg

MÉXICO, D.F. (apro).- El Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN) decidió celebrar a puerta cerrada el pasado 31 de diciembre sus
19 años de existencia desde que lanzó la declaración de guerra contra
el Estado mexicano, aquella mañana del 1 de enero de 1994.

Lo que se consideraría como un gesto de ensimismamiento, en realidad
podría ser el primer paso del EZLN hacia una nueva etapa de
vinculación con los movimientos sociales del país que se encuentran en
crisis.

Durante estos años el zapatismo ha evolucionado no sólo en la parte
militar, sino también en la política, pero no en los términos de
partidos y organizaciones que buscan el poder, sino de participación
activa de la vida social de México y del mundo.

Sin levantar la declaración de guerra que emitió en su primera
aparición pública tras los primeros diálogos con el gobierno federal
en febrero de 1994, el EZLN hizo a un lado las armas y se dedicó a
establecer redes con distintas organizaciones sociales, al mismo
tiempo que avanzó en su propio proyecto de crear gobiernos autónomos
en los pueblos indígenas de los altos, selva y norte de Chiapas.

A partir de la creación de los Aguascalientes en 1995, como centros de
reunión de los pueblos indígenas con la sociedad civil, el movimiento
insurgente empezó a tener los primeros acercamientos reales con las
organizaciones sociales de México y de muchos países. Pero quizá desde
antes, con los diversos encuentros –como la Convención Nacional
Democrática, de agosto de 1994–, los zapatistas comenzaron a
fortalecer sus redes sociales de apoyo, sin dejar de ser un ejército
beligerante.

Nunca, durante estos años, tuvieron la tentación de apoyar las causas
políticas de partidos o de personajes como Cuauhtémoc Cárdenas o
Andrés Manuel López Obrador. Al contrario, su actitud crítica y la
decisión de no participar en las elecciones los alejaron de esos
grupos de poder.

Todo este tiempo el EZLN le apostó a la sociedad civil, por eso
realizó las dos giras (la marcha de los mil 11 y la otra campaña)
para, desde abajo y a la izquierda, tejer las relaciones con
agrupaciones y pueblos indígenas, campesinos, urbanos, de derechos
humanos, estudiantiles y hasta con algunos gremios sindicales, como el
los electricistas, dando lugar al surgimiento de nuevas expresiones de
organización como el Congreso Nacional Indígena.

Sin embargo, estas redes, estos puentes, muy pronto empezaron a
debilitarse, hasta romperse en algunos casos.

En tanto, el EZLN, como agrupación militar indígena, siguió su propio
proceso interno de resistencia y de organización política autónoma. A
pesar de estar cercados por el Ejército, dieron paso a la integración
de regiones autogobernadas por las propias comunidades, representadas
en las Juntas de Buen Gobierno, y crearon sus propias escuelas,
clínicas, formas de organización comunitaria y centros de recreación
independientes de los gobiernos federal y estatal.

Así, mientras los zapatistas continuaban con su proyecto en la región,
el resto del país cambió, pero no para bien. El crimen organizado,
vinculado o integrado al poder político, creció hasta convertirse en
un grupo de poder capaz de crear un estado paralelo en varias regiones
del país. La pobreza también aumentó, lo mismo que el desempleo, la
corrupción y la impunidad.

La sociedad civil se atomizó perdiendo espacios y presencia.

Las últimas agrupaciones sociales han surgido más por una tragedia que
por un proyecto social de organización, como es el caso de Fuerzas
Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (FUNDEM) y el Movimiento
por la Paz con Justicia y Dignidad, que agrupan a las familias de las
víctimas de la guerra contra el narcotráfico declarada por Felipe
Calderón.

El movimiento estudiantil #YoSoy132, surgido durante el proceso
electoral de 2012, no dio el estirón y más bien se ha quedado
marginado en las propias escuelas, en medio de un asambleísmo
desgastante.

En tanto, las organizaciones campesinas e indígenas están debilitadas
por el abandono y la marginación de los últimos gobiernos panistas y
por el crecimiento del poder del narcotráfico, que se ha apoderado de
grandes extensiones de tierra, en las cuales ya no se siembra el maíz,
sino la mariguana y la amapola.

Frente a esta crisis social y de los movimientos ciudadanos, el EZLN
vuelve a salir a la luz pública lanzando su apuesta por la sociedad
civil. Siendo el único grupo con calidad ética y moral, es tal vez el
único que puede hacer esa convocatoria de unidad, sobre todo ahora que
el PRI ha regresado al poder con la mano dura y autoritaria por
delante.

Habrá que esperar las iniciativas sociales y pacíficas que el
subcomandante Marcos anunció en uno de sus últimos comunicados. Habrá
que ver cuáles son las propuestas de vinculación con las nuevas
agrupaciones sociales y, sobre todo, habrá que esperar las nuevas
acciones que prepara el EZLN, que en estos 19 años siempre ha
sorprendido con una creatividad difícil de encontrar en el mundo de
las agrupaciones sociales y ciudadanas.

http://www.proceso.com.mx/?p=329285

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