jueves, 7 de mayo de 2015

Pedro Echeverría V.: De grupúsculos a partidos División de “base” y “dirigentes” entre partidos y escalamiento en la estructura capitalista

De grupúsculos a partidos
by Pedro Echeverría V.

División de "base" y "dirigentes" entre partidos y escalamiento en la
estructura capitalista

Pedro Echeverría V.

1. En los "grupúsculos" de 50 o 500 militantes izquierdistas que
funcionaban en México en los años sesenta y setenta, siempre ocuparon
primer lugar en el "orden del día" de las reuniones o asambleas, los
análisis y discusiones de las demandas revolucionarias generales
(situación del marxismo, de los llamados países "socialistas" y el
contexto internacional); en segundo lugar colocábamos las luchas por
reformas, el análisis de la situación nacional, las demandas concretas
y las tareas. Realizábamos trabajo entre los obreros y campesinos que
era importante, pero secundario mientras no tengamos claros los
objetivos del por qué hacíamos el trabajo. Por allí nació, en parte,
que los izquierdistas fuéramos desconfiados de los líderes.

2. De los "grupúsculos" surgieron las "uniones", los "frentes" y los
partidos –también de izquierda- que en la medida que eran más
numerosos comenzaran a tener relaciones con el Estado porque éste se
comenzó a fijar en ellos, es decir, tenerlos en cuenta. De repartir
volantes y realizar pequeños mítines frente a las fábricas, en las
escuelas y los ejidos, surgió una amplia actividad que llevó a la
mayor publicación de volantes, de periódicos y hasta revistas.
Surgieron entonces los "dirigentes" a partir de su mayor claridad
política y su facilidad para relacionarse con personas de igual o
mayor nivel político. Así comenzó a registrarse la división del
trabajo entre "base", "cuadros medios" y "dirigentes" que sería
determinante hasta hoy.

3. Hoy se burlarían de nosotros que siempre mantuvimos en el
"espartaquismo" en los setenta que lo importante era el partido y el
programa, la claridad ideológica; que el trabajo de masas y el
crecimiento de la organización sólo vendría después; que el partido se
constituía por los principios y el programa y no por la cantidad de
personas que controlaba. Tratamos siempre de demostrar –con más de una
decena de citas de diferentes libros del mismo Marx- que esa era una
concepción marxista que nada tenía que ver con el populismo y, no ser
marxista, era entonces como una especie de pecado. Tener firmeza
ideológica y claridad de análisis fue siempre más importante que tener
tras sí mucho apoyo de masas.

4. Pero después de las décadas radicales de los jóvenes de los sesenta
y de los obreros de los setenta vino el periodo de los ochenta que
aprovechó el neoliberalismo privatizador, encabezado por la Thatcher,
Reagan y el Papa, para clavarlo hasta lo más profundo en la economía y
la política mundial. Las organizaciones empresariales y sus partidos
políticos derechistas (el caso mexicano de los empresarios y el PAN es
evidentísimo) alcanzaron una presencia inusitada. Incluso el PRI se
transformó de "centrista" con algunos márgenes de independencia de los
EEUU, a derechista con una entrega total. La mayoría de grupúsculos
izquierdistas mexicanos, unidos a los partidos, se legalizaron para
recibir enormes privilegios al convertirse en electoreros.

5. Supongo que hoy, por lo menos los trotskistas, continúan haciendo
análisis de la situación internacional y las perspectivas
revolucionarias en el mundo, antes de pasar al pragmatismo idiotizador
"sin pies ni cabeza". No he dejado de asistir a mil reuniones donde la
situación económica y política del mundo –donde se ubica México- jamás
se toma en cuenta. ¿Para qué analizar el papel de los EEUU, de China,
de Europa, si son naciones muy lejanas, cuando aquí vemos a Peña Nieto
y su mujer, a los líderes traidores o "charros", la represión, la
carestía y la miseria cerca de nuestras narices? Las reuniones que
antes eran para analizar globalmente los sucesos, se convirtieron sólo
en pragmatismo de apoyos, demandas y tareas.

6. En los tiempos de los "grupúsculos" de 200 o 300 izquierdistas
siempre –pensando en las consignas y las tareas- cargábamos volantes,
libros, realizamos pintas, manifestaciones, huelgas, mítines de
protesta y muchas, muchas reuniones. Aquellas épocas de pensar en
transformaciones revolucionarias anticapitalistas desaparecieron al
intervenir la clase dominante para dar paso a las campañas políticas
en busca del voto, a los programas de TV, a las reuniones para firmar
acuerdos, a la distribución financiera, al servicio a los legisladores
burocráticos, a la compra de automóviles, establecimiento de locales y
viajes al extranjero. ¡Qué lejos están aquellos tiempos en que las
luchas por reformas, por el "programa mínimo", por demandas
inmediatas, eran secundarias!

7. Lo que sería la "ultraizquierda" de los setenta que nunca hablaba
de procesos electorales, que no votaba ni pensaba en cargos políticos
dentro del capitalismo, fue transformada por la burguesía en una dócil
socialdemocracia que busca cargos políticos y subsidios. De
"grupúsculos" de 250 militantes en promedio, ahora los partidos
electoreros sobrepasan el millón de asociados; pero la clase dominante
logró con creces su objetivo: legalizar mediante el registro la
política y repartir dinero a manos llenas con el fin de controlar
todo, todo, todo. Si en los sesenta con el ejemplo de la revolución
cubana y fuertes guerrillas en 10 países vimos muy cerca la revolución
mundial, hoy con los procesos electorales sólo sabemos que debemos
esperar 100 años más.

8. En muchos países, particularmente en Europa, ya gobiernan –o han
gobernado- muchos personajes y partidos que se autocalificaban de
izquierda. En vez de ayudar al crecimiento de la izquierda para
avanzar cada día más hacia la igualdad económica y política, se han
convertido muchas veces en peores represores de los movimientos
sociales de los trabajadores. Se demuestra así que de izquierdistas y
amigos de los trabajadores sólo eran "dientes para afuera". La
realidad es que sólo tenían el disfraz de "izquierda" y que sólo
buscaban la oportunidad para ser tan de derecha como los demás. Por
ello la eterna desconfianza del izquierdista. (6/V/15)

http://pedroecheverriav.wordpress.com

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