martes, 26 de enero de 2016

Tatic Samuel Ruiz: a cinco años de su partida

Tatic Samuel Ruiz: a cinco años de su partida
Magdalena Gómez
Don Samuel Ruiz García, obispo de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas,
hasta 2000; durante 40 años de labor pastoral en esa región de los
Altos, como todas y todos sabemos, promovió la formación y
organización, hay que decirlo, de millares de catequistas , la
evangelización en su lengua y la creación de las escuelas diocesanas
de donde surgirían los tuhuneles (diáconos) indígenas. Todo ello con
una profunda convicción del respeto a la cultura de esos pueblos y a
los derechos humanos de sus integrantes.

La diócesis participó en 1974 en la organización del Congreso
Indígena, que se celebró en San Cristóbal de Las Casas, donde se
denunciaron los principales problemas y hostigamientos del Ejército en
las comunidades, represión de pistoleros, finqueros y terratenientes,
la carencia de acceso a salud y educación, lo que se constituyó en un
antecedente del ¡ya basta! zapatista 20 años después. Tatic Samuel
falleció el 24 de enero de 2011; sin embargo, la semilla que sembró en
su caminar al lado de los pueblos permanece. Recordemos que el con su
sencillez y modestia decía: Yo no implanté nada, fue el proceso el que
me generó a mí. Yo soy el resultado de una situación, y conmigo y sin
mí esta diócesis seguirá su camino.

Justamente la próxima visita a México del papa Francisco tendrá una
estación de parada en San Cristóbal de Las Casas y ante la tumba del
tatic Samuel Ruiz. Para los miles de indígenas que le darán la
bienvenida es muy significativo el reconocimiento a una labor como la
de su obispo, que vive en sus corazones, como suelen repetir. También
esa visita prácticamente coincide con los 20 años de la firma de los
acuerdos de San Andrés, proceso en que fue relevante la función
mediadora del tatic Samuel Ruiz, por lo que es muy probable la
referencia a los mismos. A partir del 1º de enero de 1994, con el
alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), don
Samuel se convirtió en uno de los principales portadores del mensaje
de paz ante la urgencia de evitar una espiral de violencia. Muy
relevante fue la homilía del 23 de enero de 1994, donde expresó la
convicción de que lo sucedido en la región de Los Altos de Chiapas ha
puesto al descubierto una realidad: la paz en nuestro país, que
creíamos tan firme, mostró su fragilidad porque estaba basada en una
situación de injusticia, que aún no superamos. Y manifestó su
esperanza en lo que serían los Diálogos de la Catedral: Las partes
beligerantes han expresado su disposición al diálogo y han puesto sus
condiciones para ello. Los gobiernos federal y estatal han dado pasos
para establecer mecanismos de concertación. Y continuó perfilando:
Pero también es cierto que hay diferentes formas de querer la paz, y
que algunas son inaceptables. Se han oído voces que parecen plantear
una paz lograda mediante la supresión y el exterminio de aquellos a
quienes consideran enemigos. Esa paz no es la que quiere Dios ni la
que queremos nosotros. Otros plantean una paz que volviera todo a la
situación anterior y que dejara todo igual, superada la que
considerarían una amarga pesadilla. No es deseable volver atrás, ni es
viable tampoco. Lo que queremos es una paz que posibilite avanzar
hacia la construcción de un México nuevo.

También sabemos que la labor pastoral del obispo de los indígenas,
como se le llegó a llamar, no fue sencilla ni exenta de conflictos y
ataques de todo tipo, tanto con sectores conservadores de la Iglesia
como sectores políticos de distinto nivel que arreciaron su campaña en
la etapa de mediación entre el EZLN y el gobierno federal. Mediación
que ejerció a través de la Comisión Nacional de Intermediación (Conai)
que, tras la crisis del diálogo, decidió desintegrarse en junio de
1998. A la muerte del tatic Samuel, el EZLN mediante un mensaje del
entonces subcomandante Marcos le reconoció su labor, indicando que
formó toda una generación de cristianos comprometidos con esa práctica
de la religión católica. No sólo se preocupó por la grave situación de
miseria y marginación de los pueblos originarios de Chiapas, también
trabajó junto con un heroico equipo pastoral, por mejorar esas
indignas condiciones de vida y muerte. A la vez, reconoció que no
fueron pocas ni superficiales las diferencias, desacuerdos y
distancias con el obispo, a quien muchos responsabilizaron del
alzamiento armado, pero muchos reconocieron su aporte para detener
esta guerra y quien, por encima de ataques y conspiraciones
eclesiales, y los cristianos como él tuvieron, tienen y tendrán un
lugar especial en el moreno corazón de las comunidades indígenas
zapatistas. Al tatic Samuel hay que honrarlo por su caminar con
respeto a las culturas de los pueblos y por su vocación genuina por la
paz, que ciertamente aún espera, pues el Estado no aceptó el desafío
que implicó firmar unos acuerdos y cumplirlos, para atender las causas
justas del movimiento zapatista. En cambio profundizó su agenda
neoliberal.
http://www.jornada.unam.mx/2016/01/26/opinion/018a1pol

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